GÉNESIS XXXVII:1-XL:23
LA INEVITABLE CONCRECIÓN DE LOS SUEÑOS
Los sueños constituyen un elemento básico de nuestros capítulos, de los cuales dependerá el futuro de la emergente nación que engendrará la familia de Yaacov. Siguiendo los pasos del patriarca, ilustre soñador de la escalera que une cielo y tierra, ahora Yosef, el hijo amado por el padre por encima de sus otros hijos –hecho que condujo al odio de los hermanos–, desencadenaría una sucesión de eventos debido a sus sueños.
Yosef soñaba, les contaba a sus hermanos y lo odiaban más aún por ello. Yosef relató que en su sueño su gavilla se encontraba en el medio y las gavillas de sus hermanos se postraban ante su gavilla. “¿Acaso te erigirás como nuestro rey y gobernante?”, exclamaron los hermanos e incrementaron su odio por él, por sus sueños y palabras.
Yosef tuvo un sueño adicional. Esta vez once estrellas, el sol y la luna se postraban ante Yosef. Yosef relató el contenido de su sueño tanto al padre como a los hermanos. Los hermanos lo celaron y el padre registró el evento. La reacción de los hermanos ya no fue solo el odio, sino la envidia también. El sueño predijo que Yosef estaba destinado a jugar un papel de liderazgo en el seno de la familia. Deseaban deshacerse de él y terminaron por desterrarlo, vendiéndolo como esclavo para evitar que asumiera su destino de mando.
La proposición fundamental es si los sueños tienen un desenlace ineludible. Al conocer el contenido de los sueños, los hermanos querían evitar que se cumpliera lo que fue vaticinado y por ello trataron de eliminar a Yosef y borrarlo del mapa de los acontecimientos. Nuestros capítulos enseñan que los intentos de los hermanos se vieron frustrados porque Yosef alcanzó un alto cargo en la corte del Faraón. Su capacidad de liderazgo era incontenible. Más aún, debido a la hambruna que se desató en la región, los hermanos tendrían que acudir a Egipto a abastecer sus almacenes de comida vacíos y postrarse ante el encargado de la venta de alimentos, que era el mismo Yosef, y de esa manera se cumplió lo que fue anunciado en el sueño.
Es posible que el trato cruel de los hermanos –quienes primero arrojaron a Yosef en un pozo, abandonándolo a una suerte que sería una muerte indudable, y finalmente lo vendieron a una caravana de mercaderes de esclavos– tuviera el propósito de poner a prueba la energía y veracidad del anuncio de los sueños de Yosef. ¿Podrían acaso alterar el curso de los eventos o es que el sueño vaticinaba una situación inevitable? Aunque habían pasado muchos años desde aquel episodio, los hermanos siempre cargaron con la culpa de su crimen, o tal vez formaban parte de una estrategia bíblica superior que exigía el exilio como una condición indispensable para la formación de una nueva nación.
El pueblo hebreo tenía que pasar por un período de esclavitud, tal como el Creador le había anunciado al primer patriarca Avraham: “Ten conocimiento, con seguridad, de que los de tu simiente serán unos extraños en otra tierra donde serán esclavizados durante 400 años”. Aunque la esclavitud sólo tuvo una duración de 210 años, los exégetas proponen diversas explicaciones para esta divergencia numérica.
¿Por qué fue necesario el período de esclavitud? Uno de los dictámenes de los Jajamim reza que no se puede juzgar al prójimo hasta no haber tenido la experiencia. Para desarrollar una sensibilidad y empatía por el afligido y menospreciado, por el eslabón social que tiene el menor aprecio; para convertirse en el defensor de las minorías y los perseguidos, era necesario que el pueblo hebreo viviera la experiencia en carne propia: aprender qué es el sufrimiento y la minusvalía para convertirse luego en el campeón de los derechos humanos.
La historia antigua así lo demuestra y la historia contemporánea lo atestigua. El pueblo judío estuvo presente en la lucha contra la discriminación de la población negra en Estados Unidos. Fueron los primeros en desfilar por la Plaza Roja de Moscú para exigir el respeto por sus derechos. Están siempre presentes en todas las demostraciones públicas cuyo objetivo es el rescate de los valores humanos universales.
El moderno Estado de Israel continúa en ese camino y tradición. Varios años atrás leímos las opiniones de Abraham Burg, en las cuales castiga severamente la aparente traición que se está perpetrando contra los ideales sionistas. Estamos en desacuerdo con gran parte de sus apreciaciones, pero podemos destacar el hecho de que Israel permite la crítica, incluso cuando incluye un reto a las bases de su identidad nacional.