ÉXODO XXV:1-XXVII:19
EL ENCADENAMIENTO CON EL MONTE SINAÍ
Como es sabido, el episodio del otorgamiento de los Diez Mandamientos, mejor dicho, las Diez Palabras, término utilizado por el texto bíblico, es seguido por la elaboración de un Éguel Hazahav, el becerro de oro que fue identificado como el Dios del pueblo hebreo o, tal vez, como el sustituto de Moshé, quien no había retornado del monte Sinaí y de quien se asumió que había desaparecido o muerto.
La epifanía que ocurrió en el monte Sinaí está envuelta en el misterio. La revelación divina, la comunicación directa de Dios con el pueblo, es un evento que no permite el análisis usual porque reta los cánones de la experiencia. El evento no tiene fecha ni es motivo de una celebración especial en la Torá. En una época posterior, el Talmud asociará esta revelación con la celebración de Shavuot, festividad que tiene un significado agrícola, al igual que las otras 2 festividades que juntos componen los Shalosh Regalim: Pésaj y Sucot.
En efecto, en el Talmud hay una discusión acerca de la fecha exacta de Shavuot y no todos están de acuerdo con la aceptada, que es el 6 de Siván. Incluso, la respuesta de los hebreos, “Naasé venishmá”, su disposición de “cumplir aun antes de escuchar”, implica que era un evento singular. De acuerdo con el Midrash, Dios elevó la montaña por encima del pueblo hebreo y les advirtió que dejaría caer el Sinaí sobre sus cabezas si no se comprometían con el cumplimiento de lo que está escrito en la Torá.
Por muchas razones adicionales, la revelación en el monte Sinaí es el evento que calificará y definirá la naturaleza de los hebreos por todos los tiempos. No obstante, se debe tomar conciencia de que la revelación fue temporal, se realizó en cierta fecha del calendario y seguramente fue seguida por un período de desánimo, porque el éxtasis no puede ser sostenido en el tiempo con la misma intensidad.
El monte Sinaí exigía una secuela, una evolución del culto, porque se tenía que responder a cómo se podía mantener viva la comunicación con el Creador. La respuesta es la construcción del Mishkán, el Tabernáculo que fue erigido en el desierto y que acompañó al pueblo hebreo durante su larga travesía, y que luego sirvió de modelo para el Beit HaMikdash construido por el rey Shelomó.
No se debe ignorar el argumento de que el Mishkán fue una respuesta al Éguel Hazahav. O sea, el pueblo necesitaba un elemento concreto para su culto. La noción de un Ser Supremo invisible a los ojos, incomprensible para el intelecto del hombre, que en numerosas ocasiones no comprendía la Justicia Divina, produjo el mandato de la construcción del Mishkán, de tal manera de que el Mishkán viene a ser una concesión para el hombre que no puede conceptuar un Ser Supremo irrepresentable en el mundo físico.
Sin negar la validez de este argumento que ofrece una explicación puntual del Mishkán, nos inclinamos más bien por el sentido de la primera conjetura, que ofrece una razón de fondo y esencia. El evento en el Sinaí, que era irrepetible y exigía un encadenamiento, era una vía para una continua y fluída comunicación con Dios, el culto diario y constante que ofrecerá un canal para la expresión de la relación del hombre con su Dios. La ofrenda del sacrificio que se hará en el Beit HaMikdash será el vehículo que forjará un puente con Dios, elemento que después de la destrucción del Beit HaMikdash se manifiesta por medio de la oración, la Tefilá diaria y constante.
¿Debería reconstruirse el Beit HaMikdash? Este deseo forma parte de las oraciones diarias en las cuales lo solicitamos. Sin embargo, el hombre contemporáneo no puede asimilar fácilmente la noción de un culto a Dios que se expresa por medio del sacrificio animal. Cuando esta interrogante fue planteada ante el Rav HaRashí Kook de Israel, él opinó que la reconstrucción del Beit HaMikdash necesitaba una intervención Divina directa. Existían tantos obstáculos invencibles que sin la ayuda de Dios no se podría erigir un nuevo Beit HaMikdash en el único sitio apropiado para ello, que ahora es ocupado por una mezquita.
De acuerdo con Kook, el mismo Dios que facilitará el tercer Beit HaMikdash, simultáneamente nos iluminará de tal manera que nuestra mente contemporánea podrá entender el significado de los sacrificios, los Korbanot para nuestra generación y las del futuro.
MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ
CONTIENE 2 MITSVOT POSITIVAS Y 1 PROHIBICIÓN
95. Éxodo 25:8 Construir el Beit HaMikdash (Templo Sagrado)
96. Éxodo 25:15 No quitar las varas del Arca
97. Éxodo 25:30 Arreglar el pan de la proposición (léjemhapanim) y el incienso