De ser mujer, periodista, personaje de la TV en los años de pantallas en blanco y negro. De ser una niña inmigrante para años más tarde abrirse paso en un mundo dominado por los hombres en una sociedad básicamente machista. De ser amante y conocedora del arte, patrona de artistas incipientes. De tener apariencia física frágil.
Sofía Imber se convirtió en una mujer agigantada, respetada y hasta temida; en un ícono en muchos ámbitos del quehacer venezolano. Era cosmopolita en su visión, universalista en su prisma y preocupación, pero al mismo tiempo auténticamente venezolana en el fondo de su ser.
Su nombre fue borrado, pero los de una generación anterior sabemos que el Museo de Arte Contemporáneo es el Museo de Sofía. Un presidente venezolano le añadió el nombre de Sofía al Museo y otro presidente venezolano lo borró, solo que este último desconocía que el nombre de Sofía había sido grabado con tinta indeleble.
Habiendo nacido en Europa, sabía de parte de padres y familiares el significado de la persecución que tenía como blanco al judío. Desde que llegó a Venezuela nunca permitió que esa alternativa fuese borrada de su mente, y por ello también su entrega por la libertad de pensamiento y actuación estaban esculpidos en su alma y nunca pudo identificarse con cualquier intento de imposición de una sola manera de pensar, provenga de donde sea.
Sofía era libre, en sus ideas y manera de vivir. Su descendencia se nutrió de esa actitud que solo admitía al intelecto como árbitro. Era pensadora e investigadora y sus escritos reflejaron ese apego por la verdad.
La muerte, muy antes de tiempo, de su hijo Pedro, le asestó un golpe del cual ningún padre se recupera totalmente, y menos una madre.
Al mismo tiempo entrega y cuidado de sus hijas, le dieron el sostén para seguir adelante con sosiego y serenidad durante la última etapa de su vida.
La comunidad judía, en particular, sabe que ha perdido a una elocuente defensora de los derechos humanos, a una sagaz luchadora al lado del Estado de Israel.
Venezuela está enlutada porque una de sus hijas más ilustres ya no está más en cuerpo, pero sigue vigente en alma y recuerdo en los corazones de muchísimos que la conocimos y valoramos.
Rav Brener.
Como siempre, MAGISTRAL.
Le agradezco el merecido reconocimiento que le hace a Sofía, nuestra versión local y tropical de Golda.
Morè, el nombre de Sofìa volverà al museo que ella creò. Eso tèngalo por seguro.
RabinoBrener, excelente articulo y homenaje a una gran mujer. Muchos carinos, david y dora
Rabino BRENER. excelente articulo. merecido homenaje a una gran mujer.
Muchos carinos, dora