El mes Tishrei está lleno de festividades. Empieza con los Yamim Noraim, los diez días de arrepentimiento y retorno a las raíces que son el tema fundamental de Rosh HaShaná y Yom Kipur. Cinco días después empieza la celebración de Sucot, que conmemora la protección divina que tuvieron los hebreos durante el largo período de cuarenta años de travesía por el desierto. El último día de esta festividad, que en la Diáspora consiste en dos días, se denomina Sheminí Atséret.
¿Cuál es la razón de esta celebración? Según el Midrash, Dios añora la compañía del pueblo hebreo y exclama: “Me es difícil despedirme de ustedes, permanezcan un día adicional”.
El vocablo Atséret quiere decir “cierre” y la festividad viene a ser una especie de conclusión de unas tres semanas de intensa celebración religiosa.
En el Talmud, la nomenclatura Atséret se utiliza para designar a la festividad Shavuot, que carece de fecha exacta.
Se celebra siete semanas después de Pésaj, de acuerdo con el instructivo del texto sagrado y, debido a esa imprecisión, existió una fuerte disputa entre los Perushim y Tsedukim de antaño. Los Tsedukim argumentaron que el conteo de las siete semanas debe empezar el primer Shabat que ocurre durante Pésaj, mientras que los Perushim sostuvieron que la festividad se celebra siete semanas después del segundo día de Pésaj. Acatamos la segunda opinión.
La designación Atséret para Shavuot implica que la festividad es una conclusión, y en este caso la referencia tiene que ver con Pésaj. Si tomamos en cuenta que Shavuot es el aniversario de la entrega de la Torá, está claro que el cierre, la meta de la liberación egipcia que celebra Pésaj, es la entrega de la Torá, que servirá de norte espiritual al pueblo hebreo.
La libertad no podía desembocar en un libertinaje que condujera al caos y a la destrucción de la sociedad. Los derechos que la libertad y la independencia otorgan habían de tener un marco legal para canalizar la energía del pueblo y permitir su desarrollo social y espiritual. Por ello, la designación Atséret demuestra la relación entre estas dos festividades.
¿Cuál es la relación entre Sheminí Atséret y las festividades que la preceden en Tishrei? Mientras que Rosh HaShaná tiene como símbolo visible al shofar, cuyo sonido tiene que ser traducido en un mensaje ético, un llamado a la teshuvá, el arrepentimiento por los errores y la firme decisión de evitar cometerlos en el futuro, en cambio Yom Kipur no tiene representación alguna: debe ser un día de un contenido espiritual puro, no se puede permitir que algún símbolo enturbie u ofusque la pureza del día, su designio primario.
La festividad de Sucot, además de celebrar la protección divina de antaño también señala la época de la última cosecha del año, momento para agradecer las bondades de la naturaleza que tienen un origen divino. Por ello, el simbolismo de la sucá –especie de choza utilizada en el Medio Oriente por los beduinos que se trasladan de lugar en lugar– y la utilización del etrog y del lulav con sus acompañantes, el mirto y el sauce, aluden a la relación de la festividad con la agricultura y el cultivo.
No es difícil detectar una lección significativa en la instrucción bíblica que exige residir en una sucá durante esta festividad. Enseña que el hogar no depende de la solidez de sus muros, ni del mobiliario lujoso. Hogar puede ser una simple choza cuando existe una relación de armonía y solidaridad entre sus integrantes. Amor y devoción, respeto y consideración, son los parámetros que promueven la felicidad de la familia que habita una casa que, de esa manera, se convierte en un hogar.
La celebración de Sheminí Atséret apunta al hecho de que, más allá de los simbolismos y sus interpretaciones, la energía y vitalidad del pueblo hebreo están basadas en su relación directa con el Creador, que manifestó su voluntad y formuló, mediante la Torá, cuál es el sendero que permite y estimula el crecimiento espiritual. Por ello tal vez se concluye el ciclo anual de lectura de la Torá en esta fecha, que en la Diáspora se realiza el segundo día, denominado Simjat Torá.
Sheminí Atséret concluye el ciclo de Tishrei sin un símbolo específico porque, tal vez, la relación entre hombre y Dios no puede ser resumida ni comprimida en un objeto: su naturaleza consiste en una exquisita mezcla de intelecto y sentimiento, que es particular y personal para cada individuo.