EL NÚMERO CUATRO
En el caso del Séder de Pésaj que recientemente celebramos, el número cuatro aparece en varias oportunidades. Ma Nishtaná, las cuatro preguntas que los niños plantean la noche del Séder, que según algunos comentaristas deben ser recitadas también por los adultos porque forman parte del texto de la Hagadá. La tipología de los 4 posibles jóvenes que pueden estar presentes: Jajam, el inteligente; Rashá, el malvado; Tam, el simple y Sheenó yodea lish’ol, quien no sabe plantear una pregunta. Todo ello y algunas cosas más, se desprende de las 3 expresiones que la Torátestimonia que fueron utilizadas por Dios para asegurar a los hebreos que los sacaría de la servidumbre egipcia.
Incluso el instructivo Vehigadetá, “y le relatarás”–que da nombre a la Hagadá– también está repetido 4 veces en la Torá. ¿Por qué hay cuatro expresiones? ¿Acaso una de ellas no era suficiente? Haniel Farberargumenta que se debe leer detenidamente el texto bíblico para descubrir que se trata de una evolución de la libertad y la salvación, hecho que a su vez es reflejado en el carácter individual de los diferentes jóvenes presentes alrededor de la mesa del Séder. Incluso la palabra Pésaj se puede leer como Pe Saj, boca que habla, y de esta manera se destaca la diferencia de esta festividad y las de Shavuot y Sucot que también conmemoran el éxodo de Egipto, sin el soporte de una Hagadá.
¿Por qué se da tanta importancia a los niños esa noche? Tal vez porque la esclavitud egipcia también tuvo la característica de una “guerra contra los niños”. Los edictos del faraón estaban dirigidos contra ellos. Dado que, según el Midrash, sus astrólogos vaticinaron que el salvador de los hebreos estaba por nacer, ordenó que todos los varones fueran muertos de inmediato después de nacer. Pero las comadronas hebreas, que según el Midrash eran realmente la madre y hermana de Moshé, desobedecieron el edicto del faraón. Cabe destacar que quienes desobedecieron el edicto real fueron las mujeres, quienes en muchas oportunidades posteriores de la historia mostraron más valentía por encima de los varones.
Cuando el faraón se percató que su edicto no era obedecido ordenó que todos los varones fuesen arrojados al río para sufrir allí una muerte segura. Es obvio que el blanco principal del faraón fueron las nuevas generaciones y, tal vez por ello, cuando Moshé se presentó ante el monarca le informó que su intención de viajar al desierto para servir a Dios incluía a los niños, porque el judaísmo exige, ante todo, la continuidad.
La validez del presente está condicionada por la promesa del mañana. La primera expresión, Vehotsetí, “y los sacaré” del yugo egipcio es la promesa fundamental, porque cualquier avance y evolución en el campo religioso exige ante todo la rotura física de la esclavitud, escapar del entorno de la servidumbre.
El Jajam entiende que, para el crecimiento emocional y espiritual, es necesario salir del entorno de la esclavitud. El Rashá también puede ser inteligente, pero utiliza sus dotes intelectuales erróneamente. La respuesta de la libertad física es insuficiente para él, por ello la segunda expresión, Vehitsaltí, habla de la salvación del espíritu, la posibilidad de la regeneración, de un nuevo prisma es su apreciación del entorno.
Para el Tam, que no está contaminado con ideales ajenos, la promesa de Vegaaltí apunta hacia la redención del alma, que se eleva por encima de la idolatría en la cual Egipto estaba inmerso.
Finalmente, el Sheenó Yodea Lish’ol, quien no sabe formular una pregunta, debe sentir que para Dios es importante. Por ello, Velakajtí li, Dios le dice “te acercaré a Mí, para Mí tú tienes valor como un ser humano cuya alma también tiene un ingrediente que proviene directamente de Mí”.
Falta destacar que existen dos personajes que aparecen momentáneamente, no se quedan para el Séder, pero que son fundamentales. No se quedan para la cena completa del Séder que se está celebrando en esa noche y sin embargo, tienen un rol determinante en la historia del pueblo hebreo.
El primero es Moshé cuyo nombre solo aparece en una cita bíblica, porque el autor de la Hagadá simplemente ignora su determinante participación en el relato del Éxodo. La razón de este hecho puede ser para que no se confundan los hechos. Moshé era el emisario de Dios para enfrentar al Faraón y convencer a los hebreos acerca de las bondades de la libertad. Pero quien produjo las plagas que resultaron en el Éxodo, ese fue Dios. Pero, por otro lado, tampoco se debe olvidar el liderazgo de Moshé quien consagró su vida, e incluso desatendió a su familia inmediata, para dedicar todos sus esfuerzos en beneficio del pueblo.
El segundo personaje que aparece momentáneamente en la noche del Séder es el profeta Eliyahu quien también anunciará la venida final del salvador, el Mashíaj.
El Séder por lo tanto habla del pasado a través de la figura de Moshé, y de un futuro redentor a través del profeta Eliyahu.
Pésaj tiene 4 nombres: Jag HaAviv, la festividad de la primavera; Jag HaJerut, la festividad de la libertad; Pésaj, el nombre del Korbán y en recuerdo de que Dios pasó por alto los hogares hebreos cuando fueron muertos los primogénitos, y Jag HaMatsot, que es el nombre usual en la Torá. Por la Matsá, el pan de la pobreza, que los hebreos comieron en Egipto y en su prisa por salir de la esclavitud, sin esperar que la masa leudara.
Aunque el número 4 es un pivote alrededor del cual giran muchas cosas como las cuatro copas de vino, el Séder se implantó como la fecha más celebrada en el mundo judío porque su centro es la familia: el padre que lo conduce, la madre que hace todos los preparativos necesarios asistida por el resto de la familia, la participación de todos los comensales.
Si quieren saber cuál es la energía vital que permitió la supervivencia del pueblo judío no obstante los avatares de la historia fíjense bien quien se encuentra alrededor de su mesa la noche del Séder: la familia bien definida y conformada es la mayor fuerza social y espiritual del judaísmo.