Ya hemos mencionado en otra oportunidad, que el cumplimiento, la mitsvá, principal de Rosh HaShaná, es escuchar el sonido del Shofar. Hemos hablado acerca de ello, el sonido principal se llama Teruá, que consiste de al menos nueve sonidos cortos seguidos uno tras el otro. Es un sonido de alarma, pero en el Talmud también se dice que Teruá es Yebabá , que quiere decir lloriqueo.
En efecto hay tres mujeres que forman parte de la liturgia, de las lecturas bíblicas del Rosh HaShaná, que lloraron en cierto momento.
¿Quiénes son esas tres mujeres?, Hagar, Rajel y Janá. Hagar era la sirvienta de Sará, la primera matriarca, dado que Sará tenía dificultad en tener hijos, ella le propuso a su esposo Abraham, por qué no te casas también con Hagar y el hijo que van a tener , que va a salir de esa unión será como mi hijo también. Pero resultó que después de que nació ese hijo, que se llama Yishmael, ella misma Sará, salió en cinta y dio a luz a un joven que se llamó Yitsjak. Sará sintió de que Yishmael, el hijo de Hagar, se burlaba de su hijo Yitsjak y ella no quería que continuara en ese ambiente. Le dijo a su esposo Abraham…”Saca a esa mujer Hagar y a su hijo de nuestro hogar porque hay una influencia sumamente negativa sobre nuestro hijo Yitsjak”. Abraham escuchó las palabras de Sará y expulsó a Hagar de su hogar.
Cuenta la Torá que ella huyó a un desierto y se alejó de su hijo porque veía de que iba a morir de hambre y de sed. Empezó a llorar y apareció un ángel y se solucionó todo. ¿Por qué lloró Hagar? Porque su hijo estaba por morir. Una segunda mujer que también lloró es Rajel. Rajel era la esposa preferida de Yaacov. Yaacov se caso con dos hermanas, Leá y Rajel. Rajel propició el matrimonio de Leá, le ayudó de alguna manera a ser la primera esposa de Yaacov. Leá dio a luz a seis varones, mientras que ella, Rajel simplemente no salía en cinta. Entonces Rajel le imploró a Dios, le imploró a su esposo, “haz algo, porque si no tengo hijos voy a morir”. Entonces tuvo dos hijos, el primero se llamó Yosef y el segundo se llamó Binyamìn. Rajel llora por el exilio del pueblo judío, su presencia en el camino a Beit Léjem es simbólico del destierro, del exilio del pueblo judío.
La tercera mujer que lloró se llamaba Janá. Janá era una mujer que tampoco podía tener hijos. Entonces fue al santuario de Elí. La otra esposa de su marido ya tenia diez hijos y ella no tenia ninguno, así empezó a llorar y a implorar a Dios. Lo hacía en silencio y nos enseñó que la verdadera súplica se hace en silencio. Uno no tiene que gritarle a Dios. Dios escucha. Derramó lagrimas también. Vemos que el común denominador siempre es por algo fuera de uno, por ayudar, por tener hijos, pero no es para sentirse mejor, por ser más bella.
Las lágrimas que Dios escucha son las que se derraman por otro. El sonido del Shofar tiene que escucharse cien veces en Rosh HaShaná, ¿Por qué cien? Por otra mujer que lloró también. Esa fue la madre de Siserá, ¿Quién era este Siserá? Era un comandante sumamente cruel y fue derrotado después de haber cometido muchos asesinatos contra el pueblo judío. Fue vencido por la profetisa Devorá. Dijo entonces la prefetisa, que la madre de Siserá estaba esperando por que su hijo retornara y no lo hizo. Entonces ella empezó a llorar y supo luego que su hijo había muerto.
Las lágrimas de una madre por la pérdida de un hijo, son a lo mejor las lágrimas que llegan más cerca al trono celestial, y es por eso es que nosotros tocamos hoy cien veces el Shofar. Porque ella derramó cien lágrimas. Ciento una dicen nuestros sabios, una adicional por otra razón. ¿Era judía la madre de Siserá? Esta mujer ni siquiera tiene nombre en el libro de los profetas. Es que ella es simbólica, de las perdidas que a veces ocurren en la familia, pueden ser las de un hijo, pueden ser las de un esposo. Incluso la perdida del trabajo a veces puede tener un efecto sumamente nefasto en una familia, así que esas lagrimas y las las súplicas por las faltas reales que tenemos en la vida, son las súplicas que llegan más cerca al trono de Dios.
La madre de Siserá no era judía, eso es para señalarte que Rosh HaShaná es una conmemoración universal, el día del juicio es un día universal, no tan solo el pueblo judío, sino que todos los pueblos del mundo, pasan delante de Dios, cada ser humano, tal como el rebaño pasa uno por uno delante del pastor, así cada uno de nosotros pasamos delante de Dios.
Si nuestras súplicas son sinceras, y nuestras lágrimas representan realmente los que nos hace falta, seguramente serán recibidas por Dios. Así que les deseo a cada uno un año de bienestar, un año donde se realicen y concreten sus sueños más anhelados.
Nos vamos a reventar por tantas maravillosas enseñanzas mi querido Rabino Brener. En verdad no tengo palabras con las cuales agradecerle tan maravillosas enseñanzas.
Shalom u’veracha
Maravilloso, Rabino. Cada enseñanza es invalorable. Gracias.
Me ha encantado vuestro post y me ha sabido a poco pero ya sabeis lo que dice el dicho “si lo bueno es breve es dos veces bueno”. Me gustara volver a leeros de nuevo.
Saludos