EL CONTEO DE LOS DÍAS

Parashá EMOR

El texto semanal también se distingue por una enumeración de los diferentes días sagrados en el calendario hebreo y detalla algunas de las leyes que los rigen. Hacemos referencia particular a Sefirat HaÓmer, el conteo del Ómer, que se debe realizar Mimojorat HaShabat, al día siguiente del Shabat de Pésaj. Esta ordenanza fue el motivo de un debate entre los Perushim y los Tsedukim. De acuerdo con los Perushim, el conteo debe empezar el día domingo que sigue al día Shabat después del primer día de Pésaj. Los Perushim argumentaron que la festividad de Pésaj también recibe la nomenclatura de Shabat y, por lo tanto, esta Mitsvá se observa con el conteo que empieza el segundo día de Pésaj. De acuerdo con los Tsedukim, Shavuot se celebraba siempre un día lunes, mientras que de acuerdo con los Perushim se debía celebrar el mismo día de la semana que el segundo día de Pésaj.

Según ambas interpretaciones, la Torá ordena contar cuarenta y nueve días completos que culminan el día cincuenta con la festividad de Shavuot, el aniversario del recibimiento de la Torá en el monte Sinai. Cabe indagar, ¿por qué no se recita, además de la Berajá pertinente, la Berajá Shehejeyanu tal como se estila al escuchar el sonido del shofar en Rosh HaShaná, por ejemplo?

Se argumenta, primero, que Sefirat HaÓmer no debe ser considerada una Mitsvá DeOraitá, ordenada por la Torá, porque está relacionada con el Beit HaMikdash que no existe en el presente. Así como el Talmud considera que en la actualidad, Sefirat HaÓmer es sólo Zéjer laMikdash, en recuerdo del Beit HaMikdash, el conteo tiene un propósito específico–la preparación para Shavuot– pero carece de valor propio. En cambio, el Beit Din recitaba Shehejeyanu cuando hacía el conteo para arribar a Yovel, el año jubilar. Por otro lado, una mujer Zavá, que tiene una emisión, debe contar siete días sin ver vestigio de esa emisión y al octavo día adquirirá la calificación de Tehorá, ritualmente pura. En este caso tampoco se recita Shehejeyanu durante el conteo, porque éste tiene la finalidad de arribar al octavo día que tiene la mencionada significación ritual. Los días del conteo son simplemente el vehículo, el instrumento para concluir en un día de un significado religioso determinado.

Observamos que durante los Shalosh Regalim, Janucá y Purim, por ejemplo, se recita Shehejeyanu cuando se observa una Mitsvá específica, ya sea la Matsá o el Lulav, el encen- dido de la Menorá o la lectura de la Meguilá, porque esos días conmemoran eventos históricos que son trascendentales para el pueblo judío. En cambio, en el caso del Brit Milá, se deben contar ocho días para celebrar la circuncisión y no existe ninguna obligación de recitar Shehejeyanu para anticipar el evento, porque el evento esperado es la meta: el Brit Milá en el octavo día.

Cabe destacar la importancia de Shavuot, ya que la Torá exige que se cuenten ansiosamente los días para esta fecha. Mucho se ha reflexionado y escrito acerca de la naturaleza del judaísmo. Empezando con ¿quién es judío? La respuesta obvia es que judío es aquel que nace de una madre judía o se convierte voluntariamente al judaísmo. Pero al mismo tiempo está claro que la condición judía no es solamente la consecuencia de haber nacido de un vientre judío o de haber pasado por una ceremonia de conversión. Ser judío implica un comportamiento que se ajusta a un conjunto de normas y principios contenidos en la Torá y explicados en la Ley Oral, que básicamente están contenidos en los folios del Talmud.

Mientras que otras religiones acentúan el simbolismo físico a través de sus templos y efigies, el judaísmo destacó la importancia del tiempo a través de las diferentes festividades que celebran eventos históricos y espirituales. Incluso Yom Kipur, el Día del Perdón, conmemora el perdón divino por el pecado del Éguel Hazahav, el Becerro de Oro.

El tiempo, las horas y los días son elementos que ofrecen la misma oportunidad a todos los sectores. El reloj marca el tiempo de manera igual para el pobre y el rico, para el hombre y la mujer. Las festividades sirven para concienciar al ser humano a fin de que haga un uso apropiado del mismo, y especialmente, para afinar su sensibilidad espiritual, que debe conducir a la solidaridad con el prójimo.

SANTIDAD INDIVIDUAL Y DEL COLECTIVO

Parashá KEDOSHIM

Estos capítulos contienen cincuenta y un leyes nuevas no enunciadas anteriormente; sin embargo, el instructivo que destaca es “Kedoshim tihyú” (“serán Kedoshim”, sagrados). De acuerdo con Rashí, ser Kadosh, implica estar “separado”, mantenerse aparte de lo que para muchos es la normativa. Ser Kadosh, quiere decir no seguir necesariamente la corriente, abstenerse de la conducta adoptada por la mayoría cuando un imperativo moral así lo exige. El texto relaciona la idea de Kadosh con el temor-respeto que se debe a los padres y el cuidado por las normas del Shabat. Estos hechos que deben conducir al repudio de la idolatría es la conclusión de los primeros versículos. Todo ello está condicionado por la frase: “Yo soy HaShem, tu Dios”.

La Torá enseña que el pueblo judío fue dotado con la cualidad de Kedushá, que se desprende de la Kedushá de Dios, y se obtiene a través de las Mitsvot. De tal manera que, por abstenerse de la idolatría, también se adquiere la Kedushá.

En realidad, no sólo el Kohén, sino cualquier miembro del pueblo judío debería tener la facultad de recitar Birkat Kohanim, la Bendición de los Kohanim, por estar dotado de Kedushá, si bien la Torá no exige hacerlo. Tal como la mujer judía, aunque no tiene la obligación de cumplir con la Mitsvá de Sucá, sin embargo, recita la Berajá indicada al ingresar a una Sucá durante la festividad de Sucot. Pero, el caso de Birkat Kohanim es aparentemente diferente, tal como lo sugiere la Berajá que se recita que incluye la frase “Bikedusható shel Aharón”. Para recitar Birkat Kohanim se requiere la Kedushá adicional que recibieron Aharón y sus descendientes. En cambio, la mujer judía posee la misma Kedushá que tiene el resto del pueblo de Israel.

De cierta manera, la noción de Kedushá representa la característica fundamental del pueblo judío, tal como reza el versículo: Veatem tihyú li mamléjet kohanim vegoy Kadosh, “y ustedes serán para mi un reino de sacerdotes y un pueblo santo”. Aquí tenemos resumidas la aspiración y misión del pueblo judío: adquirir santidad que implica apartarse de lo que es cotidiano para destacar lo trascendente.

Se puede argumentar que la idea de Kedushá no implica solamente abstenerse de violar la ley, sino incluso ser mesurados con las cosas que están permitidas. Kedushá implica un comportamiento que no abusa de la naturaleza y no interpreta la ley desde una óptica estrecha. En Devarim leeremos: Veasita hayashar vehatov”, “y harás lo que es recto y bueno”), porque además de las leyes específicas, existe el norte de lo que es recto y bueno, un principio que debe servir de guía para el comportamiento humano.

La Kedushá no es una acción, sino un “estado” de santdad al que debe aspirar la persona. La Kedushá es la característica, la personalidad específica que adquiere el individuo por cumplir las leyes de la Torá. La Kedushá es incompatible con el odio, incluso aquel que no se manifiesta en la acción, tal como reza el versículo: “No odiarás a tu hermano con tu corazón”. Al notar el comportamiento errado de otra persona, “llamarás la atención de tu hermano”, porque Kedushá también implica responsabilidad por la conducta del prójimo.

El prójimo debe sentir que el “llamado de atención” es una consecuencia del amor y no del odio. Por ello, la reprimenda inicial debe ser en privado y solamente cuando no se produce el efecto deseado, puede hacerse uso de otro entorno para corregir el error de la persona.

Por un lado está la Kedushá del individuo, la responsabilidad de cada miembro del colectivo. Pero también existe la Kedushá del Kahal, el colectivo. Nuestros capítulos empiezan con el instructivo dirigido al pueblo entero: Kedoshim tihyú, que exige la santidad de la comunidad en su totalidad.

EL CUMPLIMIENTO TOTAL DE LA MITSVÁ

Parashá AJAREI MOT

Nadav y Avihú, los hijos del Kohén Gadol, perecieron bekarevatam, cuando estaban ante Dios. Está claro que quien está en la “cercanía” de Dios puede alcanzar niveles espirituales insospechables, pero también vive un momento de incertidumbre, porque el castigo por cualquier falta es muy severo. El comportamiento de quienes están en una posición de liderazgo religioso –por estar próximos a Dios– sirve de modelo para otros. Por ello, cualquier error puede ser fatal, tal como lo fue en el caso de los dos hijos de Aharón.

El texto bíblico continúa con la descripción de las actividades del KohénGadol en Yom HaKipurim, el Día del Perdón, cuando tenía que ofrecer dos chivos como korbanot.

Uno de ellos, sería una ofrenda “jatat” para expiar el pecado y el segundo sería enviado al desierto para, simbólicamente, cargar sobre sus hombros la culpa del pueblo. El destino de es la conclusión de los primeros versículos. Todo ello está condicionado por la frase: “Yo soy HaShem, tu Dios”.

La Torá enseña que el pueblo judío fue dotado con la cualidad de Kedushá, que se desprende de la Kedushá de Dios, y que se obtiene a través de las Mitsvot enumeradas.

De tal manera que, por abstenerse de la idolatría, también se adquiere la Kedushá.

En realidad, no sólo el Kohén, sino cualquier miembro del pueblo judío debería tener la facultad de recitar Birkat Kohanim, la Bendición de los Kohanim, por estar dotado de Kedushá, si bien la Torá no exige hacerlo. Tal como la mujer judía, que aunque no tiene la obligación de cumplir con la Mitsvá de Sucá, sin embargo, recita la Berajá indicada al ingresar a una Sucá durante la festividad de Sucot. Pero, el caso de Birkat Kohanim es aparentemente diferente, tal como lo sugiere la Berajá que se recita que incluye la frase “Bikedusható shel Aharón”. Para recitar Birkat Kohanim se requiere la Kedushá adicional que recibieron Aharón y sus descendientes. En cambio, la mujer judía posee la misma Kedushá que tiene el resto del pueblo de Israel.

De cierta manera, la noción de Kedushá representa la característica fundamental del pueblo judío, tal como reza el versículo: Veatem tihyú li mamléjet konahim vegoy Kadosh, “y ustedes serán para mi un reino de sacerdotes y un pueblo santo”. Aquí tenemos resumidas la aspiración y misión del pueblo judío: adquirir la santidad que implica apartarse de lo que es cotidiano para destacar lo que es trascendente.

Se puede argumentar que la idea de Kedushá no implica solamente abstenerse de violar la Ley, sino incluso ser mesurados con las cosas que están permitidas. Kedushá implica un comportamiento que no abusa de la naturaleza y no interpreta la Ley desde una óptica estrecha. En Devarim leeremos: Veasita hayashar vehatov”, “y harás lo que es recto y bueno”, porque además de las leyes específicas, existe el norte de lo que es recto y bueno, un principio que debe servir de guía para el comportamiento humano.

La Kedushá no es una acción, sino un “estado” de santidad al que debe aspirar la persona. La Kedushá es la característica, a personalidad específica que adquiere el individuo por cumplir las leyes de la Torá. La Kedushá es incompatible con el odio, incluso aquel que no se manifiesta en la acción, tal como reza el versículo: “No odiarás a tu hermano con tu corazón”. Al notar el comportamiento errado de otra persona, “llamarás la atención de tu hermano”, porque Kedushá también implica la responsabilidad por la conducta del prójimo.

El prójimo debe sentir que el “llamado de atención” es una consecuencia del amor y no del odio. Por ello, la reprimenda inicial debe ser en privado y solamente cuando no se produce el efecto deseado, puede hacerse uso de otro entorno para corregir el error de la persona.

Por un lado está la Kedushá del individuo, la responsabilidad de cada miembro del colectivo. Pero también existe la Kedushá del Kahal, el colectivo. Porque nuestros capítulos empiezan con el instructivo dirigido al pueblo: Kedoshim tihyú, que exige la santidad de la comunidad en su totalidad.

One is All

The shooting in Poway California, fortunately, left only the balance of one fatality, Lori Gilbert Kaye. Rabbi Yisroel Goldstein intervened bravely and lost two fingers of his hands but, thank God, he is presently in good health, otherwise.

A major massacre was averted thanks to the timely reaction of a community member who with a gun in hand drove away from the individual who was later identified by his name John Earnest.

Of course, when you compare this murder with what happened in Sri Lanka just a few days before with a balance of about 250 killed, Poway looks like a minor event.

On the other hand, just a few months ago, The Tree of Life Synagogue in Squirrel Hill suffered an attack that killed 11 people, in addition to those injured by that fact. Again, " Chabad of Poway" suffered less when we compared with the events cited.

I would like to highlight several points. " The shootings, the shooter" the designations used in English for these events are lukewarm, antiseptic expressions, dictated perhaps by the subsequent legal judgment that must be made. But we should be clear that it is not about shots or those who fired them, these events constitute cold-blooded killings, executions without previous judgments. They are the expression of maximum cruelty: the extinction of the life of another human being.

On many occasions, I reflected on the biblical injunction that demanded the universal donation of a coin, the half Shekel, for the needs of the House of God, which at the same time served for a census of the Jewish people. Two purposes were obtained through a single action, because counting the coins simultaneously established the number of Hebrews in the desert. There was no count of the people, there was a count of the coins. I think that there is a deep lesson involved. The Torah teaches that human beings cannot really be counted as if we were dealing with a flock. Every human being is a whole world.

The world was created for him and for her. Everyone perceives the reality from their own perspective, through their own thoughts
and experiences. The Mishnah teaches: Why did God create only one man in the beginning? To illustrate that in the beginning humanity consisted of only one human being and whoever killed him would be killing all humanity would have destroyed all the human beings in existence. This teaching is for all history: " to kill a human being is to kill all humanity." One of the most respected members of the synagogue where I am currently praying cites his late father who used to tell him
in Yiddish: “& quot;  yoren tselt men nit, gelt tselt men" &quot” ; we do not count the years, we count money " It is not just a jocular saying.

It includes wisdom that teaches that not every year of a person life is equivalent. There are days that have great content, meaning, and purpose, while others pass without leaving a trace. There are those who can achieve laudable goals in days, while others allow days and months to pass as if they had not existed. There are people who justify their trajectory on earth through a single timely meritorious action.

Just as you cannot add the pain of patients sitting in the antechamber of the doctor, because everyone feels only their own pain, similarly you cannot add lives, each life is everything. Actually, you cannot add the years of the person’s life. Each year has a different significance.

The accent, therefore, should not rest on the fact that only one lady died in Poway. A whole universe, in its entirety, was extinguished that day. Lori Gilbert Kaye is gone.
Jewish tradition teaches that the word is very powerful. To speak badly of another person amounts to murder, idolatry, and incest. Are we facing an exaggeration? Perhaps. But, maybe we are not. Those preachers who, in the name of a god who demands revenge, incite hatred and even murder, with their words become co-responsible for the crimes. There cannot be a god that demands at this point of History, to exterminate those who disagree with a specific religious confession. Or with an alternate interpretation of an ancestral tradition.

It is intolerable to allow the dissemination of ideas about the superiority of some sectors of human society over others that are based on skin color, ancestral descent or language. The results are visible and unforgivable.

Our tolerance has to have a limit. When the Hebrews came out of Egyptian bondage, they immediately went to Mount Sinai where they would receive the Torah. Freedom can also lead to debauchery. The Law must set a framework for human behavior and that includes action, but also the word that can lead to the destruction of other human beings.

Ask Lori’s husband, the doctor who held her in his arms in the last moments of life without being able to help her. Ask him if he feels consolation because only the partner of his life was murdered, and nobody else was.

Poway, Sri Lanka, Squirrel Hill, the Twin Towers represent unequal events but they are basically the same because the value of human life is infinite. You cannot add to the death of people. The crime is horrendous even before counting the number of victims.

Uno lo es todo

Sobre el Ataque a una Sinagoga en San Diego, California USA

Los disparos en Poway California afortunadamente dejaron solamente el saldo de una víctima mortal Lori Gilbert Kaye. El rabino Yisroel Goldstein intervino valientemente y perdió dos dedos de sus manos pero, gracias a Dios, sigue con vida saludable. Gracias a la reacción oportuna de un miembro de la comunidad que ahuyentó, con pistola en mano, al individuo que luego fue identificado por su nombre John Earnest, una masacre mayor fue evitada.

Desde luego, cuando se compara este asesinato con lo ocurrido en Sri Lanka apenas unos días antes con un saldo de unos 250 asesinados, Poway luce como un evento muy menor.

Por otro lado, tan solo unos meses atrás la sinagoga The Tree of Life en Squirrel Hill sufrió un ataque donde murieron 11 personas, además de los heridos por ese hecho. Nuevamente, “Chabad of Poway” sufrió menos cuando comparamos los diferentes eventos citados.

Quisiera destacar varios puntos. “The shootings, the shooter”, las designaciones utilizadas en Inglés para estos eventos, son expresiones tibias, antisépticas, dictadas tal vez por el juicio legal posterior que debe hacerse. Pero deberíamos estar claros que no se trata de disparos o de quienes dispararon, estos eventos constituyen asesinatos a sangre fría, ajusticiamientos sin juicios previos. Son la expresión de la crueldad máxima: la extinción de la vida de otro ser humano.

En muchas oportunidades reflexioné acerca del dictamen bíblico que exigió el donativo universal de una moneda, el medio Shékel, para las necesidades de la Casa de Dios, que al mismo tiempo sirvió para un censo del pueblo judío. Se obtuvo dos propósitos a través de una sola acción, porque al contar las monedas se establecía simultáneamente el número de los hebreos en el desierto. No se hizo un conteo de las personas sino de las monedas. Sostengo que hay una lección más profunda. La Torá enseña que seres humanos realmente no se pueden contar tal como si se tratara de un rebaño. Cada ser humano es todo un mundo. El mundo fue creado para él y para ella. Cada uno percibe la realidad desde su propia perspectiva, a través de sus propias experiencias y vivencias.

Enseña la Mishná: ¿Por qué creo Dios un sólo hombre en el principio? Para ilustrar que en el comienzo la humanidad consistió de un solo ser humano y quien lo asesinara estaría matando a toda la humanidad, habría destruido a todos los seres humanos en existencia. Esta enseñanza es para toda la historia: “asesinar a un ser humano equivale matar a toda la humanidad”.

Uno de los miembros más respetados de la sinagoga donde rezo actualmente, cita a su difunto padre quien solía decirle en Yídish: “yoren tselt men nit, gelt tselt men”, “no contamos los años, contamos el dinero”. No se trata solamente de un dicho jocoso. Incluye sabiduría que enseña que no todos los años de la vida de una persona son equivalentes. Hay días que tienen un gran contenido, sentido y propósito, mientras que otros transcurren sin dejar una huella. Hay quienes pueden lograr objetivos loables en días, mientras otros permiten que los días y meses pasen tal como si no hubieran existido. Hay personas que justifican su trayectoria sobre la tierra a través de una sola acción meritoria oportuna.

Tal como no se puede sumar el dolor de los pacientes sentados en la antesala del médico, porque cada uno siente únicamente su propio dolor, de manera similar no se pueden sumar vidas, cada vida lo es todo. En realidad, no se pueden sumar los años de la vida de la persona. Cada año tiene un valor diferente.

El acento, por lo tanto, no debería reposar en el hecho de que solamente una señora murió en Poway. Todo un universo en su totalidad fue extinguido ese día. Lori Gilbert Kaye ya no está más.

La tradición judía enseña que la palabra es muy poderosa. Hablar mal de otra persona equivale al asesinato, a la idolatría y al incesto. ¿Estamos frente a una exageración? Tal vez. Pero, tal vez no lo estemos. Aquellos predicadores quienes en nombre de un dios que exige venganza, incitan al odio e incluso al asesinato, con sus palabras se hacen corresponsables de los crímenes. No puede haber un dios que exija a estas alturas de la Historia, exterminar a aquellos quienes estén en desacuerdo con una confesión religiosa específica. O con una interpretación alterna de una tradición ancestral.

Es intolerable permitir la diseminación de ideas acerca de la superioridad de algunos sectores de la sociedad humana sobre otras que están basadas en el color de la piel, la descendencia ancestral o el idioma. Los resultados están a la vista y son imperdonables.

Nuestra tolerancia tiene que tener límite. Cuando los hebreos salieron de la esclavitud egipcia, se dirigieron de inmediato al Monte Sinaí donde recibirían la Torá. Libertad también puede conducir al libertinaje. La Ley tiene que poner un marco a la conducta humana y eso incluye la acción, pero también a la palabra que puede conducir a la destrucción incluso de otros seres humanos.

Pregúntenle al esposo de Lori, el médico que la sostuvo en sus brazos en los últimos momentos de vida sin poder socorrerla. Pregúntenle si siente consuelo porque solamente la compañera de su vida fue la asesinada, y nadie más lo fue.

Poway, Sri Lanka, Squirrel Hill, las Torres Gemelas representan eventos desiguales pero que en el fondo son iguales, porque el valor de la vida humana es infinito. No se puede sumar la muerte de personas. El crimen es horrendo incluso antes de contabilizar el número de las víctimas.

Nos dejó Atanasio

Sobre el fallecimiento de Atanasio Alegre

En muchas oportunidades se habían constituido como un triunvirato: Juan Nuño, Gustavo Arnstein y Atanasio Alegre. Con el fallecimiento de Atanasio, el último de estos mosqueteros, concluye una etapa singular del intelecto venezolano. Juan nos dejó antes que Chávez asumiera la presidencia, Gustavo sufrió la intolerancia y beligerancia al intelecto de estos últimos años y Atanasio se exiló sin llegar a ver el retorno a la gobernabilidad de Venezuela. A una renovada manifestación de la tradicional amistad y tolerancia del pueblo venezolano.

Pero Atanasio, aunque residenciado principalmente en España y Francia, permaneció todo este tiempo en Venezuela a través de su pluma y publicaciones, especialmente con sus ensayos en EL NACIONAL y los numerosos volúmenes que produjo.

Tenía una extensa educación católica religiosa, y aunque muy respetuoso de sus enseñanzas, nunca permitió que pusiera freno a su pensamiento libre y actividad intelectual.

Juntos, construimos Conciencia Activa, fundación que se propuso la olímpica misión de servir de guía intelectual y moral a la sociedad. Atanasio fundó y dirigió durante al menos una década, Conciencia Activa 21, publicación semestral de esta fundación en cuyas páginas, además de sus propios ensayos incisivos, intelectuales nacionales e internacionales plasmaron ideas y programas.

Ávido lector e incansable escritor, Atanasio se paseaba por las arenas de la historia para identificar aquellos cuyas obras habían abierto senderos para un pensamiento atrevido y novedoso. Uno de esos personajes fue Johann Reuchlin, cuya trayectoria y aporte plasmó en EL HEBRAISTA, libro con el que demostró erudición y lectura acertada de una época pasada que sirve también para iluminar el presente.

Atanasio dejó una serie de novelas que además de su contenido literario explican y detallan episodios que tuvieron eco en el desarrollo de la sociedad venezolana.

Devoto esposo de María Cristina, Atanasio fue un padre ejemplar para sus hijos y no cesaba de contarme los logros y éxitos de cada uno de ellos.

Como mencionara, Atanasio había profundizado estudios en la religión e incluso me parece recordar que durante algunos años el sacerdocio católico había formado parte de su biografía personal.

Estoy repasando estos días JEWS por Arthur Herzberg y Aron Hirt-Manheimer y se me parte el corazón al leer sobre las atrocidades que en nombre de la religión se cometieron contra el pueblo judío en la Edad Media. La expulsión de España en 1.492 había sido precedida un siglo atrás por la matanza en Sevilla de más de 40.000 judíos que se habían negado abandonar la religión de sus ancestros, además de los miles que optaron por la conversión. En Inglaterra habían sido desterrados por más de tres siglos empezando en 1.290. De tal manera que el siglo de oro de los judíos en España es una fantasía. Centurias antes, Maimónides tuvo que huir debido a
los Musulmanes y así sucesivamente, las religiones monoteístas estaban ensañadas contra el pueblo judío. No debe extrañar entonces que en la actualidad el pueblo judío que reside en el Estado de Israel sea tan celoso por su seguridad, ante todo.

Pero Atanasio tenía una mente libre y curiosa, su norte era la verdad de los acontecimientos y la lógica de su pensamiento. Reflejó la nueva realidad que impuso la dirigencia actual de la Iglesia Católica y de muchos del mundo Protestante en su relación con el pueblo judío. Señal de madurez por parte de todos, ya que tenemos que enfrentar juntos al materialismo y a la concentración en el yo-mi-mismo de la cultura contemporánea.

Nació en España, pero la península ibérica no es Suiza, de tal modo que su adaptación a Venezuela no fue traumática.

Interiorizó la venezolanidad y se integró totalmente a su sociedad que adaptó como la suya. Durante años conversamos, casi a diario. Atanasio era una enciclopedia ambulante y como lingüista y estilista, corrigió muchos de mis ensayos, antes de su publicación, aunque debo señalar, como se suele decir, la responsabilidad final quedaba en mi esquina.

Incluso después de su retiro de la Universidad Central donde fue un catedrático de renombre, habiendo sido el Secretario de Cultura de esta primera casa de estudios superiores de Venezuela, Atanasio no permitió descanso a su abundante materia gris y continuó produciendo y publicando.

Era un gran amigo personal, amigo de la comunidad judía de Venezuela, amigo del pueblo judío que admiraba. Dado que se compenetraba con los personajes históricos y con sus épocas, hizo lo mismo con el pueblo judío y no se condujo tal como un observador externo del mismo, participó personalmente con su
talento en varias iniciativas y actividades de la comunidad judía caraqueña.

Lamento su fallecimiento. Sé que abordó con valentía los últimos meses después del severo pronóstico médico y pudo enfrentar al Creador con muchos haberes y logros de su pasaje terrenal.

Físicamente se fue, pero su obra queda y perdura.

Paz a sus restos, admiración por su trayectoria y fecunda labor
intelectual.

Shalom lejá javer, hasta siempre amigo.

MOSHE RABENU: UN LÍDER BÍBLICO DISRUPTIVO

¿Cómo se puede optar por el liderazgo? Una forma de hacerlo es ofreciendo soluciones a los problemas del colectivo. Moshé podría haber asumido un papel de liderazgo al aliviar el sufrimiento de nuestros antepasados ​​en Egipto. No podemos olvidar la realidad de esos tiempos: “avadim hayinu leFar’ó beMitsrayim”, fuimos esclavizados y atormentados, y seguramente habríamos apreciado cualquier alivio que pudiera hacer más tolerable una situación terrible.

Moshé podría haber declarado: “Vamos a eliminar el trabajo de 14 horas por día”. “Exigiremos que trabajemos solo 10 u 11 horas diarias”. Él podría haber argumentado que beneficiaría tanto a los hebreos como a los egipcios. Nadie puede producir efectivamente en un día de trabajo tan largo y agotador. Podría haber argumentado que con menos horas, los hebreos se volverán más eficientes y eso beneficiaría a sus capataces.

“Si debemos salir a buscar paja para elaborar los ladrillos, habrá menos horas de producción y las edificaiones propuestas no se terminarán a tiempo”, argumentaría más adelante.

Lo anterior podría haber sido una plataforma política básica para Moshé. Sus sugerencias permitirían más tiempo para cimentar los lazos familiares, permitir que los padres se unan con los hijos. Habría sido aclamado por todos si hubiera tenido éxito con estas peticiones ante el Faraón.

Moshé, sin embargo, eligió un camino diferente. No abogó por una carga de trabajo más liviana y por más materiales de construcción. Fue un irruptor. Simplemente dijo: “Salgamos de aquí”. Mejor enmarcado en lo familiar: “Deja ir a mi gente”.

Moshé desafió la autoridad absoluta de un Faraón o de cualquier otra persona. Ningún ser humano tenía derecho a imponer un yugo a otra persona, predicó. Ninguna persona podría convertirse en el amo o señor de otra persona. Todos los humanos son creados a imagen de Dios. Todos somos igualmente libres. Todos estamos dotados de dignidad.

Tan pronto como nuestros antepasados ​​salieron de Egipto, se encontraron con las aguas del Mar Rojo por un lado y por el otro, los carros de guerra de los egipcios en plena persecución para recuperarlos. El Faraón había argumentado anteriormente: “Vehaya ki tikrena miljamá…”, en caso de guerra, pueden unirse a nuestros enemigos y ascender de la tierra, escapar. Obviamente, los egipcios no estaban listos para prescindir de la mano de obra barata, la mano de obra esclava provista por los hebreos que en realidad no era barata, era gratis. Sin embargo, en un momento de enojo y dolor, al ver a su propio primogénito asesinado, el Faraón sintió que ya era suficiente y literalmente expulsó a los hebreos de la tierra. Al día siguiente, después de una reflexión seria, el gobernante egipcio se dio cuenta que había cometido un error, de hecho, había tomado una decisión económica estúpida. Condujo sus carruajes de guerra en la persecución de sus esclavos hebreos.

Pero Dios dispuso lo contrario. Separó las aguas del Mar Rojo, permitió a los hebreos escapar, mientras ahogaba a los egipcios que seguían pensando que el milagro también los incluía.

Los hebreos llegaron a Mará donde encontraron que las aguas eran amargas. Se realizó otro milagro para ellos, las aguas endulzaron, haciéndolas potable. “Sham sam lo jok umishpat”: allí, en Mará, leyes y juicios fueron promulgados. Nuestros rabinos especulan sobre la naturaleza de estas leyes y juicios. Su respuesta es que los hebreos fueron instruidos sobre Shabat, las leyes sociales y el ritual de la Novilla Roja, la Pará Adumá. Lo anterior fue un conjunto de instrucciones disruptivas.

A través de Shabat se les enseñó que no es una cuestión de si la cantidad de horas diarias de trabajo era justa. A los hebreos se les dijo que hay un derecho inherente aplicable a todos, incluidos los sirvientes. Los seres humanos y los animales tienen derecho a descansar un día a la semana, sin tener que realizar ninguna tarea. No solo es un derecho, es una obligación. Así damos testimonio de que Dios creó el mundo. Porque incluso el Todopoderoso descansó el Séptimo Día de la Creación, enseñando así a la humanidad una verdad básica. El trabajo es importante. El hombre fue colocado en Gan Eden “leovdá uleshomrá”: para trabajar y proteger el Jardín del Edén. Sin embargo, el hombre también es un ser espiritual que tiene que elevarse por encima del resto de la creación. El hombre necesita un día para evaluar el camino que recorre, pensar sobre sus logros y fracasos. Necesita reflexionar sobre este hecho: “Si a través del estudio de la Torá de Dios y los hechos de Jésed, ¿me estoy acercando al Todopoderoso? ¿Mis acciones y pensamientos están elevando mi espíritu, de modo que me acerque más a la fuente original: el Creador que sopló en mi nariz “nishmat jayim”, el aliento de la vida, mi alma?

Además, el hombre no puede ser sometido a los vaivnes de ningún otro ser humano, incluidas las decisiones caprichosas de un gobernante. Incluso los mismos reyes deben obedecer las leyes. No están por encima de la ley, no obstante que Luis XIV argumentaría siglos más tarde: “L’Etat c’est moi”, “Yo soy el Estado”. Un rey judío era un rey constitucional. Se le instruyó que escribiera una Torá adicional que debía llevar consigo en todo momento. Fue una clara lección: el rey no es infalible, es mortal. Solo las Leyes de Dios comprenden la totalidad de la verdad, leyes que incluyen a un Rey que debe vivir de acuerdo con los mismos instructivos.

Al volver a nuestra cita inicial: “avadim hayinu leFar’oh beMitsrayim”, observamos en la redacción del texto que éramos los esclavos personales de un hombre, el Faraón. No éramos los esclavos de los egipcios. Nuestros rabinos ya señalaron que el edicto que requería arrojar a cada niño al Nilo, incluía también a los niños egipcios. Aparentemente, los astrólogos del Faraón le habían dicho que iba a nacer un líder y no sentía ningún impedimento moral para matar también a niños egipcios inocentes. Tal era el poder de un déspota, cuya voluntad debía ser obedecida, sin reservas. Bajo tales circunstancias, Moshé viene con un conjunto de leyes perturbadoras: “jok umishpat”, reglas que se aplican a todos los hombres, los gobernados y sus gobernantes. “Heashir lo yarbé vehadal lo yam’it”: los ricos y los pobres son tratados por igual bajo la ley. Un juez no debe permitir que uno de los litigantes permanezca en pie mientras el otro se siente en un tribunal de justicia.

Los reyes y los déspotas no simpatizaban con esta nueva cosmovisión. Significó un rechazo de suposiciones de siglos de antigüedad que habían dado a los jefes crueles una supuesta legitimidad sobrenatural. Un “no” a la esclavitud y un “no” al poder absoluto, se convirtió en un mensaje perturbador y muy potente.

Como los reyes y los autócratas eran represivos, también lo eran sus dioses que constantemente pedían tributo y obediencia ciega. La “Pará Adumá” debe evaluarse en este contexto. La función principal de las cenizas de este animal no era desafiar nuestra inteligencia mediante la formulación de un proceso aparentemente contradictorio, ya que mientras que las cenizas sirven para purificar lo impuro, vuelven impuros a los Kohanim que participaron en su elaboración.

La función de las cenizas de la “Pará Adumá” no solo era un contrapeso a la impureza. Su función básica era el “letaher”, para purificar. En Egipto y en otras naciones que adoran a los ídolos, los dioses siempre exigían obediencia total. Los sobornos debían ofrecerse para obtener sus favores y buena voluntad.

Moshé, sin embargo, presenta una deidad diferente, un Dios que no es visible, que no tiene necesidades que humanos puedan satisfacer. Él no puede ser comprado o sobornado. Este Dios no exige sacrificios humanos como testimonia Akedat Yitsjak, la atadura de Yitsjak sobre un altar para ser sacrificado, hecho que no se consumó porque se ofreció un animal para reemplazarlo. Él exige que lo ames: “veahavtá et HaShem Eloheja”, y “vaahevjá”, y Él te amará.

Las cenizas de la Pará Adumá no solo tienen el propósito de perdonar y borrar las malas acciones anteriores, sino que también las purifican. Vienen no solo para “lejaper”, para expiar, sino que vienen a “letaher”, a limpiar, a elevarte.

El Dios que Moshé presenta, ama a la viuda y al huérfano, y los protege. Da instrucciones para amar al extraño, porque “éramos extranjeros en Egipto”. Aunque fuimos esclavizados, también fuimos alimentados y no debemos olvidar eso. Cuando el hambre azotó toda el área geográfica, los egipcios nos acogieron y nos salvaron de la inanición. Si bien Amalek es el archienemigo del pueblo judío, los egipcios no son retratados como un mal que debe ser erradicado para siempre. Aunque nos esclavizaron, también tenemos una deuda de gratitud, porque nos mantuvieron vivos. Sin embargo, la esclavitud no es compatible con la dignidad humana y nunca debemos regresar a Egipto. Egipto es el culto a los muertos, no inspira la vida. Mientras Egipto adora los edificios y lugares, las pirámides, nosotros santificamos el tiempo.

El período oscuro de la esclavitud fue temporal, cuando se mira con la lente de la historia. Tal vez incluso necesario, porque el sufrimiento une a las personas y les permite comprender a los oprimidos, empatizar con los menos afortunados que claman por comprensión y reconocimiento. El Faraón se dio cuenta de que los hebreos se estaban convirtiendo en una entidad cuando razonaba: “hiné AM Benei Yisrael …”, y se convirtió en el primero en llamar a los hebreos un pueblo, una nación. El exilio y la futura esclavitud se convirtieron en los catalizadores para forjar una hermandad y un objetivo común, un destino compartido, indispensable para la construcción de la nación.

No es de extrañar que la expresión “zéjer liTsiat Mitsráyim” sea ubicua, presente en cada recitación de “Kidush” y en la oración de todos los Días Sagrados. Este evento, junto con la entrega de la Torá en Sinaí, se convirtieron en las experiencias definitorias que manifestaron la singularidad del pueblo judío. Tan profundas fueron estas experiencias que siglos de diáspora no han logrado debilitar la determinación de sobrevivir a pesar del odio y las persecuciones, el rechazo de las otras religiones monoteístas. A diferencia de los griegos y romanos de la antigüedad, los filisteos y los amalecitas, el pueblo judío fue bendecido con continuidad y vitalidad hasta el día de hoy, como lo expresa maravillosamente el moderno Estado de Israel.

ESCLAVOS MUJERES Y NIÑOS

Pesaj

¿Quiénes son los personajes principales de la historia de Pésaj? Comenzamos la Hagadá proclamando “Avadim hayinu”, “éramos esclavos”. Es como si quisiéramos enfatizar nuestros orígenes de servidumbre. No ocultamos nuestros comienzos, y el mensaje central es una negación inequívoca del derecho de un pueblo a esclavizar a otro. El hombre tiene dignidad innata porque fue creado Betselem Elokim, en la “Imagen de Dios”. De modo que toda la noción de esclavitud de un ser humano no es admisible, ya que incluso el menos inteligente o capaz de nosotros es heredero de “Vayipach beapav ruach chayim”, somos descendientes del primer ser humano en cuyas fosas nasales el Creador infundió el Espíritu de vida, le dio un alma. Nuestros rabinos explican que esto significa que se nos dio la capacidad de hablar, de crear construcciones mentales de la realidad. Pero principalmente refleja la participación de Dios en la creación del hombre desde su propio Ser. Tendemos a pensar en Moshé y Aharón como los personajes más importantes de la historia de Pésaj, y pasamos por alto de algún modo a los esclavos hebreos, que eran los oprimidos y los que más sufrían. Tal vez los esclavos sean los verdaderos héroes de esta saga.

El segundo personaje clave de la narrativa de Pesaj es lamujer. Desde el primer momento en que el Faraón decreta que los hijos varones sean destruidos al nacer, leemos que las Meyaldot HaIvriyot, las parteras hebreas no obedecen el edicto de Faraón. Son Yocheved y Miryam, la esposa e hija de Amram de la tribu de Levi, según la tradición judía. Es un tanto desconcertante pensar que tuvieron el coraje de desobedecer las órdenes expresas del monarca de Egipto. ¿Se habrían atrevido los hombres a hacer lo mismo? ¡Quién sabe!

¿Por qué el faraón no eligió a las mujeres egipcias para ser las parteras de los judíos? Esto es lo que los opresores hacen muchas veces. Eligen “kapos” de la población judía como lo hicieron los alemanes en los campos. Se practica así para que los oprimidos piensen que su suerte es justa y apropiada, ya que su propia gente participa en la crueldad. Como para probar que existe una razón valedera para el trato inhumano que reciben.

Cuando se dio el nuevo decreto de que todos los niños nacidos varones tenían que ahogarse en el Nilo, Amram decide separarse de su esposa Yojéved. Él no quiere engendrar un hijo cuya vida debe ser extinguida. Nuestros Rabinos señalan que Miryam se presenta ante su padre con una discusión que le demuestra que él, Amram, es aún más severo que el Faraón. Mientras el faraón quería destruir los bebés varones, Amram también condenaba a las niñas. Nuevamente, vemos la importancia del papel de una mujer: Miryam, esta vez. Debido a su razonamiento, Amram decide reunirse con Yojéved, quien luego da a luz a Moshé quien dirigirá el éxodo de Egipto.

Pero eso no es todo. Yojéved desobedece el decreto del faraón, coloca al bebé en una canasta y lo deja flotar en el Nilo. Otra mujer, Betya o Batya, la hija del faraón, rescata al bebé, reconoce que debe ser uno de los recién nacidos hebreos y le da el nombre de Moshé, el privilegio generalmente reservado para la madre biológica. ¡Batya desafía directamente a su propio padre!

Pero eso no es todo. Miryam, que estaba observando desde lejos para ver cuál será el destino del niño, se acerca y sugiere a Batya que puede encontrar una mujer hebrea para amamantar al niño y que no será otra que la misma Yojéved, la madre biológica de Moshé.

¿Cuál es el significado del nombre Batya? Esta historia está relatada en el Libro del Éxodo, “Shemot” en hebreo que quiere decir “nombres”. Esta sección de la Torá que, por su misma nomenclatura, enfatiza la importancia de los nombres que no son accidentales según la tradición judía. Un nombre apunta a la esencia del individuo, tal vez se refiere a la misión que la persona debe cumplir en este mundo. Esta es nuestra creencia. Batya, significa “hija de Dios”. Su nombre está mencionado en Divrei Hayamim, la última parte de Tanaj. ¡Una mujer no judía, hija de un déspota que esclavizó a nuestro pueblo es seleccionada para esta distinción!

Mi venerado maestro Harav Joseph B. Soloveitchik z’tl opinaba que las mujeres eran las líderes durante el período de la esclavitud en Egipto. Solamente más tarde, Moshe asumió ese papel. Y no olvidemos que Moshé fue salvado por mujeres. El liderazgo había sido pasado de Amram, que era Leví, a las mujeres de su familia.

La tercera categoría de personajes de Pésaj son los niños. Todo el propósito de la Hagadá es “Vehigadetá”, contarás la historia del pueblo judío a los niños. Vehigadetá, es una Mitsvá según la Torá, además del Korban, el sacrificio; la Matsá, el pan ácimo; y el Maror, las yerbas amargas. Mientras que la Matsá y el Maror se pueden cumplir con comerlos, un acto físico, Vehigadetá es verbal, requiere comprensión, entendimiento, la transmisión de la historia y el sentimiento. Vehigadetá solo puede ser cumplida por un ser que recibió Ruach Jayim, la parte espiritual proveniente del Creador.

Elie Wiesel, el fallecido campeón del Holocausto, quien más que nadie no permitió que el mundo olvidara o que intentara borrar la memoria de ese período de inhumanidad, comentó en una ocasión, que el Faraón había centrado su ira y su crueldad especialmente en el niño, en el joven. Todo lo que hicieron los egipcios tenía el propósito de interrumpir la continuidad del pueblo judío. El faraón declaró una guerra a los niños judíos. Por lo tanto, los niños son los héroes de la noche del Séder, juegan el papel central en la Hagadá. Se hacen muchas cosas esa noche para despertar la curiosidad de estos niños, para responder a sus preguntas.

Es interesante notar que estas tres categorías: Éved, esclavo; Ishá, mujer; Katán, el niño, están exentos del cumplimiento de ciertas obligaciones. La regla general es que no tienen que cumplir con un “Mitsvá shehazemán gueramá”, una obligación que depende de un parámetro de tiempo. Una razón válida para esto podría ser que no son los amos de su propio tiempo. En el caso de una mujer, se argumenta que su propio cuerpo la hace consciente del tiempo.

Sin embargo, cuando hablamos de Pésaj, son en efecto esos tres: Éved, Ishá y Katán quienes son quienes figuran como los personajes principales de nuestra historia.

Nuestros rabinos dicen que las mujeres tienen que cumplir con ciertas Mitsvot que pertenecen a esta categoría “ShehaZemán gueramá” porque en muchos casos también se beneficiaron con el resultado de los eventos. Sin embargo, los eventos de Pésaj demuestran que las categorías de Éved, Ishá y Katán no solo se beneficiaron sino que fueron los promotores, una parte integral de Kenéset Israel, la totalidad del mundo judío, y que su valor y participación efectiva aseguraron la redención de la esclavitud egipcia.