PODEMOS SER SANTOS

KEDOSHIM_LEVITICO XIX – XX

La Torá ordena que seamos “santos” porque Dios es Santo. ¿Qué quiere decir que Dios es Santo? ¿Y cómo podemos los seres humanos, de carne y hueso, con habilidades limitadas imitar a Dios?

El comentarista Rashí afirma que ser santo quiere decir estar apartado. En el caso de Dios sería entonces que Él no forma parte del universo creado. Él es enteramente diferente, apartado totalmente de todo lo existente. ¿Podemos deducir entonces que, en el caso humano, santo quiere decir ser un ermitaño, vivir aparte, en una especie de monasterio?

La tradición judía enseña lo contrario. En efecto, Dios mismo dictaminó: Lo tov heyot haadam levadó: “no es bueno que el hombre esté solo?” y por ello creó a la mujer, la pareja del hombre, para que no estén solos.

Encontramos que muchísimos preceptos exigen la presencia de un Minyán, un agregado de seres humanos. Para recitar Kadish y Kedushá se requiere la presencia de al menos 10 hombres. La soledad aparentemente no debe ser el desiderátum para el individuo.

Cuando leemos nuestro texto bíblico vemos que los versículos siguientes se refieren a la relación con los padres, a ciertos sacrificios, a dejar algunas porciones de la cosecha para los pobres: Léket, Shikjá, Peá. No robar, no mentir y no jurar en falso, continua el texto. Tienes que pagar el mismo día la labor de quien trabaja por días. Siguiendo con la lectura del texto está la instrucción de no maldecir al sordo y no colocar un tropiezo delante del ciego, y tal vez sobre todo juzgar con la verdad, con lo que realmente es justo sin tomar en cuenta la situación personal de los litigantes. No odies en tu corazón a tu hermano, aconséjalo para el bien cuando está por cometer un error.

Aparentemente, ser santo tiene que ver con tu comportamiento con el otro, con tu hermano, con tu amigo, con tu vecino. Es una cualidad transitiva que requiere la presencia de otro ser humano. Se trata de una relación y no de un proyecto de auto mejoramiento.

Se podría especular que la santidad se obtiene a través tal vez de la negación de placeres personales, o tal vez del estudio para profundizar el entendimiento de las Mitsvot. Pero de lo antedicho, la santidad no se obtiene al apuntar los esfuerzos de uno sobre sí mismo, perfeccionando y profundizando sus conocimientos. No se trata de ejercicios espirituales personales.

Santidad se obtiene cuando uno se relaciona de manera justa y positiva con otros seres humanos. Al dar la pesa correcta nos enrumbamos en el sendero de la santidad.

Al cumplir con las leyes que regulan la actividad sexual se obtiene santidad. Nuestro texto contiene un listado de relaciones tales que son prohibidas, como lo son las relaciones con hermanos y otros familiares cercanos. 

Es interesante notar que además de Nóaj, el héroe del diluvio quien es calificado por la Torá como Tsadik, santo, el único miembro del pueblo hebreo que recibe esta apelación es Yosef, tal vez porque no sucumbió a los avances de la esposa de su amo Potifar.

Es probable que la santidad sea una característica que recibe la persona, la transformación del individuo porque practica y cumple una relación sana y justa con el prójimo.

Nuestro texto proclama que no se debe guardar rencor contra otro, sino más bien practicar Veahavtá lereajá kamoja: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, y Rabí Akivá consideró que éste era el “gran lema” de la Torá.

Mejor dicho, si amas al prójimo como a ti mismo, tu ser completo entrará en un proceso de crecimiento y transformación para convertirte en santo, o al menos en un aspirante a la santidad.

¿Qué quiere decir entonces, según esta reflexión que Dios es Santo? Podemos especular que el hecho que Dios creó un ser humano con quien comparte la conciencia de la existencia del universo y de lo que contiene, es una manifestación de la Santidad de Dios. Dios comparte con nosotros el universo e incluso nos pide que lo perfeccionemos. Porque solamente el ser humano posee el “soplo Divino” que Dios infuso al primer hombre que le da la característica de apreciar lo existente y que incluye un compás moral para guiar su vida. “El ser humano es la única criatura con la cual Dios puede jugar ajedrez”.

Y ese compás de moralidad probablemente precede a la entrega de la Torá que a su vez regula y legisla cómo debe expresarse esa moralidad en diferentes situaciones. 

Desde esa óptica, la ética y la moral forman parte del ADN del ser humano desde su creación.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 13 MITSVOT POSITIVAS Y 38 PROHIBICIONES

  1. Levítico 19:3 Temer al padre y a la madre
  2. Levítico 19:4 No volverse hacia idolatría en pensamiento, ni verbalizando, incluso presenciando
  3. Levítico 19:4 No fabricar un ídolo para uso personal o para otros
  4. Levítico 19:6,8 No comer carne restante de ofrenda después del tiempo prescrito para ello
  5. Levítico 19:10 Dejar parte del campo sembrado para el pobre
  6. Levítico 19:9 No cosechar hasta el límite del campo
  7. Levítico 19:10 Dejar espigas para el pobre
  8. Levítico 19:9 No recoger espigas caídas durante la cosecha
  9. Levítico 19:10 Dejar un límite del viñedo para el pobre
  10. Levítico 19:10 No cosechar los límites del viñedo
  11. Levítico 19:10 Dejar sobre la tierra las uvas caídas en el viñedo para el pobre
  12. Levítico 19:10 No recoger las uvas caídas del viñedo
  13. Levítico 19:11 No robar
  14. Levítico 19:11 No negar la posesión de un objeto perteneciente a otra persona
  15. Levítico 19:11 No jurar en falso acerca de un objeto de valor
  16. Levítico 19:12 No jurar en falso
  17. Levítico 19:13 No retener propiedad ajena
  18. Levítico 19:13 No cometer el robo
  19. Levítico 19:13 No postergar el pago de un obrero asalariado
  20. Levítico 19:14 No maldecir un judío, ni hombre, ni mujer
  21. Levítico 19:14 No conduzcas al yerro a un individuo dándole consejo equívoco
  22. Levítico 19:15 No pervertir la justicia, en un juicio civil
  23. Levítico 19:15 No dar honores especiales en el juicio a un individuo eminente
  24. Levítico 19:15 El juez debe emitir un juicio correcto
  25. Levítico 19:16 No difamar (chismear)
  26. Levítico 19:16 No permanecer indiferente ante la sangre de otro
  27. Levítico 19:17 No odiar a otro judío
  28. Levítico 19:17 Reprochar al judío que no se conduce de manera apropiada
  29. Levítico 19:17 No colocarás a otro judío en una situación incómoda
  30. Levítico 19:18 No te vengarás
  31. Levítico 19:18 No guardarás rencor
  32. Levítico 19:18 Amar a otro judío
  33. Levítico 19:19 No aparees animales de diferentes especies
  34. Levítico 19:19 No sembrar juntas semillas de diferentes especies en la Tierra de Israel, igualmente con árboles de diferentes especies
  35. Levítico 19:23 No comer el fruto del árbol los primeros 3 años
  36. Levítico 19:23, 24 Leyes acerca del fruto del árbol en el cuarto año
  37. Levítico 19:26 No comer ni beber como un glotón
  38. Levítico 19:26 No practicar la adivinación 
  39. Levítico 19:26 No conjurarás (magia)
  40. Levítico 19:27 No quitarás el pelo de las patillas de la cara
  41. Levítico 19:27 No destruirás los extremos de tu barba
  42. Levítico 19:28 No harás un tatú sobre tu carne (piel)
  43. Levítico 19:30 Respetar el Templo
  44. Levítico 19:31 No actuar como un espiritista (especie de magia)
  45. Levítico 19:31 No practicar Yidón (especie de magia)
  46. Levítico 19:32 Honrar a los estudiosos de la Torá
  47. Levítico 19:35 No engañar con medidas
  48. Levítico 19:36 Crear balanzas exactas, pesas y medidas
  49. Levítico 20:9 No maldecir ni al padre ni a la madre de uno
  50. Levítico 20:14 Incinerar a la persona que ha sido sentenciada morir por fuego
  51. Levítico 20:23 No seguir el comportamiento de los idólatras

LA DESOBEDIENCIA Y EL ARREPENTIMIENTO

AJAREI MOT_LEVÍTICO XVI:1-XVIII:30

El primer evento trascendente que relata la Torá es la desobediencia de la pareja: Adam y Javá. Ambos comen del único fruto que Dios había prohibido. Existen numerosas interrogantes acerca de este episodio, que ocupa un rol fundamental en el monoteísmo. ¿Cuál era la naturaleza de este fruto?  La Torá no menciona el nombre del árbol del que provino. Por ello, la célebre manzana que Javá le ofreciera a Adam es una afirmación probablemente incorrecta. Más aún, si Dios no deseaba que se ingiriera ese fruto, ¿por qué colocó ese árbol dentro del Jardín de Edén? 

Se argumenta que la razón de la desobediencia era que Adam pudiera afirmar su independencia y, de esa manera, mostrar que la obediencia a la palabra de Dios era el resultado de una decisión personal razonada. Por ello merecía el reconocimiento y el castigo de acuerdo con su comportamiento, que obedecía a la capacidad del ejercicio del libre albedrío. Tal vez el episodio de la desobediencia primordial sirve para enseñar la posibilidad de la teshuvá, el arrepentimiento. La Torá demuestra que la desobediencia y el pecado tiene absolución por medio del arrepentimiento. 

Leemos en el presente texto bíblico acerca de la desobediencia de Nadav y Avihú, hijos de Aharón, quienes utilizaron esh zará, un fuego extraño, en el proceso de la ofrenda de los sacrificios. Su castigo fue la muerte, que según la tradición consistió en serefat neshamá vehaguf kayam, sus almas fueron incineradas mientras que sus cuerpos quedaron intactos. Está claro que en este caso no había espacio para la teshuvá, porque el castigo fue la máxima pena. 

Los sabios del Talmud ofrecen varias explicaciones acerca de la naturaleza real del pecado de Nadav y Avihú. Según algunos, se atrevieron a responder a interrogantes acerca de la fe en la presencia de sus maestros Moshé y Aharón. De acuerdo con una segunda opinión, habían iniciado los sacrificios en estado de ebriedad. Una tercera respuesta señala que eran presa de un orgullo excesivo, porque consideraron que no había mujer alguna que pudiera ser merecedora de sus atenciones. Asumiendo cualquiera de estas explicaciones, el castigo parece ser excesivamente severo. 

La siguiente expresión del texto podría arrojar una luz: bekorvatam lifnei HaShem vayamutu, “fallecieron cuando se acercaron a Dios”. La cercanía a Dios implica una responsabilidad mayor. Quien asume una posición de liderazgo, simultáneamente corre el riesgo de equivocarse con consecuencias más perjudiciales que en el caso de un individuo. 

El caso de Nadav y Avihú es seguido por una descripción del Día del Perdón, Yom HaKipurim, que ofrecerá la posibilidad de retomar el sendero después del pecado. Al mismo tiempo surge una idea novedosa. La muerte de los justos también tiene un efecto terapéutico, produce el recogimiento en la sociedad. Los hijos de Aharón que habían perecido eran Tsadikim, personas de una trayectoria intachable que en cierto momento de su ejercicio del liderazgo ritual desatendieron una orden Divina. 

Harav Soloveitchik señala que la muerte de un Tsadik convulsiona a la sociedad, produce el dolor y la tristeza generalizada, al mismo tiempo que produce la reflexión y el recogimiento: la teshuvá. De ese momento, el 10 de Tishrei fue apartado como un día en el cual rige la abstención del placer y la comida, para poder concentrarse en un proceso de recreación del ingrediente emocional y espiritual de la persona. La entrada del Kohén Gadol ese día en el Kódesh HaKodashim, el lugar más sagrado del Mishkán, junto con el ayuno, era una especie de réplica de la experiencia en el monte Sinaí. Tal como Moshé estuvo en la Presencia de Dios y no comió y bebió, de una manera similar este Kohén tenía un encuentro íntimo con Dios en Yom HaKipurim.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 2 MITSVOT POSITIVAS Y 26 PROHIBICIONES

  1. Levítico 16:2 El Kohén no debe entrar al Templo en cualquier momento (solamente para el Servicio en el Templo) más aún no debe entrar quien no es Kohén
  2. Levítico 16:3 El Servicio del Templo en Yom Kipur
  3. Levítico 17:3,4 No degollar la ofrenda de manera ritual fuera del patio del Templo
  4. Levítico 17:13 Mitsvá de cubrir la sangre (después del rito de degollar)
  5. Levítico 18:6 No tener placer con personas que le son prohibidas al individuo
  6. Levítico 18:7 No tener relaciones con el padre de uno
  7. Levítico 18:7 No tener relaciones con la madre de uno
  8. Levítico 18:8 No tener relaciones con la esposa del padre, aunque no sea su madre
  9. Levítico 18:9 No tener relaciones con una hermana, sea su hermana de cualquier manera
  10. Levítico 18:10 No tener relaciones con la hija de un hijo
  11. Levítico 18:10 No tener relaciones con la hija de una hija
  12. Levítico 18:10 No tener relaciones con una hija
  13. Levítico 18:11 No tener relaciones con la hermana de un hijo, hija de la misma madre y de un esposo diferente
  14. Levítico 18:12 No tener relaciones con la hermana del padre de uno
  15. Levítico 18:13 No tener relaciones con la hermana de la madre de uno
  16. Levítico 18:14 No tener relaciones con el hermano del padre de uno
  17. Levítico 18:14 No tener relaciones con la esposa del hermano del padre de uno
  18. Levítico 18:15 No tener relaciones con la esposa de un hijo
  19. Levítico 18:16 No tener relaciones con la esposa de un hermano
  20. Levítico 18:17 No tener relaciones con ambas, una mujer y su hija
  21. Levítico 18:17 No tener relaciones con ambas, una mujer y la hija de su hijo
  22. Levítico 18:17 No tener relaciones con ambas, una mujer y la hija de su hija
  23. Levítico 18:18 No tener relaciones con 2 hermanas, mientras ambas están con vida
  24. Levítico 18:19 No tener relaciones con una mujer durante la menstruación
  25. Levítico 18:21 No dedicar a ningún hijo o hija para la idolatría de Mólej
  26. Levítico 18:22 Un hombre no debe tener relaciones con otro hombre
  27. Levítico 18:23 Un hombre no debe tener relaciones con animales
  28. Levítico 18:23 Una mujer no debe tener relaciones con animales

DISOBEDIENCE AND REPENTANCE

ACHAREI MOT_LEVITICUS XVI:1-XVIII:30

The first transcendent event that the Torah recounts is the disobedience of the couple: Adam and Chava. Both eat the fruit of the tree that God had forbidden. There are numerous questions about this episode that plays a fundamental role in monotheism. What was the nature of this fruit? The Torah does not mention the name of the tree from which it came. Therefore, the famous apple that Chava offered Adam is probably an incorrect statement. Moreover, if God did not want that fruit to be ingested, why did He place that tree within the Garden of Eden? 

It is argued that the reason for the disobedience was that Adam wanted to assert his independence and thus show that obedience to God’s word was the result of a reasoned personal decision. For this, he deserved recognition and punishment, even though he demonstrated his capacity to exercise free will. Perhaps the episode of primordial disobedience serves to teach, at the same time the possibility of Teshuvah, repentance. The Torah demonstrates that disobedience and sin have absolution through repentance. 

We read in the present biblical text about the disobedience of Nadav and Avihu, sons of Aharon, who used Esh zarah, a strange fire, in the process of offering the sacrifices. Their punishment was death, which according to tradition consisted of Serefat neshamah vehaguf kayam, their souls were cremated while their bodies remained intact. In this case, there was no room for teshuvah because the punishment was the maximum penalty. 

The sages of the Talmud offer several explanations about the real nature of the sin of Nadav and Avihu. According to some, they dared answer questions about faith in the presence of their teachers Moses and Aharon. According to a second opinion, they had started the sacrifices in a drunken state. A third response points out that they were prey to excessive pride because they considered that there was no woman worthy of their attention. Assuming any of these explanations, the punishment seems to be excessively severe. 

The next expression of the text might shed a light: Bekorvatam lifnei HaShem vayamutu, “they died when they approached God”. Closeness to God implies greater responsibility. Whoever assumes a position of leadership simultaneously runs the risk of making mistakes with more harmful consequences than in the case of an individual. 

The case of Nadav and Avihu is followed by a description of the Day of Forgiveness, Yom HaKipurim, which will offer the possibility of forgiveness after sin. At the same time, a novel idea emerges. The death of the righteous also has a therapeutic effect, it leads to self-evaluation in society. The sons of Aharon who had perished were Tsadikim with an impeccable trajectory who at a certain point in their exercise of ritual leadership ignored a Divine order. 

Harav Soloveitchik points out that the death of a Tsadik convulses society, produces widespread pain and sadness, while producing reflection and recollection: Teshuvah. From that moment, the 10th of Tishrei was set aside as a day in which the abstention from pleasure and food, to concentrate on a process of recreation of the emotional and spiritual makeup of the person. The entrance of the Kohen Gadol into the Kodesh HaKodashim, the holiest place in the Mishkan, along with fasting, was a kind of replica of the experience at Mount Sinai. Just as Moses was in the presence of God and did not eat and drink, in a similar way this Kohen had an intimate encounter with God in Yom HaKipurim.

MITSVAH: TORAH ORDINANCE IN THIS PARASHAH

CONTAINS 2 POSITIVE MITZVOT AND 26 BANS

  1. Leviticus 16:2 The Kohen must not enter the Temple at any time (only for the Temple Service) neither can enter he who is not a Kohen
  2. Leviticus 16:3 The Temple Service on Yom Kippur
  3. Leviticus 17:3,4 Do not slaughter the offering ritually outside the Temple courtyard
  4. Leviticus 17:13 Mitsvah of covering the blood (after the rite of slitting the throat) of certain animals
  5. Leviticus 18:6 Not having pleasure with people who are forbidden to the individual
  6. Leviticus 18:7 Not having relations with one’s father
  7. Leviticus 18:7 Not having relations with one’s mother
  8. Leviticus 18:8 Not having relations with the father’s wife, even if she is not his mother
  9. Leviticus 18:9 Not having relations with a sister, be it his sister in any way
  10. Leviticus 18:10 Not having sex with a son’s daughter
  11. Leviticus 18:10 Not having sex with a daughter’s daughter
  12. Leviticus 18:10 Not having sex with a daughter
  13. Leviticus 18:11 Not having relations with the sister of a son, daughter of the same mother and of a different husband
  14. Leviticus 18:12 Not having relations with one’s father’s sister
  15. Leviticus 18:13 Not having relations with one’s mother’s sister
  16. Leviticus 18:14 Not having relations with the brother of one’s father
  17. Leviticus 18:14 Not having relations with the wife of the brother of one’s father
  18. Leviticus 18:15 Not having relations with the wife of a child
  19. Leviticus 18:16 Not having relations with a brother’s wife
  20. Leviticus 18:17 Not having relations with both a woman and her daughter
  21. Leviticus 18:17 Not having relations with both a woman and his son’s daughter
  22. Leviticus 18:17 Not having relations with both a woman and his daughter’s daughter
  23. Leviticus 18:18 Not having relations with 2 sisters while both are alive
  24. Leviticus 18:19 Not having sex with a woman during menstruation
  25. Leviticus 18:21 Do not dedicate any son or daughter to the idolatry of Molech
  26. Leviticus 18:22 A man should not have relations with another man
  27. Leviticus 18:23 A man should not have relations with animals
  28. Leviticus 18:23 A woman should not have relations with animals

Recordando el Éxodo de Egipto en el último día de la festividad

Hemos tratado la materia con anterioridad, sin embargo, sale a relucir con frecuencia, porque carece de una aparente explicación satisfactoria. El tema es la libertad de acción, el libre albedrío del ser humano, retado y cuestionado, por ejemplo, en el relato bíblico en el cual Dios “endurece” el corazón del Faraón para que no permita que los hebreos salgan de Egipto. Debido a la negativa del Faraón, Dios envió plagas que diezmaron a los egipcios, como una demostración de Su poderío y autoridad que estaba por encima del poder de los dioses del panteón egipcio. El Faraón es castigado por su terquedad, por no permitir el éxodo que sería el modelo moral para las generaciones futuras. Un pueblo no debe esclavizar a otro pueblo, cada grupo o individuo debe poder servir a Dios, a su Dios, en la manera que considere adecuada.

El gran dilema ético es ¿cómo se puede castigar al individuo cuando Dios le “endurece” el corazón? El castigo y la recompensa deben sustentarse en la posibilidad de poder elegir libremente, pero cuando los actos están predeterminados o cuando una fuerza superior impone cierto comportamiento, ¿acaso es moral en tal circunstancia culpar a la persona que carece de opción, de libre albedrío?

Leemos, por ejemplo, en Deuteronomio: “Les doy la posibilidad de elegir entre el bien y el mal,… les aconsejo que opten por el bien”, instructivo que enseña que la persona tiene alternativas  y,  por lo tanto, permite que se le exija el rendimiento de cuentas, que se cuestione la conducta del ser humano. ¿Por qué no eligió el Faraón hacer el bien? Era una alternativa viable, al alcance de su voluntad de soberano.

El Talmud cita a Rabí Yojanán, un erudito que afirma que en varias ocasiones anteriores Dios le había avisado al Faraón que cambiara de actitud. Las primeras cinco plagas que azotaron a los egipcios debían haber sido la advertencia, fue únicamente desde la sexta plaga en adelante que el texto reza que Dios “endureció” el corazón del Faraón. Rabí Yojanán enseña, tal vez, que la perversidad y el mal, eventualmente, se convierten en una segunda naturaleza del ser humano, privan el libre albedrío. El pecado se apodera de la persona y lo atrapa.

No obstante, lo antedicho, el judaísmo manifiesta que nunca es tarde para el arrepentimiento, para el retorno a las raíces de la decencia y moralidad. La idea es que la persona puede cambiar, incluso el día de su fallecimiento. Postular que quien se acostumbra a la inmoralidad pierde autonomía ética, contradice la posibilidad de teshuvá, volver a Dios. El Talmud cita que el verdugo de los diez sabios condenados a la muerte por las autoridades de la época preguntó: ¿acaso tendría un lugar en el Más Allá, si le quitaba la lana mojada que había sido colocada sobre el pecho de uno de los sabios para prolongar su agonía mientras era incinerado? La respuesta fue positiva, sí obtendría el lugar anhelado. Incluso una acción de dudosa piedad, que como en este caso solo menguaría el dolor, porque la inevitabilidad de la muerte del sabio no había sido alterada, era meritoria señal de piedad.

El arrepentimiento no consiste únicamente en Vidui, una declaración o reconocimiento de haber errado, puntualiza el estado de estar totalmente involucrado, es la experiencia que debe envolver y modificar a la totalidad del ser. Usualmente, identificamos a la confesión con la admisión del pecado, en realidad es una confidencia cuyo tema incluso puede ser el éxito y el logro. La confesión se realiza ante Dios, porque Él es el Único ante Quien se puede desnudar el alma, libre del manto de la hipocresía, tanto en el momento que solo avisora la tiniebla como en la hora de la alegría suprema.

El relato referente al “endurecimiento” del corazón del Faraón debe ser analizado con mayor detalle. En aquella época, Egipto era una de las dos potencias más importantes del área. Había surgido gracias a la utilización de esclavos en el trabajo. Erigieron palacios y construyeron ciudades, se destacaron en la agricultura, todo a base del trabajo forzado, no remunerado, de centenares de miles de siervos. Súbitamente, aparecen en el escenario Moisés y Aharón, se dirigen a la corte del Faraón y exigen la libertad de sus hermanos. La consecuencia hubiera sido catastrófica, porque la economía egipcia estaba basada en la mano de obra barata, en realidad, gratuita. Después de la muerte de los primogénitos, hecho que incluyó al primogénito real, en un momento de desesperación, el Faraón sucumbe a la petición de dejarlos en libertad, pero horas más tarde inicia la persecusión de los esclavos porque los cimientos de la sociedad egipcia cederían ante la ausencia de estos siervos.

El “pecado” del Faraón consistió en ignorar la posibilidad, en efecto la necesidad, de producir un “cambio” en la economía egipcia. La inmoralidad de la esclavitud debía haberlo conducido a pensar en alternativas, por más difíciles y traumáticas que éstas fueran para la sociedad, soluciones a largo plazo, que en un futuro producirían un entorno digno, éticamente viable, para su pueblo.

Los dilemas atrapan cuando el intelecto es ocioso, cuando no se perfora los límites que han sido marcados arbitrariamente por lo pragmático y utilitario, cuando se juzga los eventos por el beneficio material inmediato y se aparta el ingrediente auténticamente espiritual del ser humano. Existe la auto limitación del libre albedrío por falta de imaginación, por el cese de la búsqueda de soluciones creativas y novedosas a encrucijadas y circunstancias laboriosas.

Moisés surgió del palacio del Faraón, el sofocante yugo no permitía que naciera de la masa humana esclavizada un espíritu que conciba y luego se atreva a desafiar a la tiranía, pero en las generaciones siguientes, cada época, habiendo aprendido de la experiencia hebrea en Egipto, produjo su propio liderazgo interno que enarboló la bandera de la libertad y los derechos básicos de la sociedad. Debido a ello, en todo momento de significación religiosa judía, repetimos “en recuerdo del Éxodo de Egipto”.

Remembering the Exodus from Egypt on the last day of the holiday

We have dealt with the matter before, however, it comes up frequently, because it lacks an apparent satisfactory explanation. The theme is freedom of action, the free will of the human being, challenged and questioned, for example, in the biblical account in which God “hardens” the heart of Pharaoh so that he does not allow the Hebrews to leave Egypt. Because of Pharaoh’s refusal, God sent plagues that decimated the Egyptians, as a demonstration of His power and authority that was above the power of the gods of the Egyptian pantheon. Pharaoh is punished for his stubbornness, for not allowing the exodus that would be the moral model for future generations. A people must not enslave other people, each group or individual must be able to serve God, its God, in the way it deems appropriate.

The great ethical dilemma is how can the individual be punished when God “hardens” his heart? Punishment and reward must be based on the possibility of being able to choose freely, but when the acts are predetermined or when a higher force imposes behavior, is it moral in such a circumstance to blame the person who lacks choice, or free will?

We read, for example, in Deuteronomy: “I give you the choice between good and evil,…  I advise them to choose the good,” instructive that teaches that the person has alternatives and, therefore, allows him to be held accountable, to question the conduct of the human being. Why did Pharaoh not choose to do good? It was a viable alternative, within reach of his will as sovereign.

The Talmud quotes Rabbi Yochanan, a scholar who claims that on several previous occasions God had warned Pharaoh to change his attitude. The first five plagues that struck the Egyptians must have been the warning, it was only from the sixth plague onwards that the text says that God “hardened” Pharaoh’s heart. Rabbi Yochanan teaches, perhaps, that perversity and evil eventually become second nature to man, preventing free will. Sin takes over the person and entraps him.

However, Judaism states that it is never too late for repentance, for a return to the roots of decency and morality. The idea is that a person can change, even on the day of his death. To postulate that those who become accustomed to immorality lose ethical autonomy contradicts the possibility of Teshuva, returning to God. The Talmud quotes that the executioner of the ten sages condemned to death by the authorities of the time asked: would he have a place in the Hereafter if he removed the wet wool that had been placed on the chest of one of the sages to prolong his agony while he was cremated? The response was positive, yes you would get the desired place. Even an action of dubious piety, which as in this case would only diminish the pain, because the inevitability of the sage’s death had not been altered, was a meritorious sign of piety.

Repentance does not consist solely of Vidui, a declaration or acknowledgment of having erred, it points to a state of being fully involved, it is an experience that must envelop and modify the totality of being. We identify confession with the admission of sin. Confession is to stand before God, because He is the Only One before Whom the soul can be stripped naked, free from the cloak of hypocrisy, both at the moment that only warns of darkness and in the hour of supreme joy.

The account concerning the “hardening” of Pharaoh’s heart must be analyzed in detail. At that time, Egypt was one of the two most important powers in the area. It had arisen thanks to the use of slaves. They erected palaces and built cities, and excelled in agriculture, all based on the forced, unpaid labor of hundreds of thousands of serfs. Suddenly, Moses and Aharon appear on stage, go to Pharaoh’s court and demand the freedom of their brothers. The consequence would have been catastrophic because the Egyptian economy was based on cheap, free labor. After the death of the firstborn, a fact that included the royal firstborn, in a moment of despair, Pharaoh succumbs to the request to release them, but hours later begins the persecution of the slaves because the foundations of Egyptian society would collapse in the absence of these serfs.

Pharaoh’s “sin” consisted in ignoring the possibility, in effect the necessity, of bringing about a “change” in the Egyptian economy. The immorality of slavery should have led him to think of alternatives, however difficult and traumatic they were for his society: long-term solutions, which in the future would produce a dignified, ethically viable environment for his people.

Dilemmas dominate when the intellect is idle when the limits that have been arbitrarily marked by the pragmatic and utilitarian are not pierced when events are judged by immediate material benefit and the authentically spiritual ingredient of the human being is removed. There is the self-limitation of free will by lack of imagination, by the cessation of the search for creative and novel solutions to crossroads and laborious circumstances.

Moses emerged from Pharaoh’s palace and dared to challenge tyranny. Future generations learned from the Hebrew experience in Egypt, and produced new leadership that raised the flag of freedom to defend the basic rights of society. Because of this, at all times of Jewish religious significance, we repeat “in remembrance of the Exodus from Egypt.”

THE ABSENCE OF MOSES IN THE HAGGADAH

PASSOVER-PESACH

The human figure that dominates the Torah is undoubted MosesMichelangelo eternalized him in marble and, contemplating the finished work, supposedly exclaimed: “Why don’t you speak?” Moses, the great lawgiver, and ultimate leader of the people, combined mental vigor with emotional sensitivity, verbally punished the Hebrews for their periodic deviations but implored God not to punish them. He was even willing to be erased from the annals of history if necessary to obtain divine forgiveness for the people.

Heeding God’s call in the episode of the Sneh, the burning bush, he returned to Egypt, where he was wanted as a criminal. He risked his life to fulfill God’s command: to deliver the Hebrew people from Egyptian slavery. Assisted by his older brother, Aharon, he appeared at Pharaoh’s palace on several occasions to request freedom of worship for his people and, using the powers God had granted, sent 10 plagues upon the Egyptians, events which eventually convinced Pharaoh to allow for the exodus.

The Torah insists that the account of these events must be repeated to the new generations: vehigadeta levinecha, and “you will tell your descendants the details of the events that led to the liberation of the slaves, your ancestors,” so says the Haggadah, the formal narrative dating from the second Beit HaMikdash.

Rabbi Yosi the Galilean says, “How do we know that the Egyptians were punished with 10 plagues in Egypt? … When they were at sea, it is said, “And when Israel saw the wonderful power that the Lord unleashed upon the Egyptians, the people feared the Lord, they had faith in the Lord and in his servant Moses.” This verse of the Torah is the only mention of Moses in the Haggadah and, moreover, there are versions of the text that omit this verse.

In the course of this story that is repeated on the night of the Seder, the figure of Moses could have appeared on several occasions. The 10 plagues are recited, one by one, and a drop of wine is spilled which symbolizes possibly a tear for the damage that each of them caused. This recitation could have included the name of Moses, who started the plagues when he appeared at dawn before Pharaoh and turned the waters of the Nile into blood, preventing the monarch from bathing in them.

Why is Moses’ name absent from the Haggadah account? It cannot be a coincidence, because Moses is ubiquitous in the sacred text. If an attempt were made to purge his name from the Pentateuch, the text would become totally acephalous and mutilated. The author of the Haggadah emphasizes the fact that God did not use an angel or an emissary to extract the people: only He Himself in all His glory and majesty took care to bring them out of Egypt. 

Perhaps the intention was to point out that freedom is an essential condition of the human being and God chose not to delegate its achievement to highlight its fundamental value. Because the divine sparkle that resides in every human being is a reference to freedom. By creating man in His image and likeness, God had made him free, because the cardinal attribute of God is to be absolutely free, without conditioning.

During the episode of Egel Hazahav, the Golden Calf, the people tried to deify Moses. Because the Egel was, in fact, a substitute for Moses, who was temporarily absent. They danced frantically around the golden statue and exclaimed, “This is the Divinity, Israel, who drew you out of Egypt.” It is possible to speculate that the author of the Haggadah tried to avoid confusion between God and man.  Moses was the greatest of men because he spoke to God “face to face”; yet he continued to be a man. A great and exceptional man, endowed with talents never equaled, but always a man. And although Moses‘ name is not explicitly mentioned by the author of the Haggadah, there is no doubt that he was the heroic figure of the Exodus from Egypt that we celebrate on Passover.