EL SHABAT Y EL SER HUMANO

BERESHIT_GÉNESIS I:1-VI:8

Desde el punto de vista de la tradición judía, la creación del universo es la acción Divina de colocar al hombre en el cosmos con el propósito de que trascienda hacia la Kedushá, la santidad, que es una propiedad de Dios. Así interpreta David Flatto, por ejemplo, la clara división que existe en el tercer libro de la Torá, Vayikrá

El gran crítico de la Biblia, Julius Wellhausen, a comienzos del siglo XIX retó a los exégetas judíos con sus teorías acerca del origen primario del texto bíblico. Wellhausen se esmeró en el estudio cuidadoso del texto, hecho que obligó a su vez a los Parshanim, los intérpretes judíos, a indagar con mayor profundidad el mismo texto para poder rebatir sus afirmaciones. 

Apuntó que el temario de la primera parte de Vayikrá, Levítico, es totalmente diferente en la primera parte del texto cuando se le compara con la segunda parte y, por ello, sugirió que se trata de la integración de dos textos diferentes en un solo libro. La primera parte concluye con la sección Ajarei Mot que es el Capítulo XVIII. 

La segunda parte empieza con Kedoshim y corresponde al texto desde el capítulo XIX hasta el último capítulo del libro, el capítulo XXII. La lectura de Vayikrá conduce a concluir que Wellhausen. tenía razón. La primera parte se refiere a los sacrificios que se tendrán que ofrendar en el Beit HaMikdash y la función de los Kohanim en los mismos. Torat Kohanim es la designación rabínica por el libro Vayikrá

Mientras que la segunda parte consiste básicamente en normas éticas generales, las leyes agrícolas que deben regir en la Tierra Prometida y las normas para la celebración de las diferentes festividades. Flatto argumenta que la primera parte de Vayikrá se refiere a la proximidad que la persona debe anhelar con respecto a la Kedushá, la santidad. Dios es el Kadosh absoluto y los sacrificios son una vía para el acercamiento hacia Él, tal como alude la palabra Korbán, sacrificio, que en hebreo proviene de la raíz Karov, que quiere decir cercanía. 

La trágica muerte de Nadav y Avihú, hijos del Kohén Gadol Aharón, ocurre Bekorvatam, cuando se acercaron de manera inapropiada a la Kedushá, a Dios. La segunda parte de Vayikrá empieza con Kedoshim, cuyo primer instructivo es Kedoshim tih’yú, cada uno tiene que ser Kadosh. Mientras que la primera parte de Vayikrá habla del acercamiento hacia la fuente de la Kedushá que es Dios, la segunda parte ordena que cada individuo debe llegar a ser Kadosh

¿Cómo se puede convertir la persona en Kadosh? He aquí la respuesta: abstenerse de robar, ser solidario con el prójimo, ayudar al pobre, pagar el sueldo del obrero el mismo día de la realización del trabajo, amar al prójimo de la manera como te amasa ti mismo. Y así sucesivamente. El concepto de Kedushá da una secuencia lógica a las dos partes de Vayikrá. El versículo que insiste en la necesidad de obtener la Kedushá es seguido por la frase: “La persona debe temer a su padre y madre y cuidar mi Shabat, Yo soy tu Dios”. 

Los exégetas interpretaron este instructivo como una advertencia de no obedecer a los padres si ellos instigan al incumplimiento. O sea, aunque la persona debe obediencia a sus padres, existe un límite para esa obligación: cuando el padre ordena la violación de la ley, debe desobedecérsele. El Shabat, la Ley de Dios, está por encima del respeto o el temor por los padres. Es posible que juntar el temor por los padres y la obediencia a Dios tenga un propósito diferente. Incluso en los Diez Mandamientos, el cuarto mandamiento de observar Shabat es seguido por el mandamiento de honrar a los padres. 

En Bereshit leemos cómo Dios creó el universo en seis días y “descansó” en el séptimo día, o sea, cesó de crear. Luego viene la historia de la primera pareja, Adam y Javá, quienes serán los padres de la Humanidad. Tal vez la lección fundamental de Bereshit es que Dios cesó de crear y ahora es el turno de la Humanidad para crear. Dios sigue observando el Shabat de la creación, no crea más. Desde entonces le corresponde al hombre ser el propulsor del desarrollo científico, moral y social. 

El Shabat semanal sirve para “recargar las baterías” y empezar nuevamente con otros días de creación, mientras Dios “observa” el comportamiento de su última creación en los días de Bereshit: el ser humano. Interviene Dios en la historia cuando el hombre yerra irremediablemente, como en el caso del Mabul, el diluvio que destruyó a todos menos a una familia, para que todo pudiera empezar de nuevo. Obligó a los egipcios a liberar a los hebreos de la esclavitud. Por último, manifestó su voluntad en el monte Sinaí a través de la Torá, con un documento escrito que señala con toda precisión cuál es el sendero que conduce a la Kedushá, el propósito fundamental de Bereshit, la creación del universo. Bereshit fue la hora de Dios. La historia es la hora de la Humanidad.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 1 MITSVÁ POSITIVA 

  1. Génesis I:28 Procread y multiplicaos (seres humanos)

SHABBAT AND THE HUMAN BEING

BERESHIT_GENESIS I:1-VI:8

From the point of view of Jewish tradition, the creation of the universe represents the Divine action of placing man in the cosmos for the purpose of transcending into Kedusha, holiness, which is a property of God.  This is how David Flatto interprets, for example, the clear division that exists with the third book of the Tora, Vayikra.

The great critic of the Bible, Julius Wellhausen, in the early nineteenth century challenged Jewish exegetes with his theories about the primary origin of the biblical text. Wellhausen took pains in a careful study of the text, a fact that in turn forced the Parshanim, the Jewish interpreters, to investigate the same text in greater depth in order to refute his claims.

Wellhausen pointed out that the syllabus of the first part of Vayikra, Leviticus, was totally different in the first part of the text when compared to the second part and, therefore, suggested that it was the integration of two different original texts into a single book. The first part concludes with the Acharei Mot section which is Chapter XVIII.

The second part begins with Kedoshim and corresponds to the text from chapter XIX to the last chapter of the book, chapter XXII. Reading Vayikra leads to the conclusion that Wellhausen may have been right. The first part refers to the sacrifices that will be offered in the Beit HaMikdash and the role the Kohanim would play. Torat Kohanim is the rabbinic designation for the book Vayikra.

The second part basically consists of ethical norms, agricultural laws that must govern the Promised Land and the norms for the celebration of the different holidays. Flatto argues that the first part of Vayikra refers to the closeness that a person should yearn for with regard to Kedusha, holiness. God is the absolute Kadosh and sacrifices are a way to approach Him, as alluded to by the word Korban, sacrifice, which in Hebrew comes from the root Karov, which means closeness.

The tragic death of Nadav and Avihu, sons of Kohen Gadol Aharon, occurs Bekorvatam, when they inappropriately approached the Kedusha, God. The second part of Vayikra begins with Kedoshim, whose first instruction is Kedoshim tih’yu, each must be Kadosh. While the first part of Vayikra speaks of the approach to the source of Kedusha which is God, the second part commands every individual to become Kadosh.

How can a person become Kadosh? Here is the answer: refrain from stealing, be in solidarity with others, help the poor, pay the worker’s wages on the day that the work is done, love your neighbor in the same way as you love yourself. And so on. The concept of Kedusha gives a logical sequence to the two parts of Vayikra. The verse that insists on the need to obtain Kedusha is followed by the phrase: “A person should fear his father and mother and keep my Shabbat, I am your God.”

Exegetes interpreted this instruction as a warning not to obey parents if they instigate noncompliance. That is, although a person owes obedience to his parents, there is a limit to that obligation: when the father orders a violation of the law. In that case, a son or daughter must disobey him. Shabbat, God’s law, takes precedence to respect or fear for parents. Combining fear for parents and obedience to God may serve a different purpose. Even in the Ten Commandments, the fourth commandment to observe Shabbat is followed by the commandment to honor one’s parents.

In Bereshit we read how God created the universe in six days and “rested” on the seventh day, that is, ceased to create. Then comes the story of the first couple, Adam and Eve, who will be the fathers of Humanity. Perhaps the fundamental lesson of Bereshit is  that God ceased to create and now it is humanity’s turn to create. God continues to observe the Shabbat of creation. From that moment on it is up to man to be the promoter of scientific, moral and social development. Man is now the creator

The weekly Shabbat serves to “recharge the batteries” and start again with other days of creation, while God “observes” the behavior of his last creation: the human being. God intervenes in History when man irretrievably errs, as in the case of the Mabul, the flood that destroyed all but one family, so that everything could begin again. He forced the Egyptians to free the Hebrews from slavery. Finally, he manifested His will on Mount Sinai through the Tora, with a written document that shows with precision what is the path that leads to Kedusha, the fundamental purpose of Bereshit, the creation of the universe.

Bereshit was God’s hour. History is humanity’s hour.

MITSVA: TORA ORDINANCE IN THIS PARSHA

CONTAINS 1 POSITIVE MITSVA

1. Genesis I:28 Procread and multiply (human beings)

ALGUNOS GIGANTES DEL ESPÍRITU

HAAZINU_DEUTERONOMIO XXXII:1-XXII:52

Estos capítulos aparecen en forma de verso en la Torá, que hace una excepción para este canto que está escrito en 2 columnas angostas, las cuales ocupan el espacio que normalmente está asignado a una columna. Dado que se trata de uno de los últimos pronunciamientos de Moshé, este poema adquiere mayor importancia. Nuestro texto empieza con Haazinu hashamáyim…vetishmá haarets…: “Escuchen los cielos… y que escuche la tierra…”. Palabras similares se encuentran en el libro de Yeshayahu, en el que el profeta exclama Shim’í shamáyim vehaazin erets: “Escucha cielo, y que escuche la tierra”. 

En el hebreo original se puede notar que, en cada caso, hay 2 palabras diferentes para señalar escuchar: lehaazín y lishmoa. Rashí señala que lehaazín se refiere a escuchar de cerca, mientras que lishmoa quiere decir escuchar un sonido lejano. Moshé, quien era de talla espiritual más elevada a la del profeta Yeshayahu, estaba más cercano al cielo; por ello se utiliza la palabra lehaazín cuando se señala un sonido que debe ser escuchado en los cielos, mientras que ese vocablo es utilizado por Yeshayahu con referencia a su cercanía a la tierra, solamente cuando se le compara con Moshé.

Con esta distinción en mente, señalamos que hay episodios bíblicos que son muy difíciles de comprender. Por ejemplo, el caso de la atadura de Yitsjak sobre un altar nos resulta incomprensible cuando leemos que fue el padre, Avraham, quien lo colocó para ser sacrificado. ¿Cómo puede un padre contemplar tal sacrificio? Cuando Dios le instruyó conducir a su hijo al holocausto, la respuesta de Avraham debería haber sido: “Estoy personalmente dispuesto a ofrecer mi vida si eso es lo que se exige, pero no puedo ofrendara mi hijo”. Incluso esta conducta sería considerada como de absoluta valentía, hecho que muy pocas personas estarían dispuestas a hacer y demostraría la profunda fe de la persona. 

Nuestro asombro ante la actitud de Avraham es el resultado del intento de colocarnos en el lugar del patriarca. Si consideramos que Avraham revolucionó el mundo de las ideas y del espíritu con su propuesta de la existencia de un solo Dios que rige el destino de cada ser, debemos asumir que estamos en presencia de una personalidad singular, sin parangón anterior, un personaje para el cual no se puede aplicar las usuales mediciones o evaluaciones. La fe de Avraham en Dios era total, sin titubeo alguno. Avraham “sabía en su mente” y “sentía en su corazón”, sin asomo de duda alguna, que Dios era justo y que jamás cometería un equívoco o una inmoralidad.

De acuerdo con la tradición judía, Moshé estaba en un nivel espiritual superior al de los patriarcas: no tenía parangón. Era un gigante del espíritu. La Biblia testimonia que Dios le hablaba a Moshé “boca a boca” y no en un sueño o en una aparición nocturna. Bejol beití neemán hu, “En toda mi casa es la persona de confianza”, es la expresión que la Torá atribuye a Dios con referencia a Moshé.

La sentencia Divina que le impidió a Moshé pisar la Tierra Prometida provocó el ruego y la petición, vaetjanán, y Moshé imploró. El citado Rashí comenta que la solicitud de Moshé no estaba basada en mérito alguno, porque Dios conoce incluso los pensamientos y sentimientos que no han sido expresados con palabras. Moshé imploró apelando a la Misericordia Divina, que esta vez tuvo que dar paso al patrón de la Justicia Absoluta. 

Por ello, la vida de Moshé es una especie de sinfonía espiritual inconclusa: extrae al pueblo esclavizado de Egipto y los conduce al Sinaí, donde Dios revela Su Voluntad y especifica un conjunto de normas que conducirán a la realización espiritual y social de la Humanidad. Así como la vida de Moshé fue una sinfonía inconclusa, la mortalidad recuerda con toda crudeza que ninguna persona puede terminar su cometido sobre la tierra. 

Serán las generaciones futuras las encargadas de construir sobre lo edificado con anterioridad, ampliar el cúmulo del conocimiento basándose en las memorias de otras generaciones. La sinfonía tendrá una conclusión en alguna época mesiánica, que depende probablemente de una actuación solidaria con los desfavorecidos, de una conducta personal apegada totalmente a esos diez instructivos que fueron grabados sobre piedra que ningún tirano ha podido borrar.

SOME GIANTS OF THE SPIRIT

HA’AZINU_DEUTERONOMY XXXII:1-XXII:52

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These chapters appear in verse form in the Tora, which makes an exception for this song, written in 2 narrow columns, which occupy the space normally allocated to a column. Since it is one of Moshe’s last pronouncements, this poem takes on greater importance. Our text begins with Ha’azinu hashamayim… vetishma ha’arets…: “Listen to heavens… and let the earth listen…”. Similar words are found in the book of Yeshayahu, in which the prophet exclaims Shim’í shamayim veha’azin erets: “Listen to heaven, and let the earth hear.” 

In the original Hebrew it can be noted that, in each case, there are 2 different words to signal listening: leha’azin and lishmo’a. Rashi points out that leha’azin refers to listening up close, while lishmo’a means hearing a distant sound. Moshe, who was of higher spiritual status than prophet Yeshayahu, was closer to heaven; that is why the word leha’azin is used when pointing to a sound that must be heard in the heavens, while that word is used by Yeshayahu with reference to his closeness to the earth when compared to Moshe.

With this distinction in mind, we point out that among the biblical episodes that are difficult to comprehend like the case of Yitzchak’s binding on an altar. It is incomprehensible that the father, Avraham, was willing to place him to be sacrificed. How can a father contemplate such a sacrifice? When God instructed him to deliver his son as a burnt offering, Avraham’s response should have been, “I am personally willing to offer my life if that is what is demanded, but I cannot offer my son”. Avraham would have shown absolute courage, a fact that very few people would be willing to do, and thereby demonstrate his deep faith. 

Our amazement at Avraham’s attitude rests on our inability to take the place of the patriarch. If we consider that Avraham revolutionized the world of ideas and spirit with his proposal of the existence of One God who governs the destiny of each being, we must assume that we are in the presence of a singular personality, unparalleled. Usual measurements or evaluation cannot be applied to Avraham whose faith in God was total, without hesitation. Avraham “knew in his mind” and “felt in his heart,” without a shadow of a doubt, that God was just and would never lead anyone to immorality.

According to Jewish tradition, Moshe was on a higher spiritual level than the patriarchs: he was a singular individual. He was a giant of the spirit. The Bible testifies that God spoke to Moshe “face to face” and not in a dream or in a nocturnal apparition. Bechol be’ití ne’eman hu, “In my entire house, he is the person of trust,” is the expression that Torah attributes to God with reference to Moshe.

The Divine sentence that prevented Moshe from setting foot in the Promised Land provoked the plea and petition, Vaetchanan, and Moshe implored. The aforementioned Rashi comments that Moshe’s request was not based on any merit, because God knows all, including the thoughts and feelings that have not been expressed in words.  Moshe implored by appealing to Divine Mercy, which this time had to give way to the pattern of Absolute Justice. 

Therefore, Moshe’s life is a kind of unfinished spiritual symphony: he extracts the enslaved people of Egypt and leads them to Sinai, where God reveals His Will and specifies a set of norms that will lead to spiritual and social realization for Humanity. Just as Moshe’s life was an unfinished symphony, mortality starkly reminds us that no person can finish his mission on earth. 

Future generations will be in charge of building on what was built previously, expanding the accumulation of knowledge based on the memories of other generations. The symphony will have a conclusion in some messianic era, which probably depends on solidarity with the disadvantaged, on personal conduct that follows those Ten Instructions that were engraved on the stone at Sinai and that no tyrant has been able to erase.

LECTURA PÚBLICA DE LA TORÁ

Después de estimular a Yehoshúa con la expresión de Jazak Veemáts, el deseo de que su liderazgo sobre el pueblo sea fuerte y persistente, Moshé instruye que a la conclusión del período de la Shemitá, el descanso anual de la tierra después de 7 años, se debe reunir al pueblo para la lectura pública de la Torá. El momento será propicio para destacar que el año sabático de Shemitá no tiene solamente el propósito del “descanso de las tierras”. Tiene que ser un período de reflexión y estudio, de crecimiento espiritual que será coronado con la lectura pública, que a su vez puede considerarse como un renovado compromiso con la Torá. Al escuchar su contenido debe producirse una movilización y renovación del Brit asumido en Har Sinai: Dios se compromete a velar por el bienestar del pueblo y el pueblo se compromete cumplir las Mitsvot, obedecer la Voluntad Divina. 

Quien debía efectuar la lectura pública era el rey, el rector administrativo del pueblo, como señal de que la Torá tenía un mensaje público; sus normas debían regir el comportamiento de la sociedad en todas sus manifestaciones. Tanto adultos como niños, ancianos y jóvenes tenían que escuchar esta lectura. Esta reunión recibió el nombre de Hakhel, cuya raíz es Kahal, el colectivo, la totalidad del pueblo hebreo.

Con el establecimiento del Estado de Israel se hizo intentos de renovar esta actividad. En este sentido el Gran Rabino Yitzchak Herzog escribió una Teshuvá en su libro Heichal Yitzchak, donde sugiere que incluso en la ausencia del Beit HaMikdash se puede celebrar Zéjer leHakhel, un recuerdo de esta actividad, y que el jefe del Estado podría dirigirla lectura pública de la Torá

Como nota histórica, cabe mencionar que fue un hijo de este gran rabino, el general Yaacov Herzog, embajador de Israel ante las Naciones Unidas, quien en un célebre discurso reaccionó en noviembre de 1975 a la adopción del infame documento de la Asamblea General que hacía una equivalencia entre Sionismo y racismo. Mientras que la Torá es un documento de convivencia de gran contenido ético, el documento de la ONU tenía la función de promover el odio, una expresión de la inmoralidad de su contenido que constituía una tergiversación histórica del movimiento sionista. Yaacov Herzog terminó su brillante alocución rompiendo públicamente el papel en el cual estaba escrita esta resolución.

Días atrás, en una conferencia de prensa pública, otro general israelí, hijo de Yaacov Herzog, en una conmemoración de los 30 años de esa infame resolución, disertó acerca de su injusticia histórica y, nuevamente, ante las cámaras de televisión, rompió el documento. Cabe destacar que la Asamblea General de la ONU subsecuentemente resolvió anular la decisión original, en una enmienda justa a una lamentable decisión anterior. 

El Gran Rabino Yitzchak Herzog había sugerido una reunión masiva ante el Kótel para hacer la lectura de la Torá, que debía ser precedida por el sonido del Shofar. De acuerdo con muchos exégetas, debe leerse el Séfer Devarim, el último Libro de la Torá. También se puede mencionar como dato de interés que, años atrás, una sinagoga de Nueva York programó la lectura pública del Tanaj e invitó a diferentes personalidades públicas a participar en este evento. La audiencia recibió ejemplares del Tanaj mientras que en el podio se hacía la lectura, capítulo por capítulo.

Hakhel es una demostración adicional de la centralidad del estudio de la Torá para todos los sectores de la sociedad. La presencia de los niños destaca que desde la infancia se debe inculcar el amor por la Torá y el estudio, el factor decisivo para la sobrevivencia del pueblo judío.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 2 MITSVOT POSITIVAS

  1. Deuteronomio 31:12 Reunir a todo el pueblo para escuchar la lectura de la Torá después del año Sabático
  2. Deuteronomio 31:12 Cada judío debe escribir una Torá para sí mismo

PUBLIC TORA READING

VAYELECH_DEUTERONOMY XXI:1-30

After energizing Yehoshua with the expression of Chazak Ve’emats, the aspiration that his leadership over the people be strong and persistent, Moshe instructs that at the conclusion of the Shemita period, the annual rest of the earth after 7 years, the people should be gathered for the public reading of the Tora.  The timing will be propitious to emphasize that the Sabbat year of Shemita is not only for the purpose of the “rest of the lands.” It had to be a period of reflection and study, of spiritual growth that will be crowned with a public reading, which in turn can be regarded as a renewed commitment to the Tora. Listening to its content must produce a mobilization and renewal of the Brit, the covenant, assumed in Har Sinai: God is committed to watching over the well-being of the people and the people are committed to fulfilling the Mitzvot, to obey the Divine Will. 

The one who was to carry out the public reading was the king, the administrative rector of the people, as a sign that the Tora had a public message; its norms were to govern the behavior of society in all its manifestations. Both adults and children, the elderly and young had to listen to this reading. This meeting was called Hakhel, whose root is Kahal, the collective, the whole of the Hebrew people.

With the establishment of the State of Israel, attempts were made to renew this activity. In this sense, Chief Rabbi Yitzchak Herzog wrote a Teshuva, a response, in his book Heichal Yitzchak, where he suggests that even in the absence of the Beit HaMikdash Zecher leHakhel, a memory of this activity, can be celebrated and that the Head of State could direct this public reading of the Tora. ´

As a historical note, it is worth mentioning that it was a son of this great rabbi, General Yaacov Herzog, Israel’s ambassador to the United Nations, who in a famous speech in November 1975 replied to the adoption of the infamous General Assembly document that made an equivalence between Zionism and racism. While the Tora is a document of coexistence of great ethical content, the UN document had the function of promoting hatred, an expression of the immorality of its content that constituted a historical misrepresentation of the Zionist movement.  Yaacov Herzog ended his brilliant speech by publicly breaking the paper on which this resolution was written.

Some time ago, at a public press conference, another Israeli general, son of Yaacov Herzog, during a commemoration of the 30th anniversary of that infamous resolution, spoke about his historical injustice and, again, before the television cameras, broke the document. Notably, the UN General Assembly subsequently resolved to overturn the original decision, in a fair amendment to an earlier regrettable decision. 

Chief Rabbi Yitzchak Herzog had suggested a mass meeting at the Kotel for the Tora reading, which was to be preceded by the sound of the Shofar. According to many exegetes, Sefer Devarim, the last Book of the Torah, should be read at that time. It can also be mentioned as a fact of interest that, years ago, a synagogue in New York scheduled the public reading of the Tanach and invited different public personalities to participate in this event. The audience received copies of the Tanach while from the podium the reading was done, chapter by chapter.

Hakhel is a further demonstration of the centrality of Tora’s study for all sectors of society. The presence of the children emphasizes that from childhood the love for the Torah and study must be instilled, and this is a decisive factor for the survival of the Jewish people.

MITSVA: TORA ORDINANCE IN THIS PARSHA

CONTAINS 2 POSITIVE MITSVOT

  1. Deuteronomy 31:12 Gather all the people to hear the Reading of the Tora after the Sabbath Year
  2. Deuteronomy 31:12 Every Jew must write a Tora for himself

NIVELES OCULTOS DE LA TORÁ

NITSAVIM_DEUTERONOMIO XXIX:9-XXX:20

Hershel Schachter, Rosh Kolel de Yeshiva University, cita un escrito de Rabí Chaim de Volozhin, uno de los discípulos más distinguidos del Gaón de Vilna. Según Rabí Chaim, el Gaón sostenía que el Jumash Devarim, el quinto de los cinco libros de la Torá, consiste de diez Sidrot determinadas por la lectura semanal y que las secciones de Nitsavim y Vayélej deben ser consideradas como una sola unidad.

De acuerdo con el Talmud, el mundo tendrá una duración de 6 milenios, que luego darán paso a un Shabat universal. Estos seis milenios están divididos en 3 etapas. La primera de ellas se denomina tohu, porque se refiere al desorden y anarquía que la caracterizaron. La segunda etapa, que empezó con la aparición de los tres patriarcas, se fundamenta en la Torá recibida en el monte Sinaí, documento en el cual Dios manifestó Su Voluntad a la Humanidad por intermedio del pueblo judío y especificó el sendero que debe transitar para conquistar y eliminar el tohu, el caos que reinó en un principio. 

En la actualidad nos encontramos en la tercera etapa: la redención, el momento mesiánico. El cálculo es el siguiente. El patriarca Avraham nació en el año 1948 después de la creación del universo (partimos de la referencia de que en la actualidad nos encontramos en el año 5763, según la tradición judía) y comenzó su misión de propagar el ideal monoteísta a la edad de 52 años. 

De acuerdo con el Talmud, la nomenclatura utilizada para el documento que Moshé escribió de acuerdo con la expresa Voluntad de Dios es la Torá Shebijtav, la Torá Escrita, aunque simultáneamente se fue desarrollando la Torá Shebealpé, la Torá Oral que recoge las diferentes explicaciones sobre las Mitsvot, ordenanzas y relatos contenidos en el documento escrito. La Torá Shebealpé fue finalmente formulada de manera escrita en el texto que se denomina Mishná. El autor de esta Mishná fue Rabí Yehudá Hanasí, quien falleció en el año 220 de la Era Común. Si se considera que después de su muerte todavía se hicieron algunas enmiendas, arribamos al año 240, que completa el segundo período de 2 milenios. De tal manera que el año 2240 de la era común señalará la finalización del tercer período: los días del Mashíaj.

El Gaón de Vilna sostenía que las 10 Sidrot de Devarim representan los últimos 10 siglos de la Humanidad, y en cada una de estas secciones se puede encontrar algún mensaje puntual sobre el siglo específico. De alguna manera, la Torá vaticina los sucesos que se desarrollaron en cada etapa. Un ejemplo notable es el hecho de que la Sidrá (usualmente referida como Parashá) Ki Tavó, que corresponde al siglo comprendido entre 1840 y 1490 de la era común, contiene la Tojajá, que consiste en una serie de advertencias acerca de los desastres que le ocurrirán al pueblo judío si se aleja del sendero de la Torá. Está claro que el siglo aludido incluye numerosos pogromos y el inicio del período nazi, que produjo el genocidio: la mayor destrucción de la historia de la Humanidad.

Los capítulos contenidos en Nitsavim y Vayélej mencionan la próxima conquista de la Tierra Prometida, la necesidad de la Teshuvá: el retorno a las raíces ancestrales y la Mitsvá de escribir el texto de la Torá. Al tomar en cuenta el establecimiento del Estado de Israel en 1948, el fenómeno intensivo de los Baalei teshuvá, los miles de jóvenes que retornan día a día a la tradición de sus antepasados, y el vigoroso resurgimiento del estudio de la Torá en nuestros días, se puede apreciar una directa correspondencia entre el texto bíblico y los sucesos actuales.

Personajes excepcionales como el Gaón de Vilna, poseedores de un intelecto privilegiado y de profunda espiritualidad, pueden ver con mayor claridad la correspondencia entre las Escrituras Sagradas y el desarrollo de la Historia. No obstante es un ejercicio intelectual aleccionador que invita a leer la Torá con mayor atención a los mensajes que no son obvios en el transcurso de una lectura ligera.

HIDDEN LEVELS OF THE TORA

NITSAVIM_DEUTERONOMY XXIX:9-XXX:20

Hershel Schachter, Rosh Kolel of Yeshiva University, quotes the writings of Rabbi Chaim of Volozhin, one of the Gaon of Vilna most distinguished disciples. According to Rabbi Chaim, the Gaon held that the Chumash Devarim, the fifth of the five books of the Tora, consists of ten Sidrot determined by the weekly reading and that the sections of Nitsavim and Vayelech should be regarded as a single unit.

According to the Talmud, the world will last for 6 millennia, which will then give way to a universal Shabbat. These six millennia are divided into 3 stages. The first of these is called Tohu, because it refers to the disorder and anarchy that characterized it. The second stage, Tora, which began with the appearance of the three patriarchs, is based on the Tora received at Mount Sinai, a document in which God manifested His Will to humanity through the Jewish people and specified the path that must be traveled to conquer and eliminate the Tohu, the chaos that reigned in the beginning. 

Today we are in the third stage: redemption, the messianic moment. The calculation is as follows. Patriarch Avraham was born in 1948 years after the creation of the universe (we start from the reference that today we are in the year 5782, according to Jewish tradition), and began his mission to propagate the monotheistic ideal at the age of 52. 

According to the Talmud, the nomenclature used for the document that Moshe wrote according to the express Will of God is the Tora Shebichtav, the Written Tora, although simultaneously the Tora Shebealpe, the Oral Tora was also given. The Oral Tora collects the different explanations about the Mitzvot, ordinances, and details of some of the stories contained in the written document. The Tora Shebealpe was finally formulated in writing in the text called Mishna. The author of this Mishna was Rabbi Yehuda Hanasi, who died in the year 220 of the Common Era. If one considers that after his death some amendments were still made, we arrive at the year 240, which completes the second period of the millennia. In this manner, the year 2240 of the common era will signal the end of the third period: the days of Mashiach.

The Vilna Gaon held that the 10 Sidrot of Devarim represent the last 10 centuries of humanity, and in each of these sections, you can find some specific message about that century. The Tora predicts the events that unfolded at each stage. A notable example is a fact that the Sidra (usually referred to as Parsha) Ki Tavo, which corresponds to the 1840-1490 century of the common era, contains the Tochacha, which consists of a series of warnings about the disasters that will befall the Jewish people if they move away from the Path of the Tora. It is clear that the century alluded to includes numerous pogroms and the beginning of the Nazi period, which produced genocide: the greatest destruction in the history of humanity.

The chapters contained in Nitsavim and Vayelech mention the coming conquest of the Promised Land, the need for Teshuva: the return to ancestral roots, and the Mitzvah of writing the text of the Tora. Taking into account the establishment of the State of Israel in 1948, the intensive phenomenon of the Baale’i Teshuva, the thousands of young people who return day by day to the tradition of their ancestors, and the vigorous resurgence of Torah study in our days, one can appreciate a direct correspondence between the biblical text and current events.

Exceptional figures such as the Vilna Gaon, possessing a privileged intellect and deep spirituality, could see more clearly the correspondence between the Sacred Scriptures and the development of History. However, it is a sobering intellectual exercise that invites you to read the Tora with greater attention to messages that are not obvious in the course of light reading.