NUESTROS DIEZ MANDAMIENTOS

SHAVUOT

La fecha de Shavuot, Zemán Matán Toratenu, el otorgamiento de la Torá fue fijado para el 6 de Siván, día cincuenta del Ómer que se empieza a contar desde el segundo día de Pésaj. La fecha de la festividad produjo una fisura en el pueblo judío, porque los Zedukim (saduceos) opinaron que Shavuot debe celebrarse el primer domingo después de Pésaj. Por lo tanto, durante algunos años la totalidad del pueblo judío no siempre celebraba esta festividad el mismo día. Si tomamos en cuenta que la Torá es el rasgo fundamental que caracteriza y diferencia al pueblo judío, comprenderemos por qué el conflicto produjo una fisura básica.

La lectura de la Torá del primer día de Shavuot incluye la frase: “Y seréis para Mí un reino de Kohanim y un pueblo sagrado”, imperativo que obliga a trascender por encima de las necesidades materiales y dedicar el mayor esfuerzo, tanto intelectual como emocional, para elevar lo que es material y cotidiano y transformarlo en una acción espiritual. Cada persona debería construir una escalera que una tierra y cielo, según el sueño del patriarca Yaacov, para alcanzar su potencial individual, simbólicamente representado por su imagen individual celestial.

Una de las funciones principales del Kohén era la educación. Por lo tanto, formar parte de Mamléjet Kohanim, “unreino de Kohanim”, implica la actividad intelectual, Lilmod ulelamed, “estudiar y enseñar”. La segunda parte de la frase exhorta a formar parte del Goi kadosh: un pueblo sagrado, que según la interpretación clásica de Rashí quiere decir “permanecer aparte” y no dejarse seducir por las acciones de otros pueblos que en ocasiones sucumben a la tentación y derriban en lainmoralidad. El Kohén Gadol llevaba la inscripción Kódesh LaShem, “santificado para Dios”, sobre un objeto que portaba en su frente. De tal manera que Kohén y Kadosh son conceptos afines que forman parte del norte espiritual de todo el pueblo judío, según el versículo citado.

El tema central de la lectura bíblica es indudablemente Aséret HaDibrot: los Diez Mandamientos, listado de imperativos que se han convertido en la “Carta Magna Espiritual” de gran parte de la Humanidad. Tal como sucede con muchas grandes obras y textos memorables, el paso de los años confirma su vigencia. Con un lenguaje sobrio, sin equívocos, trata los temas fundamentales de la sociedad, empezando con la intervención divina en contra de la esclavitud egipcia que proclama el derecho natural del hombre a la libertad, condición sagrada que nunca que debe ser comprometida. La pureza de la fe en un solo Dios no puede ser comprometida con la idolatría que no se circunscribe a una efigie de piedra u otro material, sino que incluye el culto al poder o a la moneda, entre otros.

La utilización de la segunda persona del singular para cada uno de estos Mandamientos implica que la sociedad es el cúmulo de sus integrantes y que nadie está exento del cumplimiento de estas ordenanzas, hecho que se desprende de una antigua tradición que afirma que todas las almas, incluyendo las que nacerían en el futuro, estuvieron presentes en la revelación que se produjo en el monte Sinaí. Esta revelación de la Voluntad Divina fue el momento estelar de la historia del pueblo judío, porque sentó las bases morales y éticas que servirían de brújula para el futuro desarrollo de la Humanidad.

OUR TEN COMMANDMENTS

SHAVUOT

The date of Shavuot, Zeman Matan Toratenu, the bestowal of the Torah, was set for the 6th of Sivan, the fiftieth day

 of the Omer that begins a count from the second day of Pesach. The holiday date caused a fissure in the Jewish people because the Zedukim (Sadducees) opined that Shavuot should be celebrated on the first Sunday after Pesach. Therefore, the Jewish people did not always celebrate this holiday on the same day for some years. Considering that the Torah is the fundamental feature that characterizes and differentiates the Jewish people, we will understand why the conflict produced a basic fissure.

The Torah reading on the first day of Shavuot includes the phrase: “And you will be for Me a kingdom of Kohanim and a sacred people,” an imperative that forces us to transcend material needs and devote energy and effort, both intellectual and emotional, to elevate what is material and every day and transform it into spiritual action. Each person should build a ladder that unites earth and heaven, according to the dream of the patriarch Yaacov, to reach his potential, represented by his heavenly image.

One of the main functions of the Kohen was education. Therefore, being part of Mamlechet Kohanim, “a

Kingdom of Kohanim” implies the intellectual activity, Lilmod ulelamed, “to study and teach”. The second part of the phrase exhorts to be part of the Goi kadosh: a sacred people, which according to the classical interpretation of Rashi means “to stand apart” and not to be seduced by the actions of other peoples who sometimes succumb to temptation that leads into immorality. The Kohen Gadol bore the inscription Kodesh LaShem, “sanctified unto God,” on an object he carried on his forehead. In such a way that Kohen and Kadosh are related concepts that are part of the spiritual north of the entire Jewish people, according to the verse quoted.

The central theme of the biblical reading is undoubtedly Aseret HaDibrot: the Ten Commandments, a list of imperatives that have become the “Spiritual Magna Carta” of much of humanity. As with many great works and memorable texts, the passing of the years confirms its validity. With sober, unequivocal language, it deals with the fundamental issues of society, beginning with divine intervention against Egyptian slavery that proclaims man’s natural right to freedom, a sacred condition that should never be compromised. The purity of faith in one God cannot be tainted with idolatry that is not limited to an effigy of stone or other material but includes the cult of power or materialism, among others.

The use of the second person singular for each of these Commandments implies that society is defined by its members and that no one is exempt from compliance with these ordinances, a fact that follows an ancient tradition that states that all souls, including those who would be born in the future, were present in the revelation that occurred at Mount Sinai. This revelation of the Divine Will was the crowning moment in the history of the Jewish people because it laid the moral and ethical foundations that would serve as a compass for the future development of humanity.

LA HUMILDAD INDISPENSABLEPARA EL ESTUDIO DE LA TORÁ

BEMIDBAR_NÚMEROS I:1-IV:20

La Torá fue entregada en el desierto, la tierra de nadie, y desde un monte de mediana altura, sin aparente distinción. De este hecho, los Jajamim concluyen que el estudio de la Torá exige modestia y humildad. El falso y exagerado orgullo es enemigo mortal del aprendizaje. Incluso Rambam, quien en todo momento aconsejó el Shevil Haemtsaí, el sendero medio que evita los extremos insistió en que no existe un término medio en el caso de la modestia. No puede concebirse una modestia media o parcial, porque sólo la persona que ha adquirido un cúmulo de conocimientos reconoce necesariamente la vastedad de lo que aún le queda por conocer, que es como un horizonte que se aleja no obstante la distancia recorrida. Únicamente quienes tienen conocimientos parciales que siempre son insuficientes se jactan de sus logros intelectuales. El auténtico erudito sabe que no sabe y está sediento de estudio y reflexión.

Aún no se ha logrado identificar definitivamente al Har Sinai que fue testigo de la revelación de la voluntad Divina. El desconocimiento del lugar conduce a valorar la palabra y el mensaje que allí fueron enunciados, sin la tentación de “santificar” el lugar. El mensaje constituye el único elemento sagrado de aquella extraordinaria experiencia de hace más de 3,000 años.

El nombre de este cuarto libro de la Torá que nuestros capítulos inauguran significa “en el desierto”, especie de vaticinio de que el hombre permanecería espiritualmente en un desierto por un extenso lapso. Mientras que en el campo de la tecnología los avances crecen exponencialmente, en el terreno espiritual hay avances y retrocesos continuos que, debido a la excelencia tecnológica, convierten las recaídas, en cada instancia, en una mayor amenaza para la supervivencia de la especie humana.

La cualidad de la humildad conduce a la tolerancia–especialmente de las ideas que son diferentes– y el respeto de una conducta alterna que también se sustenta en los principios de la ética y la moralidad, los cuales no agreden, sino que respetan al prójimo. Aquellos que alegan que son los poseedores de la verdad única y absoluta, muchas veces son presa del fanatismo y fundamentalismo que invariablemente produce la intolerancia, y ésta, a su vez, se traduce en agresión física.

La arrogancia de quienes “han visto la luz” impide que admitan la justicia y la verdad, porque su interés se centra en la gloria y el poder personal. Esta arrogancia es el enemigo mortal del estudio de la Torá, que exige la humildad ante el “Intelecto Supremo” de Dios. Meod meod hevé shefal rúaj, exige el Talmud, porque la humildad es un requisito para el crecimiento espiritual. 

Entre los posibles calificativos que la Torá podría haber escogido, Moshé es designado como anav mikol adam, “el más humilde entre los humanos”. Por ello, en la tradición oral es conocido como Moshé Rabenu, “nuestro maestro Moshé”, porque la humildad es condición sine qua non en el proceso del aprendizaje y la enseñanza.

Estos capítulos se leen generalmente en la víspera de la festividad de Shavuot que celebra el aniversario del otorgamiento de la Torá. Se debe destacar que esta festividad no tiene fecha en las Escrituras: sólo el conteo de 49 días, que son 7 semanas, desde el segundo día de Pésaj, identifica su celebración. Shavuot es anticipado durante estos días, hecho que condujo a algunos sabios a opinar que la preparación es muchas veces más importante que la celebración. 

Anticipar el evento trae consigo mayor regocijo que el momento de la festividad. De manera similar, el estudio de la Torá es un proceso, no es un evento. Tal como el desierto no reconoce el pedigrí ni los privilegios, porque todos tienen que luchar igualmente para sobrevivir en ese ambiente hostil, la Torá no es adquirida por herencia, no reconoce los privilegios ancestrales. El estudio de la Torá es, en realidad, una manera de conducir la vida con un norte que apunta al aprendizaje, el cual sólo puede lograrse bajo la premisa de la humildad ante la eterna sabiduría del Creador.

THE HUMILITY INDISPENSABLE FOR THE STUDY OF THE TORAH

BEMIDBAR_NUMBERS I:1-IV:20

The Torah was delivered in the desert, no man’s land, and from a mountain of medium height, without apparent distinction. From this fact, the Chachamim conclude that Torah study demands modesty and humility. False and exaggerated pride is the mortal enemy of learning. Even Rambam, who always advised Shevil Ha’emtsai, the middle path that avoids extremes, insisted that there is no middle ground in the case of modesty. Medium or partial modesty cannot be conceived because only the person who has acquired knowledge necessarily recognizes the vastness of what he still has to know, like a horizon that moves away despite the distance traveled. Only those with partial knowledge that is always insufficient boast of their intellectual achievements. The true scholar knows he does not know much and is thirsty for study and reflection.

Identifying the Har Sinai that witnessed the revelation of the Divine will has not yet been possible. The ignorance of the place leads to the value of the word and the message that was enunciated there, without the temptation to “sanctify” the place. The message was the only sacred element of that experience over 3,000 years ago.

The name of this fourth book of the Torah that our chapters inaugurate means “in the desert,” a prediction that man would remain spiritually in a desert for an extended period. While in the field of technology, advances grow exponentially, in the spiritual field, there are continuous advances and setbacks.

Humility leads to tolerance – especially of different ideas – and respect for alternative behavior based on the principles of ethics and morality, which do not create conflict but respect others. Those who claim to be the possessors of the sole and absolute truth are often prey to the fanaticism and fundamentalism that invariably produces intolerance, which in turn translates into physical aggression.

The arrogance of those who have “seen the light” prevents them from admitting justice and truth because their interest is focused on glory and personal power. This arrogance is the mortal enemy of Torah study, which demands humility before God’s “Supreme Intellect.”  Me’od me’od hevh shefal ruach, the Talmud demands because humility is a requirement for spiritual growth. 

Among the possible epithets the Torah might have chosen, Moshe is designated as anav mikol adam, “the humblest among humans.” Therefore, in the oral tradition, he is known as Moshe Rabenu, “our teacher Moshe,” because humility is a sine qua non condition in learning and teaching.

These chapters are usually read on the eve of the holiday of Shavuot, which celebrates the anniversary of the bestowal of the Torah. It should be noted that this holiday has no date in Scripture: only the count of 49 days, which is 7 weeks from the second day of Passover, identifies its celebration. Shavuot is anticipated during these days, which led some sages to believe that preparation is, at times, more important than celebration. 

Anticipating the event brings greater joy than the time of the holiday. Similarly, Torah study is a process, not an event. Just as the desert does not recognize pedigree and privileges because everyone must fight equally to survive in that hostile environment, the Torah is not acquired by inheritance; it does not recognize ancestral privileges. Torah study is, in fact, a way of conducting life with a north that aims at learning, which can only be achieved under the premise of humility before the eternal wisdom of the Creator.

THE SANCTIFICATION OF GOD AND THE PEOPLE

BEHAR_LEVITICUS XXV:1-XXVI:2 – BECHUKOTAI_LEVITICUS XXVI:3-XXVII:34

According to Harav Yosef Dov HaLevi Soloveitchik, the Tora was given at Har Sinai with Kolot uverakim, “thunder and lightning,” so that humanity would learn that the Jewish people deserved Divine attention and, in this way, Kavod, honor, was returned to the people who were gradually losing humanity’s appreciation. While Avraham gained the respect of many, this feeling diminished in the case of Yitschak and even more so with Ya’acov and his sons, who ended up under the yoke of Egyptian slavery. 

The Divine revelation at Sinai was intended to restore to the Hebrews the esteem of the nations. It was heard at that time that God had chosen the Jewish people. A kind of Kiddush Ha’Am, “the sanctification of the nation.” In previous chapters, we had read about Kiddush HaShem, the obligation to sanctify the Name of God, and the prohibition Velo techalelu et Shem Kodshi, “and do not go and profane My Sacred Name,” a fact that obliges one to offer one’s life in certain fundamental cases, violation of the laws of incest, murder, and idolatry. The Jew must choose death and not transgress the three imperatives mentioned.

However, the Talmud questions that if a person flouts the imperative Yehareg ve’al ya’avor, “choose death and not break the law,” in the case of idolatry for fear of being sentenced to death, can he be considered to have violated the prohibition to serve an idol? The answer should be obvious: in the case of idolatry, the person must choose death. The fact that the Talmud raises the question suggests, according to Soloveitchik, that the problem lies not so much in the idolatrous act as in the transcendent effect of the action on the public.

Throughout history, when Jews were forced to publicly renounce their faith, even when it was not a question of violating one of the three previous statements, the obligation was not to succumb, even to offer one’s life, if necessary. According to Maimonides, Chananya, Misha’el, and Azarya chose to throw themselves into the flames of a furnace rather than prostrate themselves before Nevuchadnetsar. With this act of courage, which consisted of refusing to bow before the wicked king, they were publicly proclaiming Kiddush HaShem, the Sanctification of God’s Name.

During the tragic Holocaust, many cases of Kiddush HaShem did not correspond to incest, idolatry, or murder. There is the case of a group of young women who chose suicide not to be turned into a kind of harem for the carnal pleasure of Nazi officers. Those same executioners who mocked their victims by questioning whether their God was there to defend them had to face the courage and ardor of those who preferred death to indignity and immorality.

Although there are precise rules concerning Kiddush HaShem, this imperative also depends on the specific situation, for example, when a public renunciation of the faith is demanded, as happened during the autos-da-fe practiced in the various religious persecutions, especially during the period of the Inquisition. 

For centuries there was Chilul Ha’Am, contempt for the people and irreverence for their nature. The maximum expression of this nihilism occurred during the Nazi period when an attempt was made to dehumanize the Jew, tattooing him with a number to identify him and ignoring his right to a name that qualified him as a human person.

The establishment of Medinat Israel can be framed under the concept of Kiddush Ha’Am, the return of honor, and the sanctification of the Name of the people of Israel. For this and many other reasons, the State of Israel is both an ideal and a reality that belongs to the Jewish people, even those who do not reside within its geographical limits.

MITZVA: ORDINANCE OF THE TORA IN THIS PARSHA

CONTAINS 7 POSITIVE MITZVOT AND 17 PROHIBITIONS

  1. Leviticus 25:4 Do not work the land during the Sabbath year.
  2. Leviticus 25:4 Do no work with trees in the Sabbath year.
  3. Leviticus 25:5 Do not reap what grows spontaneously in the Sabbath year.
  4. Leviticus 25:5 Do not gather the fruit of the tree in the Sabbath year the way it is harvested each year.
  5. Leviticus 25:8 Count 7 cycles of 7 years.
  6. Leviticus 25:9, 10 Blowing the Shofar on Yom Kippur in the Jubilee Year (on Rosh Hashana the obligation is to ‘hear’ the blowing of the Shofar).
  7. Leviticus 25:9, 10 Sanctifying the Jubilee Year.
  8. Leviticus 25:11 Do not work the land in the Jubilee Year.
  9. Leviticus 25:5 Do not reap what grows spontaneously in the Jubilee Year.
  10. Leviticus 25:11 Do not gather the fruit of the trees in the Jubilee Year the way it is harvested each year.
  11. Leviticus 25:14 Doing justice between seller and buyer.
  12. Leviticus 25:14 Do not cheat in buying and selling.
  13. Leviticus 25:17 Do not verbally oppress a Jew.
  14. Leviticus 25:23 Do not sell land in the Land of Israel permanently.
  15. Leviticus 25:24 Return the land in the Land of Israel to its original owners in the Jubilee Year.
  16. Leviticus 25:29 Redeem an inherited property in a city in the year (of its sale)
  17. Leviticus 25:34 Do not disturb the empty grounds around the cities or fields of the Levites.
  18. Leviticus 25:37 Do not charge interest when lending to a Jew.
  19. Leviticus 25:39 Do not force a Hebrew slave to do degrading labor like a Cana’anite slave.
  20. Leviticus 25:42 Do not sell a Hebrew slave at auction.
  21. Leviticus 25:43 Do not force a Hebrew slave to do hard labor.
  22. Leviticus 25:43 Permanently maintain a Cana’anite slave.
  23. Leviticus 25:53 Do not allow a Hebrew slave to be forced to work in extreme ways by his non-Jewish owner.
  24. Leviticus 26:1 Do not prostrate yourself on an engraved or carved stone, even in the veneration of God.

BECHUKOTAI_LEVITICUS XXVI:3-XXVII:34

CONSEQUENCES OF COMPLIANCE AND CONTEMPT

The conclusion of one of the books of the Tora constitutes a singular event. Generally, the rabbi of the synagogue is invited to read that text, and before reciting the last verse, the congregation stands to hear the concluding words of the book. A sign that it is a time for reflection on the content of the Tora, which begins with BereshIt, the Genesis of the universe, although it is not a history book. 

Apparently, all the accounts of the Tora have a sobering purpose; they point out what the person’s behavior should be. Moreover, the Divine revelation at Mount Sinai is the sacred text’s epicenter, the raison d’être. The life of the patriarchs and Egyptian slavery constituted the necessary preparations: the development of the seventy souls who descended into Egypt and then multiplied to reach a number greater than 3,000,000 among men, women, the elderly, and children.

But two events occurred that changed the course of history and the destiny of the Hebrew people. Just a few days after the revelation at Mount Sinai, the people built the Egel Hazahav, the golden calf, an effigy representing a cult directly opposed to the ethical principles heard at Sinai. 

The second event occurs on the border of the Promised Land. After sending 12 emissaries to explore the land, the people conclude that they are not ready for conquest. Both cases demonstrate a serious lack of faith in the Divine Providence. These events show that the people had not internalized the fundamental message, the Brit, the covenant between God and the Hebrew people. This covenant must be manifested through the obedience that the people owe to God through the fulfillment of the different Mitsvot, so that simultaneously God may protect the people He chose to carry the message of monotheism to Humanity.

The warning contained in these chapters is clear. The fulfillment of the Mitsva, the word of God, leads to a successful and fulfilling life on the personal and national levels. Even the earth reacts to human behavior. The abundance of rain results from obedience to the Word of God, and drought is the consequence of disobedience.

According to Harav Samson Raphael Hirsch, the fulfillment of the Mitsvot presupposes the study of the Tora. “Lo am ha’arets chasid,” “the ignorant cannot be pious,” the Talmud states. In other words, the study is indispensable to know what Tora expects of the individual and what constitutes appropriate behavior. Hirsch argues that when a person stops studying violating the Mitsva, he progressively develops a series of conjectures and rationalizations for different behavior, not following the Tora

Moreover, that person begins to look down on those who comply with the dictates of tradition, all to justify his actions. “Mitsva goreret Mitsva and Avera goreret Avera,” “by fulfilling a Mitsva the possibility of performing another Mitsva is promoted, while non-compliance promotes another disobedience”, according to the Talmud. That is why the biblical text warns that defiance of the word of God can have very serious consequences, far beyond what the first disobedience is. As an alternate attitude, the fulfillment of the Mitsva is encouraging because every good deed promotes another similar action, all due to the study of the ordinances contained in the Tora.

MITZVA: ORDINANCE OF THE TORA IN THIS PARSHA

CONTAINS 7 POSITIVE MITZVOT AND 5 PROHIBITIONS

  1. Leviticus 27:2 Whoever promises to give the estimated value of a man must give the value written in the Tora.
  2. Leviticus 27:10 Do not substitute consecrated animals as sacred offerings.
  3. Leviticus 27:10 If a consecrated animal is replaced by another animal, both are consecrated.
  4. Leviticus 27:11, 12 Whoever promises the value of an animal must give the value that the Kohen assigns.
  5. Leviticus 27:14 Whoever promises the value of a house must give the value that the Kohen assigns plus an additional fifth.
  6. Leviticus 27:16 Whoever promises the value of a field must give the value that the Tora assigns.
  7. Leviticus 27:26 Do not substitute consecrated animals of one kind for another.
  8. Leviticus 27:28 If one promises through Cherem part of his property, it will be given to the Kohanim.
  9. Leviticus 27:28 Land under Cherem must not be sold; it will be given to the Kohanim.
  10. Leviticus 27:28 Ground under Cherem must not be redeemed.
  11. Leviticus 27:32 Tithing of kosher animals must be given annually.
  12. Leviticus 27:33 The tithe of animals must not be sold; it must be consumed in Jerusalem.

LA SANTIFICACIÓN DE DIOS Y DE PUEBLO

BEHAR_ LEVÍTICO XXV:1-XXVI:2 – BEJUKOTAI_ LEVÍTICO XXVI:3-XXVII:34

De acuerdo con Harav Yosef Dov HaLeví Soloveitchik, laTorá fue entregada en Har Sinai con Kolot uverakim, “truenos y relámpagos”, para que la Humanidad se enterase de que el pueblo judío merecía la atención Divina y, de esta manera, se devolvía el kavod, la honra, al pueblo que paulatinamente estaba perdiendo el aprecio de la Humanidad. Mientras que Avraham obtuvo el respeto de muchos, este sentimiento fue disminuyendo en el caso de Yitsjak y más aún con Yaacov y sus hijos, que terminaron bajo el yugo de la esclavitud egipcia. 

La revelación Divina en Sinai tuvo el objeto de devolver a los hebreos la estima de las naciones. Se escuchó en el mundo de aquel entonces que Dios había escogido al pueblo judío. Una especie de Kidush HaAm, “la santificación de la nación”. En capítulos anteriores habíamos leído acerca de Kidush HaShem, la obligación de santificar el Nombre de Dios, y la prohibición Veló tejalelú et Shem Kodshí, “y no vayáis a profanar Mi Nombre Sagrado”, hecho que obliga a ofrecer la vida en ciertos casos fundamentales, tales como el incesto, el asesinato y la idolatría. O sea, el judío debe optar por la muerte y no transgredir ninguno de los tres imperativos mencionados.

No obstante, el Talmud cuestiona que, si una persona desacata el imperativo Yehareg veal yaavor, “escoger la muerte y no violar la ley”, en el caso de la idolatría por temor de ser sentenciado a la muerte, ¿acaso se puede considerar que ha violado la prohibición de servir a un ídolo? La respuesta debería ser obvia: en el caso de la idolatría, la persona debe escoger la muerte. El hecho de que el Talmud plantee la interrogante sugiere, según Soloveitchik, que el problema no reside tanto en el acto idólatra sino en el efecto público, trascendente, de la acción.

En el transcurso de la historia, cuando los judíos fueron obligados a renunciar públicamente a su fe, incluso cuando no era cuestión de violar uno de los tres enunciados anteriores, la obligación era no sucumbir, incluso ofrecer la vida, si era necesario. De acuerdo con Maimónides, Jananyá, Mishael y Azaryá optaron por arrojarse a las llamas de un horno en lugar de postrarse ante Nevujadnétsar. Con este acto de valentía, que consistió en negarse a inclinarse ante el malvado rey, estaban proclamando el Kidush HaShem, la Santificación del Nombre de Dios.

Durante el trágico período del Holocausto ocurrieron muchos casos de Kidush HaShem que no correspondían al incesto, la idolatría o el asesinato. Está el caso de un grupo de jóvenes que optaron por el suicidio para no ser convertidas en una especie de harén para el placer carnal de los oficiales nazis. Aquellos mismos verdugos que se burlaban de sus víctimas cuestionando dónde estaba su Dios para defenderlos, tuvieron que afrontar el arrojo y el ardor de quienes prefirieron la muerte a la indignidad e inmoralidad.

Aunque existen reglas precisas con referencia al Kidush HaShem, este imperativo también depende de la situación específica, por ejemplo, cuando se exige una renuncia pública de la fe, como sucedió durante los autos de fe practicados en las diversas persecuciones religiosas, especialmente durante el período de la Inquisición. 

Durante siglos existió el Jilul HaAm, el menosprecio por el pueblo y la irreverencia por su naturaleza. La máxima expresión de este nihilismo ocurrió durante el período nazi, cuando se intentó deshumanizar al judío, tatuándolo con un número para identificarlo, desconociendo su derecho aun nombre que lo calificara como una persona humana.

El establecimiento de Medinat Israel se puede enmarcar bajo el concepto de Kidush HaAm, la devolución de la honra, la Santificación del Nombre del pueblo de Israel. Por ello y por muchas otras razones, el Estado de Israel es, al mismo tiempo, un ideal y una realidad que pertenece a todo el pueblo judío, incluso a aquellos que no residen dentro de sus límites geográficos.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 7 MITSVOT POSITIVAS Y 17 PROHIBICIONES

  1. Levítico 25:4 No trabajar la tierra durante el año Sabático
  2. Levítico 25:4 No hacer trabajo alguno con árboles en el año Sabático
  3. Levítico 25:5 No cosechar lo que crece espontáneamente en el año Sabático
  4. Levítico 25:5 No recoger el fruto del árbol en el año Sabático de la manera que es cosechado cada año
  5. Levítico 25:8 Contar 7 ciclos de 7 años
  6. Levítico 25:9, 10 Hacer ‘sonar’ el Shofar en Yom Kipur en el año Jubilar (en Rosh HaShaná la obligación es ‘escuchar’ el sonido del Shofar)
  7. Levítico 25:9, 10 Santificar el año Jubilar
  8. Levítico 25:11 No trabajar la tierra en el año Jubilar
  9. Levítico 25:5 No cosechar lo que crece espontáneamente en el año Jubilar
  10. Levítico 25:11 No recoger el fruto de los árboles en el año Jubilar de la manera que es cosechado cada año
  11. Levítico 25:14 Hacer justicia entre vendedor y comprador
  12. Levítico 25:14 No engañar en la compra y venta
  13. Levítico 25:17 No oprimir verbalmente a un judío
  14. Levítico 25:23 No vender un terreno en la Tierra de Israel de manera permanente
  15. Levítico 25:24 Devolver los terrenos en la Tierra de Israel a sus dueños originales en el año Jubilar
  16. Levítico 25:29 Redimir una propiedad heredada en una ciudad en el año (de su venta)
  17. Levítico 25:34 No alterar los terrenos vacíos alrededor de las ciudades o campos de los Levitas
  18. Levítico 25:37 No cargar intereses cuando prestando a un judío
  19. Levítico 25:39 No obligar a un esclavo hebreo hacer trabajo denigrante como a un esclavo canaanita
  20. Levítico 25:42 No vender un esclavo hebreo en una subasta
  21. Levítico 25:43 No obligar a un esclavo hebreo hacer trabajos forzados
  22. Levítico 25:43 Mantener de manera permanente un esclavo canaanita
  23. Levítico 25:53 No permitir que un esclavo hebreo sea obligado trabajar de manera extrema por su dueño no-judío 
  24. Levítico 26:1 No postrarse encima de una piedra grabada o esculpida, incluso en la veneración de Dios

BEJUKOTAI_LEVÍTICO XXVI:3-XXVII:34

CONSECUENCIAS DEL CUMPLIMIENTO Y EL DESACATO

La conclusión de uno de los libros de la Torá constituye un evento singular. Generalmente, el rabino de la sinagoga es invitado a la lectura de ese texto y, antes de recitar el último versículo, la congregación se pone de pie para escuchar las palabras de conclusión del libro. Señal de que es un momento para la reflexión acerca del contenido de la Torá, la cual empieza con Bereshit, el Génesis del universo, no obstante que no es un libro de Historia. 

Aparentemente, todos los relatos de la Torá tienen un propósito aleccionador, señalan cuál debe ser el comportamiento de la persona. Más aún, la revelación Divina en el monte Sinaí es el epicentro, la razón de ser del texto sagrado. La vida de los patriarcas y la esclavitud egipcia constituyen los preparativos necesarios: el desarrollo de las setenta almas que descendieron a Egipto y que luego se multiplicaron para alcanzar un número mayor a los 3,000,000, entre hombres, mujeres, ancianos y niños. 

Pero ocurrieron dos eventos que cambiaron el rumbo de la Historia y el destino del pueblo hebreo. Apenas unos días después de la revelación en el monte Sinaí, el pueblo construye el Éguel Hazahav, el becerro de oro, efigie que representa un culto directamente opuesto a los principios éticos que fueron escuchados en el Sinaí. 

El segundo evento ocurre en la frontera de la Tierra Prometida. Después de enviar 12 emisarios para explorar la tierra, el pueblo concluye que no está preparado para la conquista. En ambos casos demuestran una grave falta de fe en la Providencia Divina. Estos eventos demuestran que el pueblo no había interiorizado el mensaje fundamental, el Brit, el pacto entre Dios y el pueblo hebreo. Este pacto debe manifestarse a través de la obediencia que el pueblo debe a Dios a través del cumplimiento de las diferentes Mitsvot, para que simultáneamente Dios proteja al pueblo que eligió para llevar el mensaje del monoteísmo a la Humanidad.

La advertencia contenida en estos capítulos es clara. El cumplimiento de la Mitsvá, la palabra de Dios conduce a una vida exitosa y plena, tanto en el nivel personal como el nacional. Incluso la tierra corresponde al comportamiento humano. La abundancia de la lluvia es resultado de la obediencia a la palabra de Dios y la sequía es la consecuencia del desacato.

De acuerdo con Harav Samson Raphael Hirsch, el cumplimiento de las Mitsvot presupone el estudio de la Torá. “Lo am haarets jasid”, “el ignorante no puede ser piadoso”, sentencia el Talmud. O sea que el estudio es indispensable para saber lo que la Torá espera del individuo, cuáles el comportamiento adecuado. Hirsch argumenta que cuando la persona deja de estudiare incumple con la Mitsvá, progresivamente va desarrollando una serie de conjeturas, racionalizaciones para un comportamiento diferente, no acorde con la Torá

Más aún, esa persona empieza a mirar con desprecio a quienes cumplen con los dictámenes de la tradición, todo ello en un proceso de justificación de sus propias acciones. “Mitsvá goréret Mitsvá y Averá goréret Averá”, “al cumplir la Mitsvá se promueve la posibilidad de hacer otra Mitsvá, mientras que el incumplimiento promueve otro desacato”, según el Talmud. Por ello el texto bíblico advierte que la desobediencia de la palabra de Dios puede tener consecuencias muy graves, mucho más allá de lo que el primer desacato indicara. Como actitud alterna, el cumplimiento de la Mitsvá es alentador, porque cada buena acción promueve otra acción similar, todo ello como un resultado del estudio de las ordenanzas contenidas en la Torá.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 7 MITSVOT POSITIVAS Y 5 PROHIBICIONES

  1. Levítico 27:2 Quien promete donar el valor estimado de un hombre, debe dar el valor escrito en la Torá
  2. Levítico 27:10 No sustituir animales consagrados como ofrendas sagradas
  3. Levítico 27:10 Si un animal consagrado fuese sustituido por otro animal, ambos quedan consagrados
  4. Levítico 27:11, 12 Quien promete el valor de un animal debe dar el valor que el Kohén asigna
  5. Levítico 27:14 Quien promete el valor de una casa debe dar el valor que el Kohén asigna más una quinta parte adicional
  6. Levítico 27:16 Quien promete el valor de un campo debe dar el valor que la Torá asigna
  7. Levítico 27:26 No sustituir animales consagrados de un tipo por otro
  8. Levítico 27:28 Si uno promete por vía de Jérem a parte de su propiedad, esta será entregada a los Kohanim
  9. Levítico 27:28 Terreno bajo Jérem no debe ser vendido, será entregado a los Kohanim
  10. Levítico 27:28 Terreno bajo Jérem no debe ser redimido
  11. Levítico 27:32 El diezmo de los animales kasher debe ser entregado anualmente
  12. Levítico 27:33 El diezmo de los animales no debe ser vendido, debe ser consumido en Jerusalem