No sé por qué Dios nos envió esta plaga COVID-19. No me atrevo a especular al respecto. Saber la razón es ser Dios. Sin embargo, sé al mismo tiempo que Dios nos dio inteligencia e intelecto para investigar y enfrentar esta pandemia. Creo que no es productivo preguntar por qué. Más bien deberíamos analizar las consecuencias, dirigir nuestra atención a nuestras debilidades, a lo que podemos aprender de lo que sucedió. Estoy seguro que nos veremos fortalecidos por esta terrible experiencia porque ha unido a una humanidad, aunque globalizada, a menudo se dispersa en el tiempo mientras atendemos necesidades individuales. Más que nunca debemos concluir que compartimos la misma nave espacial, la Tierra: el planeta que debemos cuidar y proteger. Dios colocó a Adán en Gan Eden, en la tierra, leovdó uleshomró, para trabajar y cuidar, para participar en la “Creación” mejorando las diferentes manifestaciones y aspectos de la naturaleza.
También es un momento en el que la generosidad y la responsabilidad mutua salen a la luz. Confirma el adagio de que “no hay mal que no venga por algo bueno”.
Muchos quieren saber cómo superar la soledad, especialmente los ancianos que ahora están en cuarentena debido a las visitas familiares. En cierto sentido, la instrucción de “distanciamiento social” nos obliga a todos a experimentar la soledad.
Cuando Rabí Akivá respondió: “¿Cuál es el” gran “principio de la Torá?” no respondió diciendo “estudien más”, “observen las mitzvot con mayor intensidad”. Dijo citando la Torá: “veahavta lereacha kamocha”, “ama a tu prójimo como a tí mismo”, básicamente dijo: “haz algo por los demás” y ese es el mejor remedio para la soledad. Llame a un amigo que esté solo y pregúntele si tiene las necesidades básicas en estos días. Y si no puede cumplir ese requisito personalmente, busque quién puede hacerlo. Al ayudar a otros, pensarás menos en tu propia soledad.
Pronto llegaremos a la conclusión de que se deben gastar mayores recursos en un estudio más amplio y profundo de las ciencias básicas: biología y química, matemáticas y física, entre otras.
Es irónico que un microorganismo que solo puede verse con un microscopio potente haya hecho más daño que muchos desastres naturales, como huracanes y terremotos. Seguramente es una experiencia que conduce a la humildad, que muestra nuestra falta de conocimiento básico de los mecanismos internos y el funcionamiento de la vida.
En el pasado, Egipto sufrió 10 plagas, enviadas para obligar liberar a nuestros antepasados de la esclavitud. En el Séder, derramamos parte del vino al recitar estas plagas, como una lágrima simbólica, por los egipcios que murieron a causa de las plagas.
Pésaj es la temporada de la libertad y la primavera. En estos días, oramos para que Dios nos libere a nosotros y a toda la humanidad de esta plaga actual.
Mantengámonos saludables siguiendo las instrucciones de los médicos, científicos y todos aquellos que trabajan en el campo de la salud, a quienes expresamos nuestro agradecimiento por estar de pie en este momento de emergencia, poniendo en riesgo su propia salud y bienestar.
Rabino Pynchas Brener