Moshé había enfrentado numerosas rebeliones durante sus cuarenta años de liderazgo. El pueblo se había quejado por la falta de comida, agua y carne. En una ocasión se escuchó el murmullo del descontento, sin que se alegara alguna razón específica para ello. Era una reacción a la monotonía del desierto por un lado, y por otro lado, estaban los peligros que los acechaban a diario.
Obligados a enfrentar los reinos que no les permitieron el paso a través de sus tierras, tam- bién tuvieron que responder al reto de Bileam, el profeta gentil que, de acuerdo con el consejo que de los ancianos de Midyán, había sido contratado por Balak, rey de Moav. Según el comentario de Rashí, los dos pueblos eran adver- sarios, pero al hallarse ante un enemigo común, unieron esfuerzos para vencer el reto que significó la presencia del pueblo hebreo en la región.
Moshé respondió con energía y decisión para enfrentar al enemigo. Cuando la falta se debía a la debilidad espiritual del pueblo hebreo, su respuesta se traducía en una admonición y una advertencia, al mismo tiempo que defendía la integridad física del pueblo ante Dios para no permitir su destrucción por causa de la desobediencia.
Moshé, el líder que supuestamente era muy estricto y severo, siempre fue fiel a su pueblo de manera afectiva y emocional.
En los capítulos de nuestra lectura, Moshé tiene que contender con una situación novedosa. Las tribus de Reuvén y Gad, a las cuales se unió la mitad de la tribu de Menashé, decidieron permanecer en la orilla oriental del Yardén para establecer allí su campamento de residencia.
Construyeron establos para sus animales y casas para sus mujeres e hijos. Afirmaron que estaban dispuestos a acompañar a sus otros hermanos en la conquista de las tierras ubicadas en la otra orilla del Yardén, para volver a
reunirse con sus familias en el lado oriental del río.
Los exegetas toman nota del hecho de que construyeron primero los establos para los animales, anteponiendo de
esta manera la seguridad económica al bienestar familiar.
Obvia- mente, fueron cautivados por aquellas tierras que prometían un futuro material de abundancia, y su primera considera- ción fue canjear un desierto improductivo por un área don- de visualizaron la construcción de un
entorno estable y prometedor.
No estamos frente a una rebelión contra el mensaje divino que había sido pronunciado en el monte Sinaí. Las tribus
declaran su disposición de regir sus vidas de acuerdo con el pacto que los patriarcas habían establecido con Dios y, en conformidad con la Torá que había sido transmitida y enseñada por Moshé. Se trata de una secesión de carácter nacional, porque desean establecer un hogar aparte de las otras tribus. El lazo histórico de una experiencia común de esclavitud y sufrimiento sería suplantado por el interés tribal y las necesidades personales.
Parashá Mas-ei
En la víspera de la conquista de la Tierra Prometida, los diri- gentes de las dos tribus, Reuvén y Gad, y de la mitad de otra adicional, Menashé, se acercaron a Moshé para solicitar se les permitiera permanecer en el lugar sin tener que cruzar el río Yardén. El argumento para la petición se basó en el hecho de que había abundante pasto en la región que proveería alimento para su ganado y por ello estaban dispuestos a permanecer allí. Después de una reflexión, Moshé respondió que no era correcto que estas tribus abandonaran al res- to del pueblo en esa hora crucial. Lo propio sería luchar por la conquista de la Tierra Prometida y luego retornar a ese lugar para asentarse sobre esas tierras. Las tribus construyeron casas provisorias para sus mujeres y niños, así como establos para su ganado y decidieron acompañar al resto de las filas del pueblo para cruzar el Yardén.
De alguna manera este episodio trae a memoria el momento de unas décadas atrás, cuando los exploradores regresaron de espiar la tierra y entregaron un informe negativo acerca del posible éxito de una conquista. El resultado fue que el pueblo no entró a la Tierra Prometida, porque de acuerdo con el informe, cualquier intento de conquista estaba destinado al fracaso. Está claro que un elemento indis- pensable para el éxito es la confianza, y el informe de estos espías desterró este sentimiento. Es posible que el castigo de Moshé, que consistió en prohibirle que concluyera su mi- sión con la conquista de Érets Israel, fuera una consecuencia del episodio de los Meraglim, aquellos exploradores que in formaron que la tierra estaba habitada por gigantes y que sus ciudades eran inconquistables debido a sus fortificaciones.
Tal vez la osadía de las tribus de Reuvén, Gad y Menashé fue una consecuencia del castigo que recibió Moshé.
Sabiendo que Moshé no entraría a la tierra, ¿cómo podría oponerse a que ellos tampoco lo hicieran? Además, con su presencia en la orilla oriental del Yardén, estarían ampliando la extensión de la Tierra Prometida.
Consideraron que estaban actuando acordes con la promesa Divina y serían los primeros en poblar esa tierra.
Tal vez el mayor yerro de estas tribus que querían permanecer en la orilla oriental del Yardén fue que se preocuparon primero por las necesidades de su ganado, tal como lo hizo Lot, sobrino del patriarca Avraham, cuando escogió el valle fértil de Israel, no obstante la conducta inmoral reinante entre los habitantes de la región. Los Jajamim apun- taron hacia este hecho, al señalar que el texto bíblico testimonia que primero construyeron corrales para el ganado antes de ocuparse de erigir casas para las mujeres y niños que dejarían detrás.
Desde un prisma humano, la intención es secundaria a la acción. Le importa probablemente poco al pobre, por ejemplo, saber cuál es la intención del donante, si éste anda tras el reconocimiento de la sociedad o actúa movido por la consideración de que es importante ayudar al pobre. Lo que es fundamental es la acción: la ayuda efectiva a quien la necesita en el momento. En muchísimas edificaciones en las grandes ciudades queda plasmado el nombre del donante.
Los hospitales nunca podrían haberse desarrollado y ampliado sin la generosidad de algunos filántropos. Sin embargo, para los enfermos que se benefician de estas instalaciones, el nombre de la institución en nada afecta la efectividad de
los servicios de salud que allí se dispensan.
En cambio, desde un prisma espiritual, desde el punto de vista Divino, la intención puede ser más importante que la acción. Rajmaná libá bái, la Torá desea la buena voluntad, valora la intención representada por la bondad del corazón.
Mientras que en el mundo de los hombres y las mujeres prevalece la acción, en el ámbito espiritual, la Kavaná, la inten- ción pura y desinteresada es el barómetro que mejor evalúa el mérito.