La ley sobre de la pará adumá, que es una vaca bermeja sin mácula alguna, sobre la cual nunca se puso un yugo, es el tema de la primera parte de nuestra lectura semanal. El título de la parashá proviene de la palabra jok, que quiere decir precepto o ley. Encontramos este vocablo en el libro de Éxodo (XV, 25) …sham sam lo jok umishpat…, que quiere decir, “allí dio al pueblo leyes y estatutos….” En ese capítulo aprendimos que nuestros antepasados recibieron ciertas leyes fundamentales en el lugar que se denomina Mará, antes de la revelación en el Monte Sinaí. Según la Mejiltá, un Midrash que se orienta hacia la parte legal (halajá) del texto bíblico, el vocablo jok alude a las leyes de Shabat y a las relaciones sexuales prohibidas. El término mishpat se refiere a la obligación de honrar a los padres y, entre otras, a las leyes sobre daños y castigos.
Según los jajamim en el Talmud, el vocablo mishpat se refiere a las leyes, que de no haber sido escritas, hubiera sido necesario hacerlo, tales como las prohibiciones de la idolatría, ciertas relaciones sexuales, el asesinato, el robo y la blasfemia. El vocablo jok se dirige a las prohibiciones de no ingerir la carne de cerdo y de no vestir una combinación de lana y lino. Al igual que la ley de jalitsá, que se practica en el caso de una viuda sin hijos, con el proceso de purificación del leproso y con la elección del chivo expiatorio. Según Rashí, mishpat tiene que ver con las leyes que son paralelas y cónsonas con nuestro sentido de justicia, o sea, sobre las que hubiéramos legislado si la Torá no nos lo hubiera enseñado. Mientras que jok comprende aquellas ordenanzas que son cuestionadas por nuestra propia inclinación hacia el mal y por otros pueblos que no logran ver sentido alguno en estas leyes.
Básicamente nos encontramos frente a dos tipos diferentes de mitsvot. Aquellas que corresponden a un propósito racional que ubicamos bajo el rubro de mishpat y aquellas para las cuales no podemos encontrar razones válidas y lógicas (de acuerdo a ciertos principios intuitivos de razonamiento que probablemente son imposibles de definir de una manera rigurosa y sostenida) y a las cuales nos referimos bajo el rubro de jok.
Nuestro breve análisis se debe a que en nuestra lectura se ordena que las cenizas de la vaca bermeja se utilicen en la purificación de un tamé, que es una persona que se encuentra en estado de impureza ritual por haber tenido contacto con algún cadáver, por ejemplo. Al mismo tiempo, nuestro texto afirma que la persona que prepara estas cenizas, entra en estado de impureza ritual. La pregunta inmediata: ¿cómo es posible que el contacto con las cenizas de nuestra pará adumá sirvan para purificar al impuro y provoquen al mismo tiempo, la impureza de quien se ocupa de su preparación. La respuesta de los jajamim es que estamos frente a un jok, que es un precepto que no admite la indagación lógica humana. Es simplemente el resultado de la voluntad Divina, que se guía de acuerdo a un proceso de raciocinio diferente al nuestro y que está fuera del alcance del intelecto humano. Nuestro punto de vista es que aun aquellas normas que están más allá de nuestra comprensión, tienen sentido para la inteligencia superior de Dios. El problema radica en la limitación de nuestro intelecto para comprender el sentido profundo de la mitsvá en sentido genérico.
De hecho, nos encontramos frente a uno de los dilemas más complejos de toda confesión religiosa. ¿Existe una base lógica para las normas religiosas? Al afirmar que las explicaciones están más allá de nuestra capacidad para entender, ¿no estamos sugiriendo que las leyes carecen de lógica?
Los jajamim se muestran sensibles a estas dificultades y en numerosas ocasiones ofrecen distintos planteamientos para las diferentes mitsvot. Un hebreo llegaba a la condición de esclavo por haber robado y por no haber podido restituir el valor o el objeto; o por una decisión de carácter personal. Con el propósito de explicar por qué se hace un agujero en el oído del esclavo que desea permanecer con su amo al término de los seis años obligatorios, dice Rabí Yojanán ben Zakai: “el oído que escuchó en el Monte Sinaí, no robarás y sin embargo desobedeció, que se lo señale con un agujero”. En el caso de su entrada voluntaria a la esclavitud, dice el mismo sabio, “el oído que escuchó en el Monte Sinaí que (los hijos de Israel) son Mis siervos y no siervos de otros siervos, que se lo señale con un agujero”.
En su afán de explicar el judaísmo al mundo intelectual de su época, Filón de Alejandría divide las mitsvot de acuerdo con los resultados de su cumplimiento. Algunas de las mitsvot tienen como propósito promover un mejor conocimiento de la Providencia y forman parte del servicio de Dios. Otras mitsvot tienen la función de guiarnos hacia virtudes tales como la justicia y la rectitud. Para Saadiá Gaón existen dos clases de mitsvot. Las racionales y las reveladas. Aun en el caso de las mitsvot racionales se hace necesaria la revelación Divina porque nuestro intelecto únicamente podría deducir los principios generales de las mismas. En el caso de las mitsvot reveladas, nuestro cumplimiento de las mismas es una manifestación de nuestra sumisión a la voluntad del Creador. En el caso de estas últimas, aunque nunca podremos penetrar en el Intelecto de Dios para conocer Su juicio, tenemos la capacidad de la reflexión y del razonamiento que permiten encontrar un propósito en la vida humana.
Rambam es muy enfático en su opinión de que existe una explicación lógica para todos los mandamientos. Nuestra falla reside en la escasez de conocimientos o en las limitaciones de nuestro intelecto. Por lo tanto, el ser humano debe trazarse como meta una mejor comprensión de todas las leyes Divinas. El propósito de las mitsvot es el establecimiento de un orden social justo que permita el desarrollo espiritual, emocional y ético del ser humano. Desde esa perspectiva, dice Rambam, debemos estudiar los relatos que encontramos en la Torá porque tienen un propósito didáctico. Las leyes de la Torá tienen la finalidad del perfeccionamiento y del bienestar de nuestro espíritu y de nuestro cuerpo. Mientras que el bienestar de nuestro cuerpo es una función de una sociedad justa, el bienestar espiritual se obtiene a través de la fe y de aceptar las opiniones correctas. Según Rambam, el propósito de los jukim es prevenir la idolatría y salvaguardarnos de las doctrinas y credos falsos. Muchas de estas reglas son una barrera contra la idolatría.
Rashí en cambio, y varios de los Tosafistas, se inclinan hacia una opinión un tanto fundamentalista, alegando que existen mitsvot que simplemente carecen de explicación racional. Citan, por ejemplo, una ley que requiere retirar a la madre del nido antes de que tome posesión de los polluelos. Según el Talmud, quien aduce que la compasión es el factor que motiva esta ley, está falsificando la intención de la misma, simplemente porque la Torá no lo dice así. Rambán sostiene que a ciertas personalidades privilegiadas de nuestro pasado, tales como Avraham, se les comunicó el por qué de los jukim.
Es natural que existan mitsvot cuyo sentido escapa a nuestro intelecto. En realidad, las leyes, una vez promulgadas, son independientes de los razonamientos que llevaron a su promulgación. Sin embargo, en el plano religioso, el cumplimiento de las mitsvot tiene como propósito nuestra superación en el campo espiritual. Las cosas estarían más a nuestro alcance si conociéramos tanto los antecedentes como los propósitos esenciales de estas leyes. Tal vez podríamos concluir nuestra breve incursión en este campo de taamei hamitsvot, o búsqueda de los propósitos de las leyes, señalando que parte del cumplimiento de las mismas, reside efectivamente en la indagación constante para alcanzar un mejor entendimiento de sus intenciones. Talmud Torá, que es el estudio y el bien más noble en nuestra tradición, también requiere del anhelo del ser humano de comprender la Voluntad Divina. ¿Y qué mejor manera de acercarse a la comprensión de la voluntad de Dios que a través de las mitsvot que son la legítima expresión del mandato Divino?