LA FUERZA RESIDE EN LA UNIÓN

Parashá Balak

Balak, rey de Moav, da nombre a estos capítulos, sin embargo, el personaje dominante del relato es Bil’am, el profeta gentil de estatura espiritual comparable a la de Moshé Rabenu.

La presencia de este profeta, impide que otros pueblos justifiquen sus errores y alegar que de haber tenido un líder espiritual comparable al del pueblo hebreo, hubieran alcanzado niveles más elevados.

Nuestro texto cuenta que Bil’am fue invitado por Balak para maldecir al pueblo hebreo, después de haber concluido que la manera tradicional de enfrentar un adversario no podía ser aplicado en el caso hebreo. En este sentido, otros pueblos habían fracasado al batallar con el uso normal de las armas. Balak concluyó que la energía de los hebreos tenía una calidad espiritual, por lo tanto, era en este campo que se debía conducir el enfrentamiento.

Balak quedó desengañado de Bil’am, quien en lugar de maldecir, bendijo al pueblo hebreo. Al observar al pueblo desde la cima de un monte, Bil’am no pudo evitar su admiración por el campamento hebreo y se vio obligado a exclamar: “Ma tovú ohaleja Yaacov, mishkenoteja Israel”, “Cuán buenas son tus tiendas Yaacov, tus habitaciones Israel”, frase que se utiliza para comenzar las plegarias diarias matutinas.

Está claro que la intención de Bil’am era maldecir al pueblo, utilizar sus poderes para herir a los hebreos. ¿Por qué los bendijo? Tal vez, porque como hombre inspirado por Dios, no pudo cambiar lo que veía y aplaudir la vida pacífica y armoniosa que reinaba en el campamento hebreo.

De acuerdo con el Midrash, “ohaleja” y “mishkenoteja” se refieren a las sinagogas y casas de estudio. Bil’am tuvo que reconocer que estaba en la presencia de un grupo humano que había roto los esquemas de la idolatría y que estaba escalando niveles de espiritualidad anteriormente desconocidos.

Padres transmitían a sus hijos los valores que Moshé les había inculcado.

El Rebe de Slonim, autor de Netivot Shalom, sugiere que el poder nefasto de Bil’am, sólo podía tener efecto sobre un individuo, pero era ineficaz frente al colectivo. Cuando Bil’am visualizó a la comunidad hebrea en su totalidad y observó el espíritu de armonía y entendimiento entre la gente, sus poderes para maldecir quedaron anulados. La obvia moraleja es que frente a la unidad y la coincidencia en los valores, no existe el enemigo o la adversidad que sean invencibles.

Por lo antedicho, Bil’am aconsejó a los moavitas que envíen a sus doncellas para seducir sexualmente al pueblo, para conducirlos a través del adulterio a la idolatría. La idea era dividir al pueblo hebreo entre quienes sucumbieran a la tentación y quienes la resistieran. El texto bíblico afirma que 24.000 hebreos no pudieron resistir los avances de las mujeres moavitas. Con este comportamiento se separaron del pueblo y lo debilitaron. La historia judía da testimonio de lo antedicho. La solidaridad y la unión que reinó en el seno del pueblo permitieron que sobreviviera a todos los atentados en su contra. Si se toma en cuenta la diversidad, resultado de la dispersión del pueblo judío por los confines de la tierra, se puede concluir que la coincidencia y la armonía reinante en el seno del pueblo tienen una raíz filosófica o espiritual. El texto bíblico es probablemente el cemento que convierte a un grupo disperso en una unidad.

Así lo expresó Bialik en su célebre poema Im yesh et nafshejá ladáat. De acuerdo a Bialik, la casa de estudio es la “fuente” de la energía excepcional del pueblo judío.

El místico Arizal sostiene que las almas de quienes fueron atrapados por la seducción de las mujeres moavitas, transmigraron a los 24.000 estudiantes que perecieron en la época de Rabí Akivá y en cuya memoria se observa el período de luto del Ómer. De acuerdo a la tradición, su muerte se debió a la inexistencia del respeto del uno por el prójimo. La desunión fue su pecado. Y cuando la unión se fractura, el pueblo judío se torna vulnerable.