LA FE QUE SE MANIFIESTA EN LA ACCIÓN

Parashá KI TETSÉ

Densos con los detalles de leyes fundamentales, nuestros capítulos empiezan señalando cuál es el comportamiento requerido con las mujeres del enemigo que ha sido vencido.

Al mismo tiempo la Torá exige que no se dé un trato preferencial a la esposa más querida por encima de una segunda esposa. Se debe recordar que la Torá concibe la posibilidad que un hombre tenga más de una esposa, aunque el Talmud no reseña ningún caso de que alguno de los Tanaim o Amoraim, los sabios de la época, tuviera más de una esposa.

Durante el siglo X, el Beit Din de Rabenu Guershom Maor HaGolá, formalizó la prohibición que impide tener más de una esposa. Esta Guezerá (edicto) fue aceptada por el mundo ashkenazí. Con el establecimiento del Estado de Israel, la inmigración de judíos del Yemen evidenció la presencia de familias en las cuales algunos hombres tenían más de una esposa. El Estado aceptó situación presente, pero prohibió que se añadiera nuevas esposas, porque la monogamia era la ley de la nación.

La Torá hace un listado de diferentes engaños y yerros que pueden ocurrir en el estado matrimonial, incluyendo la disposición que contempla el divorcio. La severa prohibición contra el secuestro es seguida por la exhortación de escuchar las enseñanzas de los miembros de la tribu de Leví, quienes eran los maestros del pueblo. El pobre y la viuda son igualmente motivo de preocupación y se propone varias vías para socorrerlos.

La honradez y la justicia se expresan claramente cuando la Torá advierte que es primordial dar el peso correcto.

Mientras que algunas personas engañan a otros a través con dos tipos de pesas, versión antigua de mantener en el comercio dos libros diferentes de contabilidad, nuestros capítulos lo prohíben de manera terminante. Incluso la longevidad en este mundo es una función de la honradez, de acuerdo con la Torá. Porque la fe tiene que manifestarse también a través de la acción.

Finalmente, la Torá recuerda que se debe “borrar” la memoria de Amalek, el enemigo ejemplar del pueblo hebreo. De acuerdo con el Midrash, la razón de mencionar a Amalek inmediatamente después de exhortar acerca de la decepción a través de pesas falsas, implica que esta inmoralidad provoca la ira del Señor que se expresa por la agresión de los gentiles en contra del pueblo hebreo de esa generación.

Una explicación alterna sostiene que el engaño con la pesa es la manifestación de una falta de temor por Dios que reconoce el embuste. La falta de temor por Dios será sustituida entonces por el temor hacia el enemigo terrenal: Amalek.

¿Cuál es una característica básica de Amalek? La ausencia del temor por Dios. Por lo tanto, quien utiliza una pesa falsa se identifica con la falta de ese valor esencial: el temor por Dios.

El poder que Amalek puede ejercer sobre Israel está en relación inversa al comportamiento del pueblo hebreo, a su apego a las virtudes y a la Palabra del Señor. Amalek se torna vulnerable cuando Israel sigue el sendero de Dios. O sea que el “temor por Dios” tiene que manifestarse de manera concreta a través de la conducta en todos los campos, incluso en la empresa comercial al utilizar la pesa correcta.

Amalek sólo puede vencer cuando existe una dicotomía, una separación entre fe y acción, cuando el “temor por Dios” no se traduce en una actitud moral en la relación con el prójimo. El Midrash afirma que Dios pudo distinguir entre los primogénitos de los hebreos y de los egipcios por las pesas que utilizaban. Una pesa correcta definía al hogar hebreo.

Una de las tareas del pueblo hebreo al salir de Egipto era enseñar a la Humanidad que era necesario poner en la práctica el ideal sublime de la fe en Dios, el cual no podía permanecer en el mundo de la filosofía, la teología y la especulación intelectual. La fe debía tener una aplicación en la vida cotidiana, tal como la transparencia y autenticidad en el comercio. En cambio, Amalek representa la tentación de separar entre el ideal y la práctica, la fe y el comportamiento cotidiano. “Darle al César lo que es del César y lo que es de Dios a Dios” es un principio traicionero que tolera el engaño bajo el manto de una religión.

Incluso bajo la norma contemporánea de la separación entre el Estado y la religión, los principios morales que subyacen en la civilización humana deben tener vigencia y pertinencia en el comportamiento de la persona. Porque la calle también necesita un soporte ético que se alimenta de las experiencias de la Humanidad, que incluyen el encuentro con Dios, la epifanía en el monte Sinaí donde se escucharon las Diez Palabras que son la base para la convivencia y la fraternidad entre los hombres.