El héroe de estos capítulos es el patriarca Avraham, que atiende la exhortación de Dios de abandonar la seguridad de su ciudad natal y el calor del hogar de sus padres para dirigirse a una nueva tierra la cual, en un principio, no había sido identificada. La familia se dirige inicialmente a la ciudad de Jarán y solamente Avraham, su sobrino Lot y sus respectivas familias continúan el viaje hacia la Tierra Prometida, conocida en aquellos tiempos como Canaán.
En realidad, Avraham no es el único héroe. Igualmente merecen mención de honor su esposa Sarai y su sobrino Lot, quienes también tomaron la decisión de dejar el confort de un entorno conocido para dirigirse a una tierra extraña y posiblemente hostil. Esta experiencia mancomunada debía haber acercado más al tío y al sobrino, tanto de manera espiritual como afectiva. Por ello resulta extraño cuando se presenta una riña entre sus respectivos pastores por las tierras de pasto y deciden separarse. Avraham insta a Lot a escoger el camino primero y él tomará la senda opuesta. En un principio, el ideal monoteísta los había unido y, ahora, la abundancia del ganado produce la separación.
Tal vez sea necesario entender mejor el primer versículo de nuestros capítulos: Lej lejá, “¡vete!”. ¿Acaso Avraham tenía que romper todos los lazos con sus familiares, incluyendo a Lot? ¿Cuál había sido la intención fundamental de la orden Divina, cuando Dios ordena a Avraham que abandone el hogar de sus padres, porque aparentemente allí no podrá consolidar su ideal? La existencia de un solo Dios. No se debe olvidar que su sobrino había perdido a su padre y ahora su tío Avraham lucía como el sustituto padre; por lo tanto, estaba dispuesto a seguirlo en una intrigante aventura.
¿Cuál era el motivo fundamental de Lot? ¿La fe en el Dios único o el lazo familiar y la seguridad que ofrecía la presencia de Avraham? El Midrash interpreta la riña entre los pastores de Avraham y Lot como una disputa moral. Los pastores de Lot estaban dispuestos a apoderarse de las tierras de los cananitas argumentado que Dios le había cedido estas tierras a Avraham, y como Lot era el heredero legítimo del patriarca, sus pastores podían aprovechar esas tierras de inmediato. El argumento de los pastores de Avraham era que mientras los cananitas habitaban el lugar no era legítimo utilizar lo que legítimamente les pertenecía.
Dios le había prometido a Avraham que sería el padre de una gran nación, pero su esposa Sarai –nombre que luego sería cambiado por Sara– no concebía un descendiente.
Avraham pensó que tal vez su descendencia se produciría a través de su sobrino Lot y por ello consideró que sólo debía separarse de su padre Téraj y del resto de la familia; en cambio, Lot sería la excepción.
Mientras que Lot aparece como una parte integral del entorno íntimo del patriarca, la abundancia de posesiones ocasiona un cambio. Los bienes ya no son mancomunados, Lot tiene pastores y ganado y Avraham tiene los suyos. Es posible que el caudal de los bienes tuviera un efecto espiritual y emocional. Mientras compartían los bienes también compartían las ideas, una vez que Lot adquiere independencia económica, posiblemente desea afirmar su independencia intelectual y espiritual.
En el caso de Avraham, los bienes materiales juegan un papel secundario. El móvil fundamental de su vida es el ideal monoteísta, por el cual se mostró dispuesto a sacrificar a su hijo único, tal como nos enteraremos en capítulos próximos.
La espiritualidad no podía ser comprometida. En cambio, Lot –al separarse de Avraham– escoge los valles fértiles para su ganado, no obstante que los habitantes de esos lugares estaban inmersos en la idolatría y en todo tipo de desviaciones sexuales. Está claro que el bienestar y el desarrollo de los bienes materiales es básico para Lot y está dispuesto a correr cualquier riesgo espiritual en el afán de convertirse en un potentado de la ganadería.
El futuro del monoteísmo no podía depender de la actitud de Lot. Era necesario hacer un corte y diferenciar a los futuros herederos que engendraría Sarai, de la filosofía de la vida representada por el materialismo que propugnaba Lot.
Buenas noches Rabino y tod@s. Es primera vez que entro a está página y me agradó leer el artículo precedente, la explicación que trae es muy lógica. Dios sabe de nuestros corazones y mentes, desde siempre. Él había prometido a Avraham para él y su descendencia y su sobrino no era de ella, era un colateral; pero, no descendiente. Tal vez queramos incluirlo como tal y por ello tenerlo por acreedor de la promesa, pero por algo Dios no lo incluyó, no sólo sabía de antemano el curso de los acontecimientos sino que su corazón y su mente lo llevarían a desviarse, que de hecho estaba ya desviado. Dios no es excluyente sino un padre y todo padre ama a sus hijos pero no por ello se permitiría romper su promesa, la cumplió y de todo ello la separación. Esto me recuerda algo muy acertado que alguien especialísimo me dijo de Dios, que Dios es muy sencillo y que somos los humaos quienes complicamos todo. Gracias por su acción Rabino