EL SENTIDO DUAL DE LA FESTIVIDAD

SUCOT

Una de las primeras tareas de quienes llegaron a la Luna fue verificar si el satélite de la Tierra mostraba algún vestigio de la presencia del agua. Incluso los dispositivos que fueron enviados a Marte tenían la tarea fundamental de comprobar si había agua en ese planeta. ¿Por qué el interés en este líquido? Porque es indispensable para el sustento de la vida, tal como la conocemos. El libro Shemot menciona que después de tres días en el desierto, los hebreos clamaron por agua, y de ese relato los jajamim deducen que, para sobrevivir, el ser humano necesita beber agua con mayor periodicidad y frecuencia que ingerir alimentos.

Durante Sucot, afirma la Mishná, el mundo es juzgado con referencia al agua, mientras que en Pésaj, el juicio es referente a los granos. Por ello, dice Rabí Yehudá en nombre de Rabí Akivá: “¿Por qué nos ordena la Torá hacer una libación del agua en la festividad Sucot? El Santo, Bendito sea, dice: ‘Haced una libación ante Mí en la festividad, para que sean bendecidos con abundante lluvia durante el año”. De acuerdo con el Gaón de Vilna, el juicio de cada persona es completado en Hoshaná Rabá, incluyendo el destino del agua, que es sinónimo de vida eterna.

Este concepto está reflejado en las oraciones Hoshanot que se recitan en Sucot, cuyo tema es el destino de los granos y el agua, la vegetación y el ser humano. Mientras que en Rosh HaShaná se realiza la inscripción en el ‘Libro de la Vida’ y en Yom Kipur se coloca el sello sobre esta inscripción, el destino final es completado durante Sucot, específicamente en Hoshaná Rabá.

También se puede deducir de la Mishná que hay otro momento para el juicio final anual de la persona. Hay quienes interpretan el dictamen acerca del juicio de los frutos del árbol que se realiza en Shavuot como una indicación de que también es el momento del juicio del hombre, a quien se le identifica como un “árbol del campo”. En efecto, el Talmud califica a Shavuot como una especie de Rosh HaShaná.

No obstante, la mayoría opina que el dictamen final, el kvitel se otorga en Hoshaná Rabá, fecha perteneciente a Sucot que, a su vez, es parte de los Shalosh Regalim, festividades que deben celebrarse en un marco de alegría. Más aún, la festividad de Sucot, en particular, recibe el instructivo vehayitá aj saméaj, “y estarás excesivamente alegre”. Está claro que la idea del juicio final anual y la alegría no son necesariamente compatibles. El juicio debería estar acompañado más bien de la solemnidad y la seriedad, tal como lo apuntáramos en otro breve ensayo.

El Maharal de Praga ofrece una interpretación novedosa. Sugiere que Sucot tiene una característica doble. Aunque se celebra en Tishrei, el mes de Rosh HaShaná y Yom Kipur, de tal manera que comparte el mes en el cual la persona es juzgada e incluso se determina el destino de las naciones; al mismo tiempo pertenece al grupo de festividades que tienen un sentido agrícola y contenido histórico. Mientras que Rosh HaShaná y Yom Kipur tienen un alcance universal que se manifiesta en su celebración de la creación del universo, el nacimiento de Adam, padre de la Humanidad; en cambio, las tres festividades recuerdan momentos singulares de la historia del pueblo hebreo y por ello son de pertenencia nacional.

Sucot es la única festividad que pertenece a ambos grupos y en ella está la dualidad: la seriedad del juicio y la alegría por la bondad de la naturaleza que, a través del agua, permite que la tierra esté cubierta de la flora y la fauna indispensables para el sustento.

Incluso las cuatro especies de Sucot: lulav, etrog, hadás y aravá son vistas como elementos que ofrecen juicios morales. El lulav, la palmera, representa la rectitud necesaria en el comportamiento humano. El etrog, por su forma recuerda al corazón, a la sinceridad que debe acompañar la acción. El hadás –que tiene el perfil del ojo humano– enseña que se debe evitar la envidia que resulta por “ver” la abundancia en el granero del vecino, y la aravá –que tiene la silueta del labio– enseña que el habla que se produce con los labios debe atenerse a los más altos principios morales para evitar la calumnia, que destruye con mayor efectividad que la agresión física. El instructivo que distingue especialmente a Sucot que es la cabaña, la Sucá que debe servir de residencia durante los ocho días de la festividad; este mandamiento es interpretado como un simbolismo debido a la protección divina recibida durante la travesía por el desierto. Dios cubría con una nube de protección a los hebreos para protegerlos de los peligros del desierto, protección que fue una correspondencia divina al comportamiento moral del pueblo.

De manera que incluso la simbología ritual de Sucot está ligada a parámetros éticos, que claramente tienen que ver con el concepto básico de Teshuvá: arrepentimiento por los errores cometidos y, sobre todo, la firme resolución de una conducta ética posterior.

Podríamos concluir que la dicotomía o el doble rol de Sucot es meramente virtual. El judaísmo enseña que la naturaleza responde a la conducta moral de la persona. La abundancia de los frutos y las generosas cosechas están íntimamente ligadas con la decencia y moralidad del ser humano. En el lenguaje contemporáneo se habla de ecología y del respeto que merece la naturaleza, que de alguna manera reacciona frente al abuso de los habitantes del planeta.

La “excesiva” alegría de Sucot sólo puede producirse mediante la tranquilidad de la conciencia, el resultado del sentimiento íntimo y veraz de la integridad moral del comportamiento, especialmente en cuanto a la consideración por el prójimo y la solidaridad con el más necesitado.