EL LEGADO DE YAACOV

VAYEJÍ_GÉNESIS XLVII:28-L:26

La reconciliación de los hermanos permitió que Yaacov se despidiera de este mundo en paz, con la conciencia de que la semilla que sembró a través de su descendencia florecería y engendraría una nación en un futuro no muy lejano. Aunque la adversidad puede conducir a la depresión, en el caso del patriarca, la lucha y la angustia, el enfrentamiento y la decepción se convierten en los peldaños que le permiten escalar hacia la madurez emocional y espiritual. 

Presenta rasgos comunes con Yosef, su hijo predilecto. Tal como Esav odió a Yaacov y quiso asesinarlo, de igual manera los hermanos odiaron e intentaron eliminar a Yosef. Yaacov compartió con Yosef la inclinación por los sueños, porque ambos eran visionarios. Pero a diferencia de los primeros patriarcas, en última instancia supo mantener unida a la familia, siendo selectivo con el cariño y el reproche, sin llegar a expulsar del hogar paterno a ningún hijo. 

Finalmente, reunió a sus hijos alrededor del lecho de la muerte, identificó las aspiraciones y las deficiencias de cada uno de ellos con la esperanza de que pudieran ocuparse de los aspectos deficientes de sus personalidades, para dar a luz un pueblo que llevará el mensaje del monoteísmo a la Humanidad. Estos capítulos no empiezan con un nuevo párrafo en el texto escrito de la Torá, como suele suceder en otros casos. 

Los Jajamim desearon comenzar con la palabra Vayejí, “Y vivió”, que se encuentra en el medio de un párrafo, para insinuar que Yaacov realmente no falleció, sino que continúa con vida. En el caso de Avraham y Yitsjak, el texto afirma: “Y expiró y murió”. En cambio, en el caso de Yaacov, el texto reza: “Y expiró y se unió a su gente”. No se menciona que murió. De acuerdo con Rabí Yojanán: “Nuestro padre Yaacov no murió. Le preguntaron: ‘¿Entonces fue en vano que se enlutaron por él, lo embalsamaron y enterraron?’. Respondió Rabí Yojanán que se trataba de una interpretación alusiva de acuerdo con la frase: ‘Y tú, no temas, mi siervo Yaacov…, te salvaré de lugares distantes y a tus descendientes de la tierra de su cautiverio…”. Al hacer un paralelismo entre Yaacov y sus descendientes, se puede afirmar que tal como su descendencia vive, igualmente Yaacov vive. 

De acuerdo con el Talmud, Yaacov fue embalsamado porque creían que había muerto, pero en realidad continúa con vida. Los Jajamim interpretaron la frase yoshev ohalim: quien reside en carpas, como una alusión a los estudios que realizó en las escuelas de Shem y Éver, los dos grandes eruditos de la época. En este sentido, la tradición enseña que Yaacov transmitió a su descendencia la importancia del estudio, indicación que recoge la Mishná cuando afirma Talmud Torá kenégued kulam, “el estudio tiene preferencia ante otras virtudes”. Esta es la gran enseñanza de Yaacov. En segundo lugar, sugerimos el valor de la integridad de la familia. 

No obstante, la presencia de cuatro esposas, Yaacov logró el entendimiento y la lealtad entre sus hijos. Está claro que esta relación afectiva fue precedida por una larga trayectoria que incluyó la envidia y los celos, el odio y la agresividad entre los hermanos. Tal vez el episodio del viaje a Egipto en búsqueda de alimentos y la confrontación con el gobernante egipcio que era realmente su hermano Yosef, a quien no reconocieron, fue el agente catalítico para acercar a los hermanos. Pero sobre todo sirvió para que reconocieran los errores que habían cometido en el pasado, especialmente con su hermano Yosef. El crecimiento emocional y espiritual exige la valentía y coraje de enfrentar el error, el pecado en el lenguaje bíblico. Kol Israel arevim ze lazé: en el colectivo de Israel cada uno es responsable por el prójimo. Esta máxima es un corolario de lo antedicho. 

Tal como Yaacov terminó sus días en el exilio egipcio, su descendencia sufrió el Galut durante milenios. Tal vez por ello, por tener que enfrentar el peligro de lo desconocido y el rechazo de los habitantes nativos de las diferentes tierras que habitaron donde fueron considerados como forasteros incluso después de siglos de permanencia, desarrollaron un profundo espíritu de solidaridad que les permitió enfrentar la discriminación y el odio que un intolerante, inexplicable y enigmático antisemitismo desató contra ellos.

De estas cualidades que Yaacov dejó como legado a su descendencia se deriva la idea de que el patriarca aún continúa con vida, porque son los elementos fundamentales que han permitido que, de forma paralela a la desaparición de colosales civilizaciones, el pueblo judío haya logrado sobrevivir a todos quienes intentaron exterminarlo.