BEHAALOTEJÁ_NÚMEROS VIII:1-XII:16
Es muy difícil penetrar en el espíritu de Moshé (Moisés) y entender su reacción frente a las constantes dificultades que tuvo que enfrentar durante el desempeño de su liderazgo. Aunque el pueblo había salido prácticamente ileso de la persecución egipcia, no hay duda de que el desierto que luego transitarían durante 40 años presentaba un ambiente inhóspito y hostil, fértil para la queja y la depresión, propicio para la insurrección. Para Moshé era una aventura inédita, más aún cuando desde un principio –tal como se expresará en el episodio del Sné, la zarza ardiente– había declinado la invitación de conducir al pueblo.
Moshé escuchó el consejo de su suegro Yitró y designó 70 sabios para que lo acompañarán en la tarea de la enseñanza, a fin de dirimir las diferencias entre litigantes y poder emitir un juicio cuando fuese necesario. Aunque ejerció el liderazgo juntamente con este cuerpo, que eventualmente condujo al establecimiento del Sanhedrín, el pueblo sabía que el liderazgo auténtico reposaba sobre la persona de Moshé. Por ello la desesperación personal de Moshé en el caso del desaliento del pueblo por el consumo del man, el maná que llovía a diario del cielo, y su insaciable apetito por el consumo de carne, que claramente escasea en el desierto.
Debido al descontento del pueblo y su falta de aprecio por todo lo que se había hecho, Dios se enojó con nuestros antepasados y Moshé reaccionó de igual manera. Pero en el caso de Moshé, el disgusto era probablemente doble: aunque estaba enfurecido con el pueblo, tal vez lo estaba más consigo mismo. Por eso Moshé deseó la muerte, pero preferiblemente a manos de Dios y no por un pueblo ingrato.
Aunque Moshé intervino a favor del pueblo, para que Dios no los canjeará por otro, al mismo tiempo no pudo esconder su desengaño por la falta de caballerosidad de las masas. En última instancia, la causa de la protesta no era el sabor insípido del Man que, de acuerdo con el Midrash, sabía según el gusto de cada individuo. La protesta era una manifestación del descontento por la vida rutinaria del desierto, por la ausencia de cambios y el consecuente aburrimiento.
En realidad, era una rebelión contra la Providencia Divina, porque después de recibir un conjunto de leyes en el Sinaí que habían impuesto un freno a sus apetitos carnales y exigía un comportamiento ético general, la uniformidad del panorama desértico no producía ninguna satisfacción espiritual.
Incluso sintieron nostalgia por la esclavitud a las orillas del río Nilo, con su naturaleza cambiante, crisol del entorno cultural más importante de la época. Pero un líder auténtico no se deja llevar por el desengaño y la ingratitud de la gente, reflexiona y siente empatía por las debilidades humanas y, sobre todo, destaca las virtudes que afloran entre la gente como fruto del desafío del rigor del desierto.
No obstante, los contratiempos y las reservas personales, Moshé se convierte en el gran defensor del pueblo hebreo y discute con Dios para que no elija otro pueblo, incluso asume la culpabilidad por los yerros de los otros. El líder tiene un rol ambivalente: debe mantener distancia de aquellos a quienes dirige y, por otro lado, tiene que identificarse totalmente con su destino, sentir en carne propia el dolor y las angustias que envuelven a su pueblo.
Moshé se preparó durante ochenta años para asumir el liderazgo que finalizó después de 40 años en las fronteras de la Tierra Prometida. No pisó la Tierra Prometida, pero la visualizó. Subió al monte Nevó, obtuvo una vista panorámica de la naturaleza de Israel, pero tal vez algo más contundente: un repaso de los sucesos de los últimos 40 años y una perspectiva acerca de cuál sería el mañana de ese pueblo rebelde pero heroico, complejo pero dispuesto a diseminar por los confines de la tierra la idea de la existencia del Creador único, el Dios de la Humanidad.
MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARSHÁ
CONTIENE 3 MITSVOT POSITIVAS Y 2 PROHIBICIONES
- Números 9:11 Ofrendar el Pésaj Shení el 14 de Iyar.
- Números 9:11 Comer la ofrenda Pésaj Shení el 14 de Iyar.
- Números 9:12 No dejar nada de la ofrenda Pésaj Shení para el día siguiente.
- Números 9:12 No romper ningún hueso de ofrenda Pésaj Shení.
- Números 10:9-10 Durante batallas y cada ofrenda, sonar las Trompetas en el Templo.