El quinto libro de la Torá contiene los discursos, exhortaciones y admoniciones de Moshé en la última etapa de su vida. No era necesario que verbalizara su amor por el pueblo, porque siempre antepuso el bienestar del colectivo al suyo propio. Este hecho está implícito en su voluntad de ser borrado del Libro de Dios si fuera necesario, antes de ver que Dios substituyera al pueblo hebreo por otra nación.
Por lo antedicho, Moshé destaca los errores y los pecados de los hebreos. En primer lugar está el episodio de los exploradores, los delegados de las tribus que fueron a espiar la Tierra Prometida para luego producir el desánimo y el desaliento con su informe negativo y pesimista. Este suceso fue seguido por un fallido intento de conquista, que dio como resultado la derrota en la batalla.
Es comprensible que quienes habían permanecido por siglos como esclavos no pudieran, de un día para otro, descartar las costumbres y las creencias que habían experimentado.
Porque una de las características de la idolatría es el incumplimiento de la promesa, la palabra comprometida siempre puede ser retirada. Por otro lado, el pueblo escogido para traer un mensaje ético a la Humanidad tenía que sobreponerse al entorno del paganismo para enrumbarse por un sendero diferente.
En el sentido de la santidad de la palabra empeñada, el judaísmo predica que Dios utilizó la “palabra” en el acto de la Creación. Tal como afirma el Talmud: Beasará maamarot, “Dios hizo el universo con diez pronunciamientos”.
VayÓmer Elohim yehí or, “Y Dios dijo que se haga la luz” y la luz se hizo. No obstante que el judaísmo predica la importancia de la acción y destaca la mitsvá como bien máximo, no hay duda que la Kavaná, la intención que subyace a la acción, es fundamental en muchos casos, tal como en la Tefilá y en la palabra comprometida: Motsá sefateja shemor veasita, “cuida y cumple lo que sale de tu boca”.
Después del episodio de los Meraglim, los espías, el pueblo mostró finalmente su disposición al arrepentimiento, pero sus sentimientos no obtuvieron la respuesta deseada.
Dios no los perdonó, sino que ordenó que quienes tuvieran veinte o más años cuando se produjera el éxodo de Egipto murieran en el desierto. Su cobardía y falta de fe en Dios demostraron que no eran competentes para participar en la conquista de la Tierra Prometida.
Varios expositores cuestionan la negativa Divina de aceptar el arrepentimiento y destacan la severidad del Jilul HaShem, el caso de violentar la santidad del Nombre de Dios. Los exploradores habían puesto en duda la promesa Divina, que aseguró a los patriarcas que serían poseedores de la tierra que Abraham había recorrido cuando salió de Ur, su ciudad natal. Además, argumenta el comentarista Sforno, la decisión Divina estaba acompañada, esta vez, de un juramento, y en esos casos no puede haber cambio en la voluntad de Dios, tal como enseña el Talmud.
Tal vez la razón fundamental de la negativa Divina era que la Teshuvá, el arrepentimiento, se produjo únicamente después de que el pueblo se percatara de la sanción, el castigo según el cual tendrían que ambular cuarenta años por las arenas del desierto. De manera similar, el recogimiento y arrepentimiento de Kayin y el rey Shaúl se produjo solamente después de que se enteraran del escarmiento que les esperaba.
La compunción, la Teshuvá, tiene que estar precedida por el reconocimiento del error. La persona debe sentirse avergonzada por haber caído en la tentación, el pueblo tenía que sentir el remordimiento por haber desobedecido la voluntad del Creador. Este acto de contrición debe ser acompañado por una firme decisión de no incurrir en el mismo error en el futuro y, solamente cuando la persona actúa de manera diferente en una situación similar en el futuro se puede afirmar que el proceso de la Teshuvá ha sido completado.
Gracias por sus bellos y acertados escritos, Rabino Brener. Cuando los leo, doy gracias a H’B’J’ por haberme permitido conocerlo a Usted en Venezuela. Lo que también implica el honor de haber escuchado en algunas ocasiones sus acertadas y hermosas prédicas. Un cordial Shalom !