La primera Mitsvá que recibió el pueblo hebreo en Egipto está relacionada con el calendario. Es una señal de sofisticación en el mundo animal, donde ciertas especies de aves y peces están al tanto del efecto de las estaciones, hecho que se constata por sus migraciones anuales. Mientras que en Egipto el lugar y la edificación eran los símbolos del desarrollo, el mundo judío predicó que el tiempo, las estaciones y los meses son el parámetro fundamental para el desarrollo de una civilización.
Otras naciones precedieron al pueblo hebreo en el establecimiento de un calendario, que generalmente reflejaba un fenómeno asociado con la agricultura. En el hemisferio norte, el otoño empieza en septiembre, hecho que condujo a empezar el año nuevo en ese mes. Aarón Demsky señala que los antiguos cananitas –e incluso el reino de los seleucidas durante el período helenístico– celebraban el comienzo del año alrededor de esa fecha. En Babilonia, el año nuevo se celebraba durante los primeros diez días del mes de Nissanu, que corresponde al equinoccio de la primavera.
De acuerdo con la Mishná existen cuatro fechas diferentes para el año nuevo. El primero del mes de Nisán es el año nuevo mencionado en nuestro texto, sirve de referencia para las festividades y coincide con el comienzo de la primavera.
Según este cálculo, Rosh HaShaná –que se celebra en Tishrei– corresponde al séptimo mes del año. Los años del reino de un monarca también se calculan de acuerdo con esta fecha.
Es el comienzo del año para asuntos de orden civil. Por otro lado, Rosh HaShaná, de acuerdo con la tradición judía, es el aniversario de la creación del universo, de tal manera que se trata de una fecha universal que aparentemente fue observada por otras naciones. El cálculo del año de Shemitá, el año sabático para las tierras, también se rige por esta fecha. El fruto del árbol está prohibido durante los primeros tres años, hecho que se calcula igualmente empezando con Rosh HaShaná. El mes de Tishrei se constituye en el principio del año para los elementos de la naturaleza. Es el año natural.
Un año nuevo adicional se celebra en el mes de Shevat y está relacionado con los árboles, cuya sabia empieza a fluir con la conclusión del invierno. La diferencia de opinión entre Beit Shamai y Beit Hilel se decidió de acuerdo con este último y se celebra el día 15 del mes de Shevat.
Cabe destacar que aunque el mes de Nisán tiene un significado asociado con la naturaleza –y por ello era utilizado también por otras naciones–, el judaísmo le otorga una significación histórica. Es el aniversario del éxodo de Egipto, fecha que conmemora la naciente nación judía. Incluso el cristianismo y luego el Islam también asociaron fechas históricas a la celebración del año nuevo. En el caso del cristianismo es el día que corresponde a la fecha de la circuncisión, mientras que el Islam cuenta los años a partir de la hégira, fecha de la salida de Mahoma de la Meca en septiembre del año 622.
El judaísmo nació en el seno de dos grandes culturas: la mesopotámica y la egipcia. Ambas culturas florecieron alrededor de ríos: el Tigris, el Éufrates y el Nilo. Israel, en cambio, se desarrolló en una tierra carente de ríos, cuya agricultura dependía de la lluvia, de tal manera que el año comienza con la venida de las lluvias. (Durante la festividad de Sucot, inmediatamente después de Rosh HaShaná, se invoca la plegaria por Guéshem, lluvia). La palabra Stav, otoño, proviene del arameo y quiere decir invierno, mientras que Kayits, verano, está relacionado con la palabra Kets, que quiere decir fin, o sea, final del año.
Básicamente, existen dos fechas cardinales. Rosh Ha- Shaná, que tiene un significado universal, seguido por Yom Kipur, día del juicio para todo ser viviente. Al mismo tiempo Nisán, el mes de Pésaj, es una fecha nacional, particular para el pueblo hebreo, porque es el onomástico de la nación judía.