DOS ERRORES BÁSICOS QUE SON DIFERENTES

Parashá SHELAJ

En su libro Shévet Yehudá, Rabí Shelomó Ibn Verga asume la hipótesis de la existencia de dos factores fundamentales que determinan el destino del individuo y de la sociedad. Por un lado está el elemento religioso, el cumplimiento de las ordenanzas de la Torá, pero al mismo tiempo hay efectos que son la consecuencia de decisiones de carácter sociopolítico. Según Yehudá Haleví, el pueblo judío había gozado de una estructura sociopolítica superior y por ello fue escogido por Dios para recibir la Torá. La Torá no fue entregada en un vacío: el comportamiento del judío había sido de un orden diferente al de otros y por ello era merecedor de la deferencia Divina. En este sentido, los jajamim opinan que los patriarcas observaban todos los preceptos de la Torá con anterioridad a su revelación en el Sinaí, de tal manera que sus descendientes siempre habían exhibido un comportamiento altamente moral.

De acuerdo con Maimónides, el incumplimiento de los mandatos Divinos trae como consecuencia el castigo de karet, que quiere decir “ser cortado”, imposibilitado de ser incorporado al Olam Habá, el “mundo por venir”, mientras que la persona que pasa por el proceso de Teshuvá, la que se arrepiente de sus transgresiones, es recompensada con el Olam Habá. En cambio, las violaciones de orden sociopolítico reciben el castigo en este mundo y el arrepentimiento por estas faltas conduce a una era mesiánica. De esta forma, la era mesiánica y el Olam Habá son dos conceptos diferentes: así entiende el profesor Jose Faur el sentir de Maimónides.

El incumplimiento de un mandato de índole religioso produce un castigo que trasciende el mundo terrenal y se cumple en el más allá, mientras que los errores sociopolíticos repercuten en la vida cotidiana. Por ejemplo, los pecados de carácter nacional, cuando el liderazgo asume políticas equivocadas, son errores que pueden conducir al exilio del pueblo.

En nuestro texto bíblico leemos acerca de la equivocada decisión de los emisarios que Moshé envió a indagar sobre las condiciones en la Tierra Prometida. Su conclusión negativa sobre la posibilidad de la conquista de esas tierras constituía un error sociopolítico: era el resultado de una falta de confianza en su fuerza propia y una clara demostración de que aún no se habían despojado de la mentalidad propia del esclavo. El liderazgo del pueblo argumentó que había que desistir de emprender la conquista porque las ciudades estaban muy bien fortificadas y sus habitantes eran gigantes.

Los meraglim, los mencionados espías, también mostraron su falta de fe en la promesa Divina dada a los patriarcas y repetida varias veces en la Torá. Dios los conduciría a la tierra de sus antepasados para que allí pudieran vivir de acuerdo con los preceptos que les habían sido revelados en el monte Sinaí. Por ello, los jajamim opinan que los meraglim también perdieron el derecho a ser incorporados en el Olam Habá.

Las faltas de orden religioso tienen arreglo mediante la Teshuvá. As yom motó ajaké lo, “Dios está dispuesto a aceptar el arrepentimiento en cualquier momento”, incluido el día del deceso del individuo. Pero, ¿cómo se puede hacer Teshuvá en el caso de un error de carácter nacional? Por el pecado de los meraglim, los hebreos deambularon por el desierto durante cuarenta largos años hasta que fallecieran todos aquellos que habían salido de Egipto con una edad mayor a veinte años. La mentalidad esclava era incompatible con la valentía y la iniciativa, la temeridad, fe y esperanza necesarias para construir una nación en la Tierra Prometida.

Cabe destacar que el primer Beit HaMikdash fue reconstruido mientras que el segundo Beit HaMikdash aún no tiene sucesor. ¿Por qué? Tal vez la respuesta resida en el hecho de que las faltas que condujeron a la destrucción del primero eran de orden religioso: la continua presencia de la idolatría. Los pecados de la época del segundo Beit HaMikdash tenían que ver con la enemistad gratuita, la envidia y la codicia, pecados de un orden social cuyo castigo se concreta en este mundo.