Unas semanas atrás falleció mi querido amigo David Yisrael en cuya casa mi esposa, tres hijos y yo, comimos nuestra primera comida casera caliente kasher cuando llegamos a Caracas en septiembre de 1967.
Unas semanas más tarde alquilamos un apartamento en el mismo edificio donde residían los Yisrael y nuestra amistad no aflojó desde aquel entonces. Celebramos juntos, especialmente Sucot en la Sucá que erigimos en el edificio.
David tuvo una vida con sufrimiento y alegrías, nunca fue un espectador, siempre participó, muchas veces condujo. El sufrimiento y el dolor es una referencia a los años de la Shoá. Logró sobrevivir Auschwitz y otros campos de concentración. Recuerdo algunas anécdotas de aquellos días de angustia y terror, de cómo facilitó que un rabino celebrara Sucot en una Sucá que improvisó en el espacio entre dos vagones de un tren.
Nació en Europa y después de sobrevivir el Holocausto, emigró a Israel donde sirvió en Tzahal, el ejército israelí. Dotado de facilidad con idiomas, aprendió hebreo a cabalidad y cuando luego llegó a Venezuela en la década de los cincuenta del siglo pasado, se abocó por aprender el Español que habló sin acento extranjero. No sé si tomó clases de Inglés pero lo escuché hablar en público en ese idioma, tal como si hubiera residido en USA por largo tiempo.
Fue uno de los fundadores del Minyan Shomrei Shabat de Caracas y engendró con su querida Dorita Broitman un hogar ejemplar. Formó un equipo familiar y eventualmente empresarial con sus cuatro hijos, siendo cada uno de ellos ejemplo de participación comunitaria. Siguieron el ejemplo de David que también presidió el Comité de Yad Vashem con la meta específica de no permitir que olvide lo que sucedió, especialmente para impedir que tal tragedia sea repetida. Presidió el de amigos de la Universidad Bar Ilan en Venezuela y presidió el Comité de Bonos de Israel en Venezuela, demostración adicional de su amor por la Estado de Israel que visitó luego en innumerables ocasiones.
Merece mención especial el finado Boris Berl Broitman, padre de Dorita que fue la fuente de inspiración para la creación de un Beit Avot en la comunidad judía de Caracas, no obstante que nunca tuvo que valerse personalmente de sus servicios.
David fue un hijo leal del pueblo judío y apreció lo que Venezuela ofreció porque conocía las alternativas, el antisemitismo que soportó personalmente, incluso antes de la Guerra, y desde luego presenció y sufrió los horrores del Holocausto que no puede expresarse con palabras. Plasmó sus memorias en un libro: NUNCA HABRÁ UN POR QUÉ, que es un intento serio de dejar un legado escrito que incluye lo que realmente no se puede reproducir a cabalidad: las angustias y sufrimientos de este hecho sin par en la Historia.
Aunque David vivió una gran parte de su vida en Caracas, nunca abandonó Israel, ni intelectualmente o emocionalmente. Siempre mantuvo un apartamento en Israel donde también celebró muchos jaguim, los días sagrados cuando se hacía peregrinaje a Jerusalem.
Desde joven, el hijo menor Milton hizo aliyá y formó su propia familia, razón adicional para que David y Dorita estén ligados a la tierra ancestral.
La hija mayor Goldy y su esposo Baruch residen ahora en Miami, y siguiendo la tradición familiar, Baruch es presidente de la sinagoga Young Israel de Aventura y Goldy reúne a la familia alrededor de su mesa en Shabat y festividades.
El hijo varón mayor Jacobo permanece en Caracas donde dirige los destinos de la empresa que David fundó y donde centenares de obreros y empleados han encontrado una fuente de trabajo para el sostenimiento de sus familias.
El hijo Billy y Malki residen no muy lejos, participan activamente en su sinagoga y en numerosas ocasiones caminan unos cuantos kilómetros para celebrar con los padres algún día de Yom Tov, una festividad religiosa.
Incluso después de la Guerra, David pasó por otros eventos trágicos. Sufrió la pérdida de hermanos y sobrinos, y se tornó obligatoriamente en la columna vertebral de la familia.
Menciono a cada uno de sus hijos, y hay nietos y bisnietos, porque cada uno tiene personalidad y valor propio. Pero además para indicar que Hitler y los Nazis no solo que no vencieron a David, éste a través de una numerosa, unida y tradicional familia, derrotó el diseño de darle una “solución final” al problema judío. Exterminarlos! Al contrario, de las cenizas de las chimeneas de Auschwith, David engendró un número importante y valeroso de descendientes que enarbolan con orgullo su condición judía.
La familia celebraba anualmente Pésaj, la festividad de “ish uveitó, “el hombre con su familia”, reunida en un mismo lugar. Apenas unos meses atrás la familia entera celebró en esa oportunidad el onomástico 89 de David. Gran recuerdo de amor y unión que puso un broche de oro a una larga trayectoria familiar, empresarial, comunitaria, de entrega y amor por Medinat Israel.
Zijró Baruj, sus restos yacen en paz en Medinat Israel.