Salomón Cohén

Salomón era cabal y entero, sincero y consecuente.

Salomón Cohen, Shlomo ben Ezra Zion HaCohen, nació en Jerusalem y tenía apenas unos 3 años cuando su familia arribó a Venezuela. Mantuvo con creciente intensidad el amor por esta tierra que luego sería el Estado de Israel. Siguiendo el instructivo bíblico “veshinantam levaneja”, cuyas enseñanzas formaban parte del código genético de los Cohen, los escasos recursos materiales de la familia en aquel entonces, no impidieron que el joven Salomón graduara como ingeniero civil. Tampoco se debe olvidar la educación gratuita que el Estado proporcionaba, incluso la universitaria.salomon-cohen1

Después de años de trabajo en el antiguo MOP y otras entidades, Salomón se lanzó a la empresa de la construcción con extraordinaria tenacidad que, después de años de exitosa labor, culminó con la creación de SAMBIL, empresa constructora convertida en sinónimo de Centros Comerciales en Venezuela y otros países.

Personalmente conocí a Salomón como el patriarca de una numerosa familia trabajadora que conformó con Dita (Esther Kohn) a lo largo de 65 años de matrimonio y 2 años anteriores de noviazgo. Salomón y Dita eran inseparables, porque además del amor profundo de pareja, compartían inconmensurable energía, propósito y visión de vida.

Los hijos: Fanny, Carlos, Thalma, Roberto, Freddy, Ricardo y sus respectivas esposas, y/o esposos, aprendieron de Salomón: trabajo, generosidad, honestidad, familia primero.

Salomón y su familia dieron espacio físico gratuito a la fundación Conciencia Activa en el Centro Lido, y las reuniones de la fundación permitían una visita semanal a los Cohen, empezando siempre con la oficina del jefe, Salomón.

Si los sucesos del momento alimentaban un sentimiento de preocupación o ansiedad, una palabra con Salomón era el mejor bálsamo, porque siempre manifestaba fe en la gente y en el país Venezuela. “Todo está bien y mañana será mejor”, podía haber sido una repetida estrofa en cualquier conversación. Su optimismo acerca de la sociedad era obviamente un reflejo del estar bien consigo mismo. Pero sus consideraciones también estaban basadas en una claridad mental que sabía apartar lo accidental y superficial de lo que era sustancial y esencial. No miraba el plazo corto, Salomón creía en la vitalidad de Venezuela y gente, por ello su mirada y visión eran siempre hacia el futuro, a largo plazo.

Se reunía religiosamente con sus hijos en un almuerzo semanal en el cual se discutían diferentes temas familiares y empresariales, pero sobre todo era un momento de profundizar los lazos filiales, familia primero.

Construyó la estructura de la sede de la Unión Israelita en San Bernardino y no hay edificación comunitaria ni proyecto que no se beneficiara de su generosidad. La oportunidad de acompañar a la familia en el entierro de sus restos mortales, me permitió percatarme en estos días del Café Kohn Café en Hebraica, y de la terminación de un ascensor en la Sede de la UIC del Este ubicada en la edificación de B’nai B’rith de Venezuela, por ejemplo.

Apoyó todas mis publicaciones, incluyendo el uso de un avión privado para visitar 5 islas del Caribe cuyos templos de rezo fueron incluidos en “Las Sinagogas de Venezuela y el Caribe”, libro que ganó un premio nacional en el país.

El nombre Salomón, en hebreo, es una versión de la palabra Shalom, que quiere decir paz. Pero más que eso quiere decir entereza, estar completo, genuino, paz y armonía entre el pensamiento y la expresión verbal, entre el sentimiento y la acción. Salomón era cabal y entero, sincero y consecuente.

Venezuela está enlutada, la comunidad judía está enlutada, la familia Cohen Kohn está enlutada. Al mismo tiempo todos nos sentimos simultáneamente complacidos y orgullosos de haberlo tenido durante todas estas décadas en nuestro medio.

Adiós amigo y consejero. Tu memoria continua viva por tu obra concreta y sobre todo por tu descendencia, que supera el número con el cual el Patriarca Jacob contaba, descendencia que aprendió de tí, y que continuará tu obra por muchos lustros adicionales.

Fue un privilegio conocerte y contar con tu amistad.

Zijró baruj, la memoria de Salomón es una bendición.