La mitsvá: razón y revelación – Bileam: profeta e idólatra

JUKAT-Números XIX - XXII,1 - BALAK Números XXII,2 - XXV,9

JUKAT

La ley sobre de la pará adumá, que es una vaca bermeja sin mácula alguna, sobre la cual nunca se puso un yugo, es el tema de la primera parte de nuestra lectura semanal. El título de la parashá proviene de la palabra jok, que quiere decir precepto o ley. Encontramos este vocablo en el libro de Éxodo (XV, 25) …sham sam lo jok umishpat…, que quiere decir, “allí dio al pueblo leyes y estatutos….” En ese capítulo aprendimos que nuestros antepasados recibieron ciertas leyes fundamentales en el lugar que se denomina Mará, antes de la revelación en el Monte Sinaí. Según la Mejiltá, un Midrash que se orienta hacia la parte legal (halajá) del texto bíblico, el vocablo jok alude a las leyes de Shabat y a las relaciones sexuales prohibidas. El término mishpat se refiere a la obligación de honrar a los padres y, entre otras, a las leyes sobre daños y castigos.

Según los jajamim en el Talmud, el vocablo mishpat se refiere a las leyes, que de no haber sido escritas, hubiera sido necesario hacerlo, tales como las prohibiciones de la idolatría, ciertas relaciones sexuales, el asesinato, el robo y la blasfemia. El vocablo jok se dirige a las prohibiciones de no ingerir la carne de cerdo y de no vestir una combinación de lana y lino. Al igual que la ley de jalitsá, que se practica en el caso de una viuda sin hijos, con el proceso de purificación del leproso y con la elección del chivo expiatorio. Según Rashí, mishpat tiene que ver con las leyes que son paralelas y cónsonas con nuestro sentido de justicia, o sea, sobre las que hubiéramos legislado si la Torá no nos lo hubiera enseñado. Mientras que jok comprende aquellas ordenanzas que son cuestionadas por nuestra propia inclinación hacia el mal y por otros pueblos que no logran ver sentido alguno en estas leyes.

Básicamente nos encontramos frente a dos tipos diferentes de mitsvot. Aquellas que corresponden a un propósito racional que ubicamos bajo el rubro de mishpat y aquellas para las cuales no podemos encontrar razones válidas y lógicas (de acuerdo a ciertos principios intuitivos de razonamiento que probablemente son imposibles de definir de una manera rigurosa y sostenida) y a las cuales nos referimos bajo el rubro de jok.

Nuestro breve análisis se debe a que en nuestra lectura se ordena que las cenizas de la vaca bermeja se utilicen en la purificación de un tamé, que es una persona que se encuentra en estado de impureza ritual por haber tenido contacto con algún cadáver, por ejemplo. Al mismo tiempo, nuestro texto afirma que la persona que prepara estas cenizas, entra en  estado de impureza ritual. La pregunta  inmediata: ¿cómo es posible que el contacto con las cenizas de nuestra pará adumá sirvan para purificar al impuro y provoquen al mismo tiempo, la impureza de quien se ocupa de su preparación. La respuesta de los jajamim es que estamos frente a un jok, que es un precepto que no admite la indagación lógica humana. Es simplemente el resultado de la voluntad Divina, que se guía de acuerdo a un proceso de raciocinio diferente al nuestro y que está fuera del alcance del intelecto humano. Nuestro punto de vista es que aun aquellas normas que están más allá de nuestra comprensión, tienen sentido para la inteligencia superior de Dios. El problema radica en la limitación de nuestro intelecto para comprender el sentido profundo de la mitsvá en sentido genérico.

De hecho, nos encontramos frente a uno de los dilemas más complejos de toda confesión religiosa. ¿Existe una base lógica para las normas religiosas? Al afirmar que las explicaciones están más allá de nuestra capacidad para entender, ¿no estamos sugiriendo que las leyes carecen de lógica?

Los jajamim se muestran sensibles a estas dificultades y en numerosas ocasiones ofrecen distintos planteamientos para las diferentes mitsvot. Un hebreo llegaba a la condición de esclavo por haber robado y por no haber podido restituir el valor o el objeto; o por una decisión de carácter personal. Con el propósito de explicar por qué se hace un agujero en el oído del esclavo que desea permanecer con su amo al término de los seis años obligatorios, dice Rabí Yojanán ben Zakai: “el oído que escuchó en el Monte Sinaí, no robarás y sin embargo desobedeció, que se lo señale con un agujero”. En el caso de su entrada voluntaria a la esclavitud, dice el mismo sabio, “el oído que escuchó en el Monte Sinaí que (los hijos de Israel) son Mis siervos y no siervos de otros siervos, que se lo señale con un agujero”.

En su afán de explicar el judaísmo al mundo intelectual de su época, Filón de Alejandría divide las mitsvot de acuerdo con los resultados de su cumplimiento. Algunas de las mitsvot tienen como propósito promover un mejor conocimiento de la Providencia y forman parte del servicio de Dios. Otras mitsvot tienen la función de guiarnos hacia virtudes tales como la justicia y la rectitud. Para Saadiá Gaón existen dos clases de mitsvot. Las racionales y las reveladas. Aun en el caso de las mitsvot racionales se hace necesaria la revelación Divina porque nuestro intelecto únicamente podría deducir los principios generales de las mismas. En el caso de las mitsvot reveladas, nuestro cumplimiento de las mismas es una manifestación de nuestra sumisión a la voluntad del Creador. En el caso de estas últimas, aunque nunca podremos penetrar en el Intelecto de Dios para conocer Su juicio, tenemos la capacidad de la reflexión y del razonamiento que permiten encontrar un propósito en la vida humana.

Rambam es muy enfático en su opinión de que existe una explicación lógica para todos los mandamientos. Nuestra falla reside en la escasez de conocimientos o en las limitaciones de nuestro intelecto. Por lo tanto, el ser humano debe trazarse como meta una mejor comprensión de todas las leyes Divinas. El propósito de las mitsvot es el establecimiento de un orden social justo que permita el desarrollo espiritual, emocional y ético del ser humano. Desde esa perspectiva, dice Rambam, debemos estudiar los relatos que encontramos en la Torá porque tienen un propósito didáctico. Las leyes de la Torá tienen la finalidad del perfeccionamiento y del bienestar de nuestro espíritu y de nuestro cuerpo. Mientras que el bienestar de nuestro cuerpo es una función de una sociedad justa, el bienestar espiritual se obtiene a través de la fe y de  aceptar las opiniones correctas. Según Rambam, el propósito de los jukim es prevenir la idolatría y salvaguardarnos de las doctrinas y credos falsos. Muchas de estas reglas son una barrera contra la idolatría.

Rashí en cambio, y varios de los Tosafistas, se inclinan hacia una opinión un tanto fundamentalista, alegando que existen mitsvot que simplemente carecen de explicación racional. Citan, por ejemplo, una ley que requiere retirar a la madre del nido antes de que tome posesión de los polluelos. Según el Talmud, quien aduce que la compasión es el factor que motiva esta ley, está falsificando la intención de la misma, simplemente porque la Torá no lo dice así. Rambán sostiene que a ciertas personalidades privilegiadas de nuestro pasado, tales como Avraham, se les comunicó el por qué de los jukim.

Es natural que existan mitsvot cuyo sentido escapa a nuestro intelecto. En realidad, las leyes, una vez promulgadas, son independientes de los razonamientos que llevaron a su promulgación. Sin embargo, en el plano religioso, el cumplimiento de las mitsvot tiene como propósito nuestra superación en el campo espiritual. Las cosas estarían más a nuestro alcance si conociéramos tanto los antecedentes como los propósitos esenciales de estas leyes. Tal vez podríamos concluir nuestra breve incursión en este campo de taamei hamitsvot, o búsqueda de los propósitos de las leyes, señalando que parte del cumplimiento de las mismas, reside efectivamente en la indagación constante para alcanzar un mejor entendimiento de sus intenciones. Talmud Torá, que es el estudio y el bien más noble en nuestra tradición, también requiere del anhelo del ser humano de comprender la Voluntad Divina. ¿Y qué mejor manera de acercarse a la comprensión de la voluntad de Dios que a través de las mitsvot que son la legítima expresión del mandato Divino?

BALAK

Sijón, el rey de Emorí y Og, el rey de Bashán han sido derrotados y ahora el pueblo se aproxima a Moav, para terror de su rey Balak. ¿Cómo detener la marcha inexorable de unos siervos egipcios en su afán de conquistar nuevas tierras y pueblos? Balak concluye que resultará inútil enfrentarse con soldados y armas a unas tribus de esclavos desesperados, ebrios de entusiasmo a causa de su reciente libertad. Es imposible, concluye, tratar de detenerlos recurriendo al uso del poder, porque está al tanto del hecho de que la fortaleza hebrea no es de orden físico, sino que reside en  convicciones firmes y en su apego a una nueva ideología. El arrojo invencible de estas tribus, que fueron arrojadas al desierto, demuestra que las ideas y el pensamiento son su alimento, que se nutren de la palabra y de la reflexión. Balak concluye que la palabra debe ser enfrentada con la palabra y que la idea sólo puede ser conquistada por otra idea. En su intento de frenar al avance de estas hordas, Balak recurre a los servicios del profeta de los gentiles, Bileam.

Nuestro texto nos enseña que la sensibilidad de Bileam, (caracterizado en la tradición judía como ejemplo del malvado pero con la capacidad de la comunicación Divina directa que es la profecía), no es indiferente a la sobresaliente armonía que reina en el campamento hebreo. Y cuando, atendiendo a la petición de Balak se dispone a maldecir a los hebreos, su verbo se convierte en uno de los comentarios más hermosos y descriptivos sobre la estructura del hogar judío. En efecto, su frase Ma tovu ohaleja Yaacov, mishkenoteja Israel, que quiere decir, “cuán hermosas son tus tiendas, oh Yaacov, y tus moradas, oh Israel”, se utiliza para iniciar nuestros rezos diarios. Parece irónico el hecho de que no fue posible encontrar un pasuk, (versículo de la Biblia), auténticamente judío y que tuviésemos que recurrir a la elocuencia de un gentil para dar comienzo a nuestro servicio religioso matutino. Cabe argumentar, que ésta es una demostración de nuestra amplitud de criterio y, a la vez, de nuestra perspicacia para reconocer la calidad de lo auténtico, sin prejuicio alguno en cuanto a la fuente de donde provenga.

El relato correspondiente a nuestros capítulos semanales comienza con el envío de una delegación de notables para solicitar los servicios de Bileam para maldecir al pueblo judío. La respuesta de Bileam es que él responde únicamente a las directrices del Creador. El resultado de una consulta Divina es negativo. Balak decide entonces enviar una comitiva compuesta por emisarios de mayor categoría y esta vez, después de una nueva consulta nocturna con Dios, Bileam accede a la petición. Según nuestro texto, Bileam incurre en la ira de Dios por haber aceptado la invitación de Balak. Tal vez el enojo del Eterno se da porque Bileam convierte un “permiso” en una “misión sagrada”, y convierte una “opción” en una mitsvá. Aunque Bileam afirma constantemente que él responde estrictamente a las instrucciones Divinas, se puede leer entre líneas lo que él busca es la oportunidad adecuada a fin de que los designios de Balak sean satisfechos totalmente.

Una de las cualidades esenciales de todo profeta es su absoluta sinceridad cuando eleva su oración. La profecía es el momento supremo de la honestidad y de la autenticidad, cuando se deja de lado toda consideración por las consecuencias eventuales de las palabras, que pueden resultar no sólo dolorosas sino también fatales. ¿Cómo se explica, por ejemplo, el atrevimiento del profeta Natán cuando enfrenta al poderoso y autoritario rey David por haber enviado a Uría, el esposo de la codiciada Bat Sheva, a una muerte segura? Atá haish, “tú eres el hombre”, exclama el profeta cuando acusa a David del vil crimen.

La profecía hace que el profeta se traslade a una dimensión diferente de la realidad, donde el temor y el instinto por sobrevivir no juegan papel alguno. La profecía exige y permite una visión clara de las cosas que no está matizada ni distorsionada por intereses personales o por consideraciones particulares que interfieren con la correcta apreciación de la condición humana.

Bileam es, sin dudas, una personalidad compleja y conflictiva. Pertenece al mundo de los gentiles y se identifica personalmente con los temores de Balak ante el aparente poderío y la aplastante fuerza de los esclavos hebreos liberados. Conoce las hazañas y ha escuchado acerca de la trayectoria victoriosa del pueblo judío y por lo tanto anticipa con terror al posible destino del pueblo de Moav. Pero al mismo tiempo, se ha independizado intelectualmente de la hechicería, de la idolatría y ha abandonado las supersticiones que afectan el pensamiento de sus contemporáneos. Bileam sabe que hay un solo Dios que rige los destinos del universo. Intelectual y espiritualmente, Bileam es un profeta, pero emocionalmente sigue ligado a conceptos e ideas que permiten que un ser humano sea considerado como un objeto, que el hombre puede ser propiedad de otro ser humano. Continúa en la creencia de que es posible y   Aun considera que es posible y por lo tanto, correcto intentar, por medio de sobornos y alabanzas, influir en la voluntad Divina con el fin de modificarla.

La profecía de Moshé, en cambio, no es parcial ni circunstancial porque todo su ser participa en la misma. En el libro de Shemot nos habíamos encontrado la expresión hu Moshé veAharón, “son el mismo Moshé y Aharón”, que es un versículo que podemos interpretar como la calificación de la cualidad de  indivisible de la personalidad de Moshé. En ningún momento detectamos en él duda alguna acerca de la Providencia. La única debilidad que podemos detectar en Moshé es cierta vacilación con respecto a la voluntad de su gente, los hebreos, para sobreponerse a las dificultades inherentes a la construcción de una sociedad y un pueblo nuevos.

Moshé desconoce la esclavitud en carne propia pues fue educado en el palacio del Faraón por su hermana Miryam y su madre Yojéved. Por esta razón, Moshé no necesita sustituir su bagaje cultural y religioso por el de los egipcios, ya que no estuvo realmente expuesto a ellos. En cambio, Bileam sobresale porque rompe con la tradición de los suyos para iniciarse en el servicio del Dios único de toda la humanidad. Sostengo, sin embargo, que Bileam no logra apartarse por completo del entorno que lo nutrió. En su fuero interno hay cabida aún para sortilegios y hechizos. Aunque no totalmente, vive en un mundo donde se concibe la posibilidad de influir en los designios Divinos a través de la ofrenda de animales sacrificados.

Muchos siglos han transcurrido desde entonces y muchos acontecimientos han modificado las estructuras sociales y los patrones culturales de la humanidad. En gran medida, hemos superado la etapa bíblica Egipcia de la idolatría, con su culto a los muertos y su obsesión por conocer, de cerca, el Más Allá. Nuestra meta es, sin duda, acercarnos a la sensibilidad social de los neviim, que son los profetas y poder observar de cerca el sublime entorno espiritual en el que un Moshé actuó. Se puede argüir y señalar que las características de nuestra época muestran una  mayor afinidad con la personalidad de un Bileam. Es cierto que tenemos momentos de exaltación espiritual y visiones proféticas que se traducen en una identificación ocasional con los menos afortunados y con aquellos que son objeto de grandes vejaciones y discriminaciones.

Pero muchas veces nos identificamos con las idolatrías contemporáneas que se manifiestan en la búsqueda constante del placer, en la acumulación de bienes materiales y en la indiferencia frente a la pobreza, al hambre, a las enfermedades y al malestar que afectan a una gran parte de la población de nuestro planeta. El Shabat, que es un momento que se ubica fuera de los quehaceres cotidianos del resto de la semana y que ordena la lectura de algunos capítulos de la Torá, junto con las reflexiones que se desprenden de su estudio, puede ser el incentivo para iniciarnos por el sendero auténticamente judío: el de Avraham, Yitsjak y Yaacov. Este es el sendero de guemilut jasadim, hakravat korbán y Talmud Torá, que consiste en mantener activa la conciencia social y la disposición de dar de uno mismo además del estudio creativo de las bases espirituales del hombre.

DIFICULTADES DEL TEXTO

Parashá Jukat

Nuestros capítulos contienen episodios que atentan intelectualmente contra la experiencia usual. Uno de ellos es la Pará Adumá, la “vaca bermeja” cuyas cenizas eran utilizadas en el proceso de Tahará, la purificación de las personas que se contaminaban por el contacto con un cadáver. El Talmud considera que, en la actualidad, el pueblo judío se encuentra en un estado de tumá, impureza que impide, por ejemplo, la construcción de un nuevo Beit HaMikdash. Nos encontramos ante un dilema: por un lado, necesitamos el Beit HaMikdash para ofrendar la Pará Adumá y poder purificarnos con sus cenizas; y por el otro, no se puede iniciar la reconstrucción de la Casa de Dios porque estamos en un estado de impureza que sólo puede solventarse utilizando las cenizas de una “vaca bermeja”.

Un caso diferente es el de la serpiente de cobre elaborada por Moshé. Ésta se usaba para salvar a quienes habían sido mordidos por las serpientes vivas que Dios envió como castigo por haber calumniado la tierra de Israel. Para ser curada, la persona debía mirar hacia lo alto de un poste, donde Moshé había colocado la serpiente. Atento a la obvia dificultad que presenta esta práctica de posible tinte idólatra, el Talmud resalta que se obligaba a las personas a elevar la vista, es decir, hacia lo celestial. Con ello, las personas reconocían el poderío de Dios, quien simbólicamente habita en las alturas celestiales. La serpiente de cobre no curaba, sino que obligaba a tomar conciencia sobre la Providencia de Dios, el único Ser que puede curar.

Og, rey de Bashán –quien entabló una batalla con nuestros antepasados en Edrei–, forma parte de otra incongruencia. Dios aseguró a Moshé que saldría victorioso del encuentro bélico tal como lo había hecho en el caso del enfrentamiento con Sijón, rey de los amoritas. ¿A qué se debía el temor particular de Moshé hacia Og? Porque se trataba de una criatura de dimensiones extraordinarias. Cuando Og se enteró de la dimensión del campamento hebreo, levantó una montaña de unas doce millas de circunferencia para aplastar a su enemigo. El Midrash sugiere que Dios envió unos saltamontes, los cuales perforaron la montaña de tal manera que ésta quedó reposando sobre los hombros del gigante, como un collar del que sobresalía su cabeza.

Muchos exégetas intentaron reinterpretar este episodio –entre ellos Rabí Shelomó Ibn Adéret, el Rashbá de Barcelona–, pues muchos cristianos utilizaron a este personaje fantástico en sus disputas públicas con el pueblo judío. Para algunos de estos intérpretes, Og es un personaje simbólico, en batalla constante con un enemigo de grandes proporciones, partícipe de una guerra que posiblemente se libra en una dimensión espiritual diferente.

Según el punto de vista de la Kabalá, expresado en el Séfer HaBajir, Og poseía el ot, la señal de la circuncisión que se le había practicado en el hogar del primer patriarca Abraham. Su poder no residía en sus dimensiones gigantescas, sino en la espiritualidad representada por el Brit que su cuerpo ostentaba.

Pero, ¿acaso todo lo que está escrito en la Torá o en el Talmud debe ser entendido de manera literal? Maimónides apuntó que, muchas veces, la Torá utiliza el antropomorfismo, cuando le atribuye cualidades corporales a Dios para facilitar el entendimiento del texto bíblico. Por ello, cuando laTorá dice que Dios sacó al pueblo hebreo de Egipto “beyad jazaká”, con “una mano fuerte”, no se debe concluir que Dios posee una mano, como todo ser humano. Por su parte, el Talmud ofrece recetas para algunos males que deben ser evaluadas de acuerdo con los descubrimientos de la medicina moderna. Cabe destacar que algunas de ellas continúan vigentes.

En este sentido, también podemos señalar el principio del Talmud que afirma que es preferible que la mujer viva en pareja. Tal afirmación tiene pertinencia en muchos casos de divorcio, porque se asume que el matrimonio es el estado preferido para una mujer. Sin embargo, algunas autoridades contemporáneas cuestionan este principio. Alegan que, en el mundo moderno, la mujer ocupa una posición muy diferente a la tradicional y, en algunos casos extremos, están dispuestos a otorgar un guet, un divorcio religioso sin la participación del marido. Para cuestionar el principio enunciado por el Talmud, se apoyan en diversos hechos: la mujer puede valerse por sí misma, ocupa puestos de gerencia al igual que el hombre, y por tanto, lo que en épocas pasadas era una realidad, hoy ya no lo es.

Mi maestro, Harav Yosef HaLeví Soloveitchik, argumentó enfáticamente en contra de esta evaluación. De acuerdo a Soloveitchik, la opinión de los jajamim no está basada en ninguna circunstancia social o histórica. “Tav lemeitav tan du”, como reza el principio ya mencionado, tiene que ver con su esencia existencial y fundamental. Una mujer no opta por la vida en pareja de acuerdo con un entorno social específico. Esa preferencia es, simplemente, una consecuencia de su naturaleza primordial.

DE MILAGROS E IDOLATRÍA

Parashá JUKAT

El éxodo de Egipto marcó la liberación física y el rompimiento con el esquema pagano que deifica los objetos o las fuerzas de la naturaleza. El judaísmo, en cambio, promulgó a santidad del momento y rechazó la santidad intrínseca de algún objeto. Por ello, concluimos la Amidá de los Jaguim con la frase: Mekadesh Yisrael vehazemanim, “Dios consagra a Israel y a los tiempos”, porque a través del cumplimiento de la mitsvá, el pueblo judío adquiere santidad.

No obstante, existen elementos considerados sagrados tales como la Torá y los Tefilín, el monte sobre el cual se erigió el Beit HaMikdash. Cabe destacar, sin embargo, que la santidad de estos objetos o lugar es una consecuencia, deriva de la santidad de la palabra, del mensaje Divino que transmiten. En el caso del Beit HaMikdash, se debe a la Presencia de Dios en ese recinto, porque conduce al acercamiento con Dios a través del Korbán, el sacrificio.

De manera similar, las Tablas de la Ley que Moshé obtuvo en el monte Sinaí debían su santidad a la Palabra de Dios grabada sobre su superficie. La Torá se refiere a estas Tablas como Aséret Hadevarim, los “Diez Pronunciamientos” de Dios, porque debido al mensaje escrito estos elementos adquieren un grado de santidad propia.

Por lo antedicho, la actitud de Moshé al romper las Tablas de la Ley cuando observó el éxtasis del pueblo danzando alrededor del Éguel Hazahav, exige una explicación.

De acuerdo con el autor del Méshej Jojmá, la introducción de la idolatría a través del Becerro de Oro podía conducir al pueblo a adorar las Tablas de la Ley, o sea, existía el peligro que la piedra misma se convirtiera en un elemento sagrado, olvidando que la santidad del objeto se debe únicamente al mensaje, a la enseñanza Divina.

Yair Barkai cita a Yehezkel Kaufmann, el célebre erudito bíblico que sostiene que incluso los milagros pueden ser vistos desde dos prismas diferentes. Por un lado pueden considerarse como una manifestación de fuerzas eternas ocultas que periódicamente surgen en la naturaleza, pero también podrían ser vistos como una expresión del potencial infinito del Creador. Este apunte viene a colación debido al episodio de la Serpiente de Cobre, incluido en estos capítulos.

Debido a la presencia de serpientes en el desierto, Moshé erigió un poste sobre el cual colgó una Serpiente de Cobre y la persona que dirigía su vista a esta serpiente se curaba del veneno de la mordida que había recibido. Este episodio es enigmático, porque la utilización de la “Serpiente de Cobre” contradice el desdén manifestado por la idolatría. Sensible a esta aparente dificultad, el Talmud insiste que la cura de la mordida resultaba de elevar la vista hacia el cielo, hacia “Nuestro Padre en el Cielo” y no hacia la “Serpiente de Cobre”.

Aparentemente, esta Serpiente de Cobre fue guardada, tal como el recipiente con Maná en el Beit HaMikdash, como recuerdos de los milagros ocurridos durante la travesía por el desierto.

Cuando el rey Jizquiyá se empeñó en desterrar todo vestigio de idolatría, destruyó la Serpiente de Cobre, porque estaba siendo adorada tal como si fuera un ídolo. Prefirió destrozar la imagen, no obstante, el peligro de que se olvidara el milagro que se produjo a través de este objeto.

De acuerdo con Samson Raphael Hirsch, este episodio sirve para destacar la idea de que Dios hace milagros a diario, para que la Humanidad pueda sobrevivir. Especialmente durante los cuarenta años de travesía por el desierto después del éxodo de Egipto, los hebreos pudieron arribar finalmente a la Tierra Prometida, únicamente por la intervención milagrosa y constante de Dios. Tanto el pan que comieron en la forma de Man (maná) como el agua que brotaba por el mérito de Miryam, provenían en forma milagrosa directamente de Dios.

El Talmud enseña que la persona no debe confiar en el milagro, debe conducir su vida por el sendero de la rectitud y la mitsvá, comportamiento que produce de manera natural la buenaventura. Tal como enseña el Shemá Yisrael, incluso la naturaleza responde con abundantes lluvias para la cosecha como una consecuencia del comportamiento humano. Por otro lado, el individuo no puede dar por sentado su derecho a la vida, que en última instancia es el resultado del Jésed, la misericordia del Creador.

La Vaca Bermeja

Parashá Jucat

El instructivo acerca de la pará adumá, la vaca bermeja, abre el texto semanal. Se ha señalado la incoherencia de esta mitsvá: mientras que la persona que se encuentra en un estado de impureza espiritual logra dominar esta contaminación mediante una poción que incluye las cenizas de la pará adumá, el kohén que prepara la poción adquiere tumá, la impureza espiritual, como si se tratara de un proceso de transferencia.

Debido a la aparente incoherencia, esta norma es considerada un jok, perteneciente a las ordenanzas que no tienen una explicación lógica: un dictamen divino cuya lógica escapa al raciocinio humano. A pesar de la aparente dificultad, algunos señalan una posible similitud con el psiquiatra que puede sufrir el contagio de los problemas emocionales de su paciente.

Otro episodio del texto semanal se refiere al intento del pueblo hebreo de atravesar el reino de Edom durante sus viajes por el desierto, rumbo a la Tierra Prometida. Siendo los pobladores de Edom los descendientes de Esav, recordamos apropiadamente el encuentro entre Yaacov y su hermano

Esav después del lapso de unos veinte años. El profesor israelí Yonah Bar-Maoz destaca que, en ambos casos, el resultado es similar: Esav y Yaacov continúan por senderos separados y, en nuestro texto, Edom no le permite el libre paso por sus tierras al pueblo hebreo. Desde un principio, Yaacov y sus descendientes transitan por diferentes lugares, mientras que Esav y su gente permanece en el mismo lugar con la estabilidad que estimula y la fuerza que ello otorga.

En el caso de los hermanos, Yaacov envía a Esav muchos obsequios y entre ellos incluye centenares de animales de corral, para obtener la simpatía y el perdón del hermano por haber arrebatado la bendición paterna. Está claro que los numerosos presentes, al mismo tiempo, constituyen una demostración de riqueza y poder. A pesar del recogimiento y la humildad manifiesta de Yaacov, pues se arrodilló siete veces, Esav tendrá que reflexionar acerca de cualquier intención beligerante, porque tras los obsequios y el ganado debe haber un gran contingente de esclavos que defenderán a Yaacov.

Ninguna nación permitiría el paso de otro pueblo a través de sus tierras si existiese el peligro de un ataque traicionero que podría ser fatal. Incluso la promesa de no causar daño alguno y pagar por el consumo de agua y alimento es insuficiente debido al riesgo. ¿Por qué Moshé solicitó beneplácito para que el pueblo hebreo pasara por el territorio de Edom? Tal vez quería incluir en el transcurso de la petición que el pueblo hebreo había salido exitosamente de la esclavitud egipcia, aun cuando esa nación era la más poderosa de la región. Sin embargo, los egipcios no habían podido impedir la obtención de la libertad de los esclavos que habían contribuido a la construcción de sus grandes edificaciones.

Indudablemente, el propósito era que Edom tomara conciencia del poder de este pueblo y, por lo tanto, tendría que reflexionar seriamente y tomar en cuenta las probables consecuencias que se producirían si atacaran a los hebreos durante su tránsito por las cercanías del reino.

Para evitar la agresión es necesario tener una sociedad estable y firme, con suficiente energía y vigor para rechazar una acometida de donde provenga. Un ejemplo actual es la situación del Estado de Israel, que no está interesado en la conquista de territorios ajenos que no formaron parte de su legado histórico pero que, al mismo tiempo, debe tener el indispensable poderío militar para rechazar cualquier aventura temeraria que intente destruirlo.