FALLECIÓ MI AMIGO DON GREGORIO SCHARIFKER z’l

Falleció mi entrañable amigo Gregorio Scharifker, zijronó livrajá, su memoria es una bendición.

Recuerdo primero al padre de Gregorio, don José, caballero erguido con pasos firmes al andar, reflejo de la rectitud de su fuero interno. Escribía con frecuencia en el semanario de la comunidad, especialmente en reacción a cualquier hecho que consideraba injusto.

Gregorio Scharifker heredó esa pasión por la verdad y la justicia, hecho que reflejó su actuar, especialmente en la B’nai B’rith y la Unión Israelita de Caracas, instituciones donde ocupó cargos directivos.

Era Doctor en Economía y ejerció cargos ejecutivos en la industria de los seguros, claramente admirado y respetado por todos quienes con él tuvieron contacto comercial.

Pero para muchos de sus amigos personales representaba valores morales: rectitud, honestidad, amistad.

No habían opciones en el campo social, para Gregorio el camino era claro: lo correcto y lo auténtico.

Su palabra era compromiso, no había bemoles en sus repuestas. Ejad bepé, ejad belev, reflejo del adagio hebreo que enseña que uno debe ser igual con la boca e igual con el corazón. No ocultaba sentimientos y por ello no sentía rencor hacia otros. Como testigo de un evento, su testimonio reflejaba la realidad del hecho.

Era amigo sincero. Su opinión era solicitada debido a su vasta experiencia y conocimientos, pero sobre todo porque no torcería la verdad para acomodar las posibles sensibilidades de algún interlocutor.

Devoto esposo de Sarita zl, fallecida años atrás, y cuya hermana Eva zl fuese mi devota secretaria de décadas en la Unión Israelita de Caracas.

Padre ejemplar que claramente dejó sello indeleble en la mente y corazón de sus hijos y nietos quienes igualmente reaccionan frente a las injusticias tan frecuentes en la sociedad actual.

Su hijo Benjamin, insigne químico, es el Rector de la Universidad Metropolitana después de haber ocupado el mismo cargo en la Universidad Simón Bolívar. Distingue más aún a Benjamin, su reacción inmediata frente a atropellos a la sociedad, como parte del ADN de la familia Scharifker. Su nieto Diego no ha quedado atrás en esa misma postura.

Su hijo Daniel es un distinguido patólogo y portador de los mismos genes.

Gregorio se despidió tranquilamente de este mundo con la respetable edad de 97 y dejó huella y sello de decencia, caballerosidad y rectitud en todos los ámbitos de la sociedad venezolana.

Nishmató tserurá bitsror hajayim. Paz eterna a sus restos.