En muchas oportunidades se habían constituido como un triunvirato: Juan Nuño, Gustavo Arnstein y Atanasio Alegre. Con el fallecimiento de Atanasio, el último de estos mosqueteros, concluye una etapa singular del intelecto venezolano. Juan nos dejó antes que Chávez asumiera la presidencia, Gustavo sufrió la intolerancia y beligerancia al intelecto de estos últimos años y Atanasio se exiló sin llegar a ver el retorno a la gobernabilidad de Venezuela. A una renovada manifestación de la tradicional amistad y tolerancia del pueblo venezolano.
Pero Atanasio, aunque residenciado principalmente en España y Francia, permaneció todo este tiempo en Venezuela a través de su pluma y publicaciones, especialmente con sus ensayos en EL NACIONAL y los numerosos volúmenes que produjo.
Tenía una extensa educación católica religiosa, y aunque muy respetuoso de sus enseñanzas, nunca permitió que pusiera freno a su pensamiento libre y actividad intelectual.
Juntos, construimos Conciencia Activa, fundación que se propuso la olímpica misión de servir de guía intelectual y moral a la sociedad. Atanasio fundó y dirigió durante al menos una década, Conciencia Activa 21, publicación semestral de esta fundación en cuyas páginas, además de sus propios ensayos incisivos, intelectuales nacionales e internacionales plasmaron ideas y programas.
Ávido lector e incansable escritor, Atanasio se paseaba por las arenas de la historia para identificar aquellos cuyas obras habían abierto senderos para un pensamiento atrevido y novedoso. Uno de esos personajes fue Johann Reuchlin, cuya trayectoria y aporte plasmó en EL HEBRAISTA, libro con el que demostró erudición y lectura acertada de una época pasada que sirve también para iluminar el presente.
Atanasio dejó una serie de novelas que además de su contenido literario explican y detallan episodios que tuvieron eco en el desarrollo de la sociedad venezolana.
Devoto esposo de María Cristina, Atanasio fue un padre ejemplar para sus hijos y no cesaba de contarme los logros y éxitos de cada uno de ellos.
Como mencionara, Atanasio había profundizado estudios en la religión e incluso me parece recordar que durante algunos años el sacerdocio católico había formado parte de su biografía personal.
Estoy repasando estos días JEWS por Arthur Herzberg y Aron Hirt-Manheimer y se me parte el corazón al leer sobre las atrocidades que en nombre de la religión se cometieron contra el pueblo judío en la Edad Media. La expulsión de España en 1.492 había sido precedida un siglo atrás por la matanza en Sevilla de más de 40.000 judíos que se habían negado abandonar la religión de sus ancestros, además de los miles que optaron por la conversión. En Inglaterra habían sido desterrados por más de tres siglos empezando en 1.290. De tal manera que el siglo de oro de los judíos en España es una fantasía. Centurias antes, Maimónides tuvo que huir debido a
los Musulmanes y así sucesivamente, las religiones monoteístas estaban ensañadas contra el pueblo judío. No debe extrañar entonces que en la actualidad el pueblo judío que reside en el Estado de Israel sea tan celoso por su seguridad, ante todo.
Pero Atanasio tenía una mente libre y curiosa, su norte era la verdad de los acontecimientos y la lógica de su pensamiento. Reflejó la nueva realidad que impuso la dirigencia actual de la Iglesia Católica y de muchos del mundo Protestante en su relación con el pueblo judío. Señal de madurez por parte de todos, ya que tenemos que enfrentar juntos al materialismo y a la concentración en el yo-mi-mismo de la cultura contemporánea.
Nació en España, pero la península ibérica no es Suiza, de tal modo que su adaptación a Venezuela no fue traumática.
Interiorizó la venezolanidad y se integró totalmente a su sociedad que adaptó como la suya. Durante años conversamos, casi a diario. Atanasio era una enciclopedia ambulante y como lingüista y estilista, corrigió muchos de mis ensayos, antes de su publicación, aunque debo señalar, como se suele decir, la responsabilidad final quedaba en mi esquina.
Incluso después de su retiro de la Universidad Central donde fue un catedrático de renombre, habiendo sido el Secretario de Cultura de esta primera casa de estudios superiores de Venezuela, Atanasio no permitió descanso a su abundante materia gris y continuó produciendo y publicando.
Era un gran amigo personal, amigo de la comunidad judía de Venezuela, amigo del pueblo judío que admiraba. Dado que se compenetraba con los personajes históricos y con sus épocas, hizo lo mismo con el pueblo judío y no se condujo tal como un observador externo del mismo, participó personalmente con su
talento en varias iniciativas y actividades de la comunidad judía caraqueña.
Lamento su fallecimiento. Sé que abordó con valentía los últimos meses después del severo pronóstico médico y pudo enfrentar al Creador con muchos haberes y logros de su pasaje terrenal.
Físicamente se fue, pero su obra queda y perdura.
Paz a sus restos, admiración por su trayectoria y fecunda labor
intelectual.
Shalom lejá javer, hasta siempre amigo.