El tema principal del tercer libro del Pentateuco son los korbanot, los sacrificios que los kohanim ofrendarán en el Beit HaMikdash. Cada festividad, por ejemplo, se caracterizaba también por los sacrificios que se ofrecían: incluso había sacrificios diarios y, de acuerdo con el horario de estas ofrendas, se fijaron los rezos diarios: Shajarit, Minjá y Arvit.
También había sacrificios por el incumplimiento de las mitsvot, por haber violado alguna ley referente al Shabat, por ejemplo. Los jajamim señalan que las ofrendas no pueden expiar un pecado que se comete a sabiendas, a propósito. El sacrificio es efectivo únicamente para expiar la falta que se comete beshogueg, sin intención: la persona que enciende fuego en Shabat porque ha confundido los días y se olvida momentáneamente que es el día sagrado. Incluso los jajamim exigieron que la ofrenda estuviera acompañada de la Teshuvá. Es insuficiente ofrendar a Dios y pensar que con ese acto la falta ha sido compensada: tiene que existir la introspección y el arrepentimiento por el yerro.
Cabe cuestionar: si el error fue cometido sin intención alguna, ¿por qué es necesario traer una ofrenda? ¿Dónde está la culpabilidad de la persona? Según Rambán, cada pecado´ produce una merma, una mancha sobre el alma de la persona.
De tal manera que el Korbán, la ofrenda, es un acto que sirve para borrar la mancha que ha sufrido el alma. Tal vez podríamos interpretar las palabras de Rambán en el sentido de que incluso los actos involuntarios que son de un carácter negativo, dejan una huella sobre el psique de la persona que requiere una corrección. Porque se debe considerar que una acción pecaminosa probablemente invitará a otros actos de carácter similar a menos que se tome alguna medida para evitarlo.
Otros expositores señalan que una acción incorrecta no premeditada también refleja un estado de ánimo de despreocupación: una falta de atención y responsabilidad por los hechos. El alegato “se me fueron los frenos”, por ejemplo, también expone la irresponsabilidad de la persona que no prueba sus frenos antes de dirigir un automóvil, que puede convertirse en un instrumento letal al atropellar a otro individuo. Quien peca beshogueg demuestra una falta de interés por el cumplimiento de la mitsvá y, por ende, el korbán es un llamado para una toma de conciencia, para un comportamiento de seriedad ante la tradición. Beshogueg es el pecado de la negligencia.
Nuestros capítulos también consideran la posibilidad del Kohén o del Kohén Gadol que peca. La Torá insiste que nadie puede permanecer fuera de la ley; incluso el gran líder religioso o el monarca, ambos deben reconocer sus errores.
Más aún, la responsabilidad del líder es directamente proporcional a los privilegios y derechos de su cargo, porque debe servir como un ejemplo de conducta para la comunidad.
En muchas sociedades, en cambio, se castiga cuando el mendigo roba un pan, pero los crímenes comerciales o gerenciales que involucran grandes sumas de dinero quedan impunes. Especialmente, los profetas de Israel se rebelaron por las injusticias y las dobles reglas de juego.
Los profetas estuvieron inspirados en la Torá y aplicaron sus principios a la contemporaneidad de su época. Las admoniciones de los profetas continúan siendo vigentes, tal como testimonian algunas aberraciones de nuestros tiempos.
Yo se que ya estoy subscrito, pero quiero tener el libro del Rabino “8 héroes biblicos” para leerlo.