LA SANTIFICACIÓN DE DIOS Y DE PUEBLO

BEHAR_ LEVÍTICO XXV:1-XXVI:2 – BEJUKOTAI_ LEVÍTICO XXVI:3-XXVII:34

De acuerdo con Harav Yosef Dov HaLeví Soloveitchik, laTorá fue entregada en Har Sinai con Kolot uverakim, “truenos y relámpagos”, para que la Humanidad se enterase de que el pueblo judío merecía la atención Divina y, de esta manera, se devolvía el kavod, la honra, al pueblo que paulatinamente estaba perdiendo el aprecio de la Humanidad. Mientras que Avraham obtuvo el respeto de muchos, este sentimiento fue disminuyendo en el caso de Yitsjak y más aún con Yaacov y sus hijos, que terminaron bajo el yugo de la esclavitud egipcia. 

La revelación Divina en Sinai tuvo el objeto de devolver a los hebreos la estima de las naciones. Se escuchó en el mundo de aquel entonces que Dios había escogido al pueblo judío. Una especie de Kidush HaAm, “la santificación de la nación”. En capítulos anteriores habíamos leído acerca de Kidush HaShem, la obligación de santificar el Nombre de Dios, y la prohibición Veló tejalelú et Shem Kodshí, “y no vayáis a profanar Mi Nombre Sagrado”, hecho que obliga a ofrecer la vida en ciertos casos fundamentales, tales como el incesto, el asesinato y la idolatría. O sea, el judío debe optar por la muerte y no transgredir ninguno de los tres imperativos mencionados.

No obstante, el Talmud cuestiona que, si una persona desacata el imperativo Yehareg veal yaavor, “escoger la muerte y no violar la ley”, en el caso de la idolatría por temor de ser sentenciado a la muerte, ¿acaso se puede considerar que ha violado la prohibición de servir a un ídolo? La respuesta debería ser obvia: en el caso de la idolatría, la persona debe escoger la muerte. El hecho de que el Talmud plantee la interrogante sugiere, según Soloveitchik, que el problema no reside tanto en el acto idólatra sino en el efecto público, trascendente, de la acción.

En el transcurso de la historia, cuando los judíos fueron obligados a renunciar públicamente a su fe, incluso cuando no era cuestión de violar uno de los tres enunciados anteriores, la obligación era no sucumbir, incluso ofrecer la vida, si era necesario. De acuerdo con Maimónides, Jananyá, Mishael y Azaryá optaron por arrojarse a las llamas de un horno en lugar de postrarse ante Nevujadnétsar. Con este acto de valentía, que consistió en negarse a inclinarse ante el malvado rey, estaban proclamando el Kidush HaShem, la Santificación del Nombre de Dios.

Durante el trágico período del Holocausto ocurrieron muchos casos de Kidush HaShem que no correspondían al incesto, la idolatría o el asesinato. Está el caso de un grupo de jóvenes que optaron por el suicidio para no ser convertidas en una especie de harén para el placer carnal de los oficiales nazis. Aquellos mismos verdugos que se burlaban de sus víctimas cuestionando dónde estaba su Dios para defenderlos, tuvieron que afrontar el arrojo y el ardor de quienes prefirieron la muerte a la indignidad e inmoralidad.

Aunque existen reglas precisas con referencia al Kidush HaShem, este imperativo también depende de la situación específica, por ejemplo, cuando se exige una renuncia pública de la fe, como sucedió durante los autos de fe practicados en las diversas persecuciones religiosas, especialmente durante el período de la Inquisición. 

Durante siglos existió el Jilul HaAm, el menosprecio por el pueblo y la irreverencia por su naturaleza. La máxima expresión de este nihilismo ocurrió durante el período nazi, cuando se intentó deshumanizar al judío, tatuándolo con un número para identificarlo, desconociendo su derecho aun nombre que lo calificara como una persona humana.

El establecimiento de Medinat Israel se puede enmarcar bajo el concepto de Kidush HaAm, la devolución de la honra, la Santificación del Nombre del pueblo de Israel. Por ello y por muchas otras razones, el Estado de Israel es, al mismo tiempo, un ideal y una realidad que pertenece a todo el pueblo judío, incluso a aquellos que no residen dentro de sus límites geográficos.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 7 MITSVOT POSITIVAS Y 17 PROHIBICIONES

  1. Levítico 25:4 No trabajar la tierra durante el año Sabático
  2. Levítico 25:4 No hacer trabajo alguno con árboles en el año Sabático
  3. Levítico 25:5 No cosechar lo que crece espontáneamente en el año Sabático
  4. Levítico 25:5 No recoger el fruto del árbol en el año Sabático de la manera que es cosechado cada año
  5. Levítico 25:8 Contar 7 ciclos de 7 años
  6. Levítico 25:9, 10 Hacer ‘sonar’ el Shofar en Yom Kipur en el año Jubilar (en Rosh HaShaná la obligación es ‘escuchar’ el sonido del Shofar)
  7. Levítico 25:9, 10 Santificar el año Jubilar
  8. Levítico 25:11 No trabajar la tierra en el año Jubilar
  9. Levítico 25:5 No cosechar lo que crece espontáneamente en el año Jubilar
  10. Levítico 25:11 No recoger el fruto de los árboles en el año Jubilar de la manera que es cosechado cada año
  11. Levítico 25:14 Hacer justicia entre vendedor y comprador
  12. Levítico 25:14 No engañar en la compra y venta
  13. Levítico 25:17 No oprimir verbalmente a un judío
  14. Levítico 25:23 No vender un terreno en la Tierra de Israel de manera permanente
  15. Levítico 25:24 Devolver los terrenos en la Tierra de Israel a sus dueños originales en el año Jubilar
  16. Levítico 25:29 Redimir una propiedad heredada en una ciudad en el año (de su venta)
  17. Levítico 25:34 No alterar los terrenos vacíos alrededor de las ciudades o campos de los Levitas
  18. Levítico 25:37 No cargar intereses cuando prestando a un judío
  19. Levítico 25:39 No obligar a un esclavo hebreo hacer trabajo denigrante como a un esclavo canaanita
  20. Levítico 25:42 No vender un esclavo hebreo en una subasta
  21. Levítico 25:43 No obligar a un esclavo hebreo hacer trabajos forzados
  22. Levítico 25:43 Mantener de manera permanente un esclavo canaanita
  23. Levítico 25:53 No permitir que un esclavo hebreo sea obligado trabajar de manera extrema por su dueño no-judío 
  24. Levítico 26:1 No postrarse encima de una piedra grabada o esculpida, incluso en la veneración de Dios

BEJUKOTAI_LEVÍTICO XXVI:3-XXVII:34

CONSECUENCIAS DEL CUMPLIMIENTO Y EL DESACATO

La conclusión de uno de los libros de la Torá constituye un evento singular. Generalmente, el rabino de la sinagoga es invitado a la lectura de ese texto y, antes de recitar el último versículo, la congregación se pone de pie para escuchar las palabras de conclusión del libro. Señal de que es un momento para la reflexión acerca del contenido de la Torá, la cual empieza con Bereshit, el Génesis del universo, no obstante que no es un libro de Historia. 

Aparentemente, todos los relatos de la Torá tienen un propósito aleccionador, señalan cuál debe ser el comportamiento de la persona. Más aún, la revelación Divina en el monte Sinaí es el epicentro, la razón de ser del texto sagrado. La vida de los patriarcas y la esclavitud egipcia constituyen los preparativos necesarios: el desarrollo de las setenta almas que descendieron a Egipto y que luego se multiplicaron para alcanzar un número mayor a los 3,000,000, entre hombres, mujeres, ancianos y niños. 

Pero ocurrieron dos eventos que cambiaron el rumbo de la Historia y el destino del pueblo hebreo. Apenas unos días después de la revelación en el monte Sinaí, el pueblo construye el Éguel Hazahav, el becerro de oro, efigie que representa un culto directamente opuesto a los principios éticos que fueron escuchados en el Sinaí. 

El segundo evento ocurre en la frontera de la Tierra Prometida. Después de enviar 12 emisarios para explorar la tierra, el pueblo concluye que no está preparado para la conquista. En ambos casos demuestran una grave falta de fe en la Providencia Divina. Estos eventos demuestran que el pueblo no había interiorizado el mensaje fundamental, el Brit, el pacto entre Dios y el pueblo hebreo. Este pacto debe manifestarse a través de la obediencia que el pueblo debe a Dios a través del cumplimiento de las diferentes Mitsvot, para que simultáneamente Dios proteja al pueblo que eligió para llevar el mensaje del monoteísmo a la Humanidad.

La advertencia contenida en estos capítulos es clara. El cumplimiento de la Mitsvá, la palabra de Dios conduce a una vida exitosa y plena, tanto en el nivel personal como el nacional. Incluso la tierra corresponde al comportamiento humano. La abundancia de la lluvia es resultado de la obediencia a la palabra de Dios y la sequía es la consecuencia del desacato.

De acuerdo con Harav Samson Raphael Hirsch, el cumplimiento de las Mitsvot presupone el estudio de la Torá. “Lo am haarets jasid”, “el ignorante no puede ser piadoso”, sentencia el Talmud. O sea que el estudio es indispensable para saber lo que la Torá espera del individuo, cuáles el comportamiento adecuado. Hirsch argumenta que cuando la persona deja de estudiare incumple con la Mitsvá, progresivamente va desarrollando una serie de conjeturas, racionalizaciones para un comportamiento diferente, no acorde con la Torá

Más aún, esa persona empieza a mirar con desprecio a quienes cumplen con los dictámenes de la tradición, todo ello en un proceso de justificación de sus propias acciones. “Mitsvá goréret Mitsvá y Averá goréret Averá”, “al cumplir la Mitsvá se promueve la posibilidad de hacer otra Mitsvá, mientras que el incumplimiento promueve otro desacato”, según el Talmud. Por ello el texto bíblico advierte que la desobediencia de la palabra de Dios puede tener consecuencias muy graves, mucho más allá de lo que el primer desacato indicara. Como actitud alterna, el cumplimiento de la Mitsvá es alentador, porque cada buena acción promueve otra acción similar, todo ello como un resultado del estudio de las ordenanzas contenidas en la Torá.

MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ

CONTIENE 7 MITSVOT POSITIVAS Y 5 PROHIBICIONES

  1. Levítico 27:2 Quien promete donar el valor estimado de un hombre, debe dar el valor escrito en la Torá
  2. Levítico 27:10 No sustituir animales consagrados como ofrendas sagradas
  3. Levítico 27:10 Si un animal consagrado fuese sustituido por otro animal, ambos quedan consagrados
  4. Levítico 27:11, 12 Quien promete el valor de un animal debe dar el valor que el Kohén asigna
  5. Levítico 27:14 Quien promete el valor de una casa debe dar el valor que el Kohén asigna más una quinta parte adicional
  6. Levítico 27:16 Quien promete el valor de un campo debe dar el valor que la Torá asigna
  7. Levítico 27:26 No sustituir animales consagrados de un tipo por otro
  8. Levítico 27:28 Si uno promete por vía de Jérem a parte de su propiedad, esta será entregada a los Kohanim
  9. Levítico 27:28 Terreno bajo Jérem no debe ser vendido, será entregado a los Kohanim
  10. Levítico 27:28 Terreno bajo Jérem no debe ser redimido
  11. Levítico 27:32 El diezmo de los animales kasher debe ser entregado anualmente
  12. Levítico 27:33 El diezmo de los animales no debe ser vendido, debe ser consumido en Jerusalem