ÉKEV_DEUTRONOMIO VII:12-XI:25
Veatá Israel, ma HaShem Eloheja doresh mimejá: “Y ahora, Israel, ¿qué es lo que HaShem, tu Dios, exige de ti?”, es la introducción de Moshé para aclarar cuáles son las bases fundamentales de la relación entre el judío y Dios, el pueblo hebreo y el Creador. Porque tanto el individuo como el colectivo establecieron un Brit, un pacto con Dios.
Moshé conoce la sentencia: no entrará en la Tierra Prometida; por lo tanto, utiliza la última etapa de su vida para hacer un recuento de la relación recíproca entre pueblo y Dios: una tensa relación inicial en los primeros años después del éxodo de Egipto, que continuará con características similares en el futuro. La historia del pueblo judío es el relato de la periódica desobediencia de los dictámenes Divinos, indisciplina que está acompañada de una auténtica protesta por una aparente ausencia de la protección Divina ante los embates de los enemigos.
Si, por un lado, el pueblo es culpable de rebeldía–de acuerdo con la percepción de quienes mostraron heroísmo y altruismo, martirio y entrega por mantener el ideal monoteísta en un entorno idólatra, de satisfacciones carnales, y la exigencia de que las apetencias deben ser atendidas de inmediato– Dios tampoco es totalmente inocente. En muchas ocasiones se siente el héster panim, el ocultamiento temporal de Dios del escenario de la historia. Al menos ésta es la percepción humana. ´
En nuestros capítulos Moshé precisa qué es lo que realmente Dios exige de nosotros: “Caminar solamente por sus senderos, amarlo y servirlo con todo tu corazón y espíritu”. Precisar cuál es el “sendero” que conduce a Dios puede exigir la investigación y el estudio; en cambio, “amar” a Dios“ con todo el corazón y el espíritu” es una condición subjetiva que tiene raíces en la intuición y la cualidad afectiva del individuo. El amor puede tener diversos orígenes: puede ser el resultado de una experiencia personal, un favor recibido.
Aunque la base del “amor” por Dios tiene una raíz difícil ubicar, puede ser cultivado y alimentado mediante la conciencia de la existencia de un Dios único, creador de la energía de la tierra que provee los alimentos, ordenador de las órbitas celestiales, el ser supremo que se preocupa por el destino individual de las personas. “Caminar por sus senderos” requiere una reflexión intelectual. Según Maimónides, la relación entre hombre y Dios debe tener un ingrediente intelectual fundamental. Pueden considerarse dos vertientes: la sabiduría contenida en la Torá, que sirve para definir el “sendero” y, una vía alterna, el estudio de la ciencia. La tradición judía señala que el patriarca Avraham fundamentó su fe en un solo Dios al observar un vasto número de estrellas en el cielo, un firmamento sin fin que testimonia un Creador que no puede estar sujeto alas leyes que describen la existencia terrenal.
Para el judaísmo, sin embargo, “caminar por sus senderos”, además de una idea y actividad intelectual, implica la implementación de ciertos principios específicos, una conducta diaria guiada por ciertas reglas que conducen a la armonía entre los hombres y posibilitan la convivencia en sociedad. Es el mundo de las Mitsvot, las tareas específicas y concretas que regulan el respeto por el prójimo, por su propiedad y sus derechos. Que cultivan la reverencia por la oración diaria, los lazos inquebrantables con Dios y la Tierra Prometida mediante los tefilín y a los tsitsit, como una especie de bandera que debe recordar el compromiso ineludible con el cumplimiento de la voluntad Divina.
Cabe destacar que el “amor” tiene que ser una relación recíproca. Amamos a Dios y él nos ama a nosotros. Nos abocamos al descubrimiento de cuáles son los elementos estructurales básicos del universo y Dios nos provee del intelecto que es capaz de investigar y descubrir, revelar y entender cada vez con mayor profundidad. Observamos las Mitsvot y con su cumplimiento crecemos espiritualmente, desarrollamos la sensibilidad por los menos favorecidos, preparamos el entorno para una era mesiánica de armonía y entendimiento entre la gente, judíos y gentiles juntos, al encuentro con el Dios único.
MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ
CONTIENE 6 MITSVOT POSITIVAS Y 2 PROHIBICIONES
- Deuteronomio 7:25 No obtener beneficio por los ornamentos de un ídolo
- Deuteronomio 7:26 No poseer un objeto perteneciente al culto de ídolos ni obtener beneficio alguno de ellos
- Deuteronomio 8:10 Bendecir a Dios después de comer pan
- Deuteronomio 10:19 Amar a quienes se convierten al judaísmo
- Deuteronomio 10:20 Temer a Dios
- Deuteronomio 10:20 Rezar a Dios
- Deuteronomio 10:20 Asociarse y adherirse a eruditos de la Torá
- Deuteronomio 10:20 Jurar por el Nombre de Dios al hacer un voto