VAETJANÁN_DEUTRONOMIO III:23-VII:11
El nombre de estos capítulos refleja el desánimo de Moshé cuando Dios le comunicó que no conduciría al pueblo de Israel a la Tierra Prometida. Aunque estaba consciente de que no se podía alterar la voluntad Divina, Moshé oró, porque la oración es un reconocimiento del individuo de que su destino depende de Dios. Incluso cuando se piensa que no existe el mérito para la reconsideración, la persona debe orar, porque el acto de orar en sí mismo, cuando está acompañado de la sinceridad y del arrepentimiento, debe producir una alteración en la personalidad del individuo de tal manera que, después de la oración, debido al cambio que ésta causa, podría ser merecedor de una sentencia diferente.
Otro aspecto básico de la lectura semanal es el texto del Shemá Israel. Cuando le preguntaron a Rabí Akivá cuál era el gran concepto fundamental de la Torá, opinó que la frase Veahavtá lereajá kamoja, “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, era la enseñanza cardinal. No hay duda que ésta expresión condensa un principio fundamental del judaísmo, lección que Hillel utilizó en su versión alterna cuando respondió a la persona que quería aprender la base del judaísmo mientras estaba de pie, apoyado en una sola pierna: “No hagas a tu prójimo lo que para ti es odioso”.
No obstante lo antedicho, la frase Shemá Israel encarna el mensaje ideológico y teológico esencial del judaísmo en contraposición a un entorno idólatra. Este principio es la existencia de un solo Dios, afirmación que incluye la hermandad existencial de los seres humanos, porque implica que fuimos creados por el mismo Dios, el Dios único.
El Midrash testimonia que los primeros en enunciar esta frase fundamental de la tradición judía fueron los hijos del tercer patriarca, Yaacov. Cuando Yaacov estaba próximo a morir, no podía descansar porque temía que sus hijos olvidaran después sus enseñanzas. Por ello los interrogó acerca de sus creencias y ante esa pregunta respondieron: Shemá Israel (nombre alterno del patriarca), HaShem es nuestro Dios, HaShem es único. Después de escuchar esta afirmación inequívoca de fe, Yaacov se despidió de este mundo para reunirse con su padre y su abuelo: los patriarcas Avraham y Yitsjak.
En este sentido, Rambam hace una reflexión importante. Mientras las cosas materiales se pueden fraccionar porque siempre existe algo que es más pequeño, hecho que se demostró con la división del átomo que se está compuesto de partes o partículas cada vez más pequeñas y difíciles de medir. En cambio, señala Rambam, la frase HaShem ejad, que afirma que Dios es uno o único, implica que es indivisible. Dios es un todo que no se puede fraccionar ni partir. Si consideramos que la singularidad del ser humano radica en que Dios le insufló su espíritu, siendo este el ingrediente espiritual que lo separa de las otras criaturas que fueron creadas por Dios, se puede asumir que este espíritu o alma es indivisible. Que tanto la inclinación por el mal como la tendencia a hacer el bien forman parte de un todo, son un elemento integral del alma. Tal vez la diferencia entre el bien y el mal –que son una manifestación de la misma fuente, el alma que tiene un origen Divino– es parte de una energía espiritual singular que se manifiesta de manera positiva o negativa solamente por su uso, debido a la conducta ética o inmoral que se escoge.
Así sentenció el rabino jasídico cuando le preguntaron cuál era la distancia entre el Mizraj y Maarav, el Este y el Oeste. El rabino respondió: ninguna. Basta con dar una vuelta de 180 grados sobre el mismo sitio para cambiar diametralmente la dirección de la mirada del individuo.
A fin de cuentas, la escogencia entre una conducta moral que se atiene a los imperativos indispensables para la convivencia en sociedad y un comportamiento que es indiferente al conjunto de leyes contenidas en la Torá, las Mitsvot, depende del individuo. La proximidad de una era en la que la Humanidad reconocerá la existencia del Dios único es una consecuencia de la voluntad de la persona que se debe traducir a una conducta moral y ética, en la que impere el amor por el prójimo, de acuerdo con Rabí Akivá.
MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ
CONTIENE 8 MITSVOT POSITIVAS Y 4 PROHIBICIONES
- Deuteronomio 5:18 No desear lo que pertenece a otro judío
- Deuteronomio 6:4 Creer en la unidad de Dios
- Deuteronomio 6:5 Amar a Dios
- Deuteronomio 6:7 Estudiar la Torá
- Deuteronomio 6:7 Recitar Shemá Israel cada mañana y cada noche
- Deuteronomio 6:8 Amarrar los tefilín sobre el brazo
- Deuteronomio 6:8 Colocar los tefilín sobre la cabeza
- Deuteronomio 6:9 Apostar una mezuzá sobre la jamba de nuestros hogares
- Deuteronomio 6:16 No poner a prueba de manera irrazonable a un profeta auténtico
- Deuteronomio 7:2 Eliminar las 7 naciones que ocuparon la Tierra de Israel
- Deuteronomio 7:2 No tener sentimientos positivos por idólatras
- Deuteronomio 7:3 No casarse con los idólatras