VAYAKHEL_ÉXODO XXXV:1-XXXVIII:20
Aunque el tema fundamental de estos capítulos es el Mishkán, el Tabernáculo, abriendo un paréntesis, la Torá exhorta a observar el día de descanso semanal Shabat. ¿Cuál es la relación entre el Mishkán y Shabat? Los Jajamim señalan que Shabat no puede ser violado, incluso para la construcción del Mishkán. Pese a que Shabat no interrumpirá la ofrenda del Korbán Tamid, el sacrificio diario, el día Shabat no puede ser violado para la construcción del Santuario.
Ha sido señalado que el Shabat puede ser considerado como un “Santuario en el tiempo” mientras que el Mishkán es un “Santuario en el espacio”. La Torá da preferencia al “Santuario en el tiempo”, porque incluso ante la posibilidad de que el pueblo sea exiliado, en cuya circunstancia no podrá acceder al Mishkán por encontrarse fuera de ese “espacio”, la Tierra de Israel, el Shabat siempre los acompañará, ya que el “tiempo” rige por igual en todas latitudes.
Cabe destacar nuevamente que el Shabat es el único día sagrado mencionado en los capítulos que describen la creación del universo. Dios creó el universo en seis días y descansó en el séptimo día; por ello instruyó que el ser humano y todo ser viviente que lo rodea también descanse ese día. Este hecho indica que el día semanal de descanso es inviolable, tal como si el universo dependiera de ese día para su continua existencia. El rey Shelomó reflexionó sobre la naturaleza del Mishkán durante el día de la inauguración del Beit HaMikdash, al cuestionar la posibilidad de que Dios fuese confinado a una casa, incluso a una Casa Sagrada como el Beit HaMikdash.
¿Acaso no se encuentra presente Dios en todo el universo y ni siquiera este ilimitado espacio no puede contenerlo? Uno de los nombres para designar a Dios es Makom y comentan los Jajamim que Dios es el Makom (“lugar”) del universo y no viceversa, porque nada puede contener a Dios. ¿Cómo puede entonces el Mishkán ser la residencia de Dios?
El Midrash, consciente de la aparente contradicción entre estos conceptos, sugiere que tal como el mar puede llenar con su líquido una cueva formada dentro de una roca que se introduce en las aguas sin disminuir por ello el caudal de sus aguas, de igual manera Dios puede residir en el Mishkán sin simultáneamente mermar su Presencia en todos los confines del universo y más allá del mismo.
Nuestras dificultades son de carácter estructural y genérico, porque intentamos entender a un Ser Infinito con las limitaciones finitas del lenguaje e intelecto humano. Tal vez debemos recordar el comentario de los Jajamim que refleja el mensaje de varios versículos de la Torá: Dios no se encuentra en un recinto, sino Betoj Benei Israel, dentro del pueblo de Israel. Una respuesta similar fue ofrecida por un rabino jasídico quien, ante la interrogante de dónde se encuentra Dios, respondió: “Donde lo dejan entrar, está en los corazones que se abren ante su Presencia”.
El Mishkán y su sucesor, el Beit HaMikdash, se han convertido en objetivos que aparentan ser inalcanzables en el presente. Esto es así cuando consideramos a la “Casa de Dios” como un lugar físico, una “estructura espacial”. Pero cuando interiorizamos su significado, la necesidad de estar dispuestos al sacrificio por el bien de la sociedad, la idea del Korbán, la ofrenda, adquiere un sentido de actualidad.
Para la construcción del Mishkán se exigió de cada uno la contribución de Majtsit haShékel, la mitad de la moneda Shékel. El pobre no podía contribuir menos y el rico no podía exceder esta contribución específica. La Torá explica que la contribución es para Lejaper al nafshoteijem, expiar sus almas. La idea es paralela a la de Yom Kipur, el Día del Perdón, que invita a expiar los errores y pedir perdón por los pecados y transgresiones.
¿Cuál es el pecado que debe expiar la contribución para la construcción del Mishkán? Mientras que Yom Kipur es el día en el cual cada persona intercede individualmente ante Dios –Quien nos examina tal como un pastor revisa su rebaño, según la expresión de la liturgia–, el Majtsit haShékel tal vez apunta hacia los pecados comunitarios, porque el Mishkán representaba a la comunidad.
Las ofrendas diarias en el Beit HaMikdash tenían que ver con el bienestar del colectivo. No existe el Beit HaMikdash en la actualidad, pero al leer estos capítulos bíblicos debemos tomar conciencia de nuestra responsabilidad social. Tal como señalara Rabí Akivá, el amor por el prójimo, la responsabilidad ante la comunidad es el fundamento de la Torá.
MITSVÁ: ORDENANZA DE LA TORÁ EN ESTA PARASHÁ
CONTIENE 1 PROHIBICIÓN
- Éxodo 35:3 Una corte no deberá ejecutar la pena capital en Shabat