NÓAJ_GÉNESIS VI,9 – XI
En los primeros capítulos de la Torá aprendimos la historia de Adam y Javá, la primera pareja humana, y su destierro del Gan Eden, el Jardín de Edén. Leímos acerca de la primera muerte humana que no es resultado de enfermedad o la vejez. La primera muerte de un ser humano es producto de un asesinato. Caín asesina a Abel. Las razones y el por qué del asesinato no están ni claras ni definidas en el texto bíblico. Pero la lección importante es, según Elie Wiesel, estar consciente de que cuando una persona asesina a otro ser humano, está matando a un hermano. La Biblia prosigue con el relato de las primeras generaciones hasta culminar con la aparición de Nóaj, el héroe de la lectura de esta semana.
Según la concepción de nuestros sabios, los jajamim, dibrá Torá bileshón benei adam, la Torá utiliza vocablos y conceptos que están al alcance del entendimiento humano. Por lo tanto, en muchas ocasiones el texto utiliza términos que podrían interpretarse como la representación personal y humana de Dios, con el único propósito de transmitir un mensaje más comprensible. Por ejemplo, la Torá habla del “brazo extendido” de Dios, y según nuestras apreciaciones Dios es un ser totalmente espiritual y enteramente “otro” cuando se le compara con cualquier ser u objeto, que sea el resultado de Su creación. Dios carece de brazos, en el sentido usual de esa palabra. Las últimas líneas del texto de Bereshit rezan: “Y se arrepintió el Eterno de haber hecho al hombre en la tierra…” ¿Cuál es el significado del arrepentimiento de Dios? ¿Acaso Dios cambia de opinión?
Los comentaristas científicos de la Biblia admitieron que para designar a Dios se utilizaron diferentes vocablos. Su estudio los llevó a concluir que nuestro texto de la Biblia es el producto de un editor que se basó en varias fuentes primarias, que fueron identificadas de acuerdo con el vocablo utilizado para señalar a Dios. Nuestros jajamim también notaron el uso de diferentes palabras para designar a Dios. Según la opinión de los jajamim, la Biblia es la palabra única revelada de Dios.
En cuanto a la diversidad de vocablos, estas diferencias sirven para señalar ciertas cualidades específicas con las que se manifiesta la Divinidad. La palabra Elohim, por ejemplo, sirve para señalar la característica de absoluta justicia de Dios, y la palabra HaShem hace referencia a la misericordia Divina. Nuestros sabios dicen que en un principio Dios creó el universo con el criterio de justicia absoluta. Pero, los seres humanos somos humanos, erramos y necesitamos del perdón. Por lo tanto, Dios modificó su creación, añadiendo Su atributo de misericordia al proceso de la creación de nuestro mundo. El mundo se hizo entonces más acogedor para el ser humano.
Los capítulos de esta porción semanal relatan la historia de Nóaj, el único personaje a quien Dios considera merecedor de la vida, dentro de un mundo depravado. Dios decide que a través de Nóaj se le dará una nueva oportunidad al ser humano, a esta criatura que tiene características muy especiales. Los animales, por ejemplo, se contentan con hacer lo que deben hacer, cada uno de ellos de acuerdo con una programación basada en los instintos.
El ser humano es diferente. Nunca está satisfecho con su condición individual. Siempre busca relacionarse con el mundo que lo rodea. Se empeña en algún cambio y busca mejorar su situación. La insatisfacción, es una de sus características básicas. Por tanto, es un ser que tiene la capacidad de construir o destruir lo que está en su entorno. No está dispuesto a ser un mero espectador. Siempre es protagonista y actor. Su actitud no es frente a las cosas apática. Es activo y dinámico. Nunca es inodoro, parve. La historia de nuestro globo terrestre se relaciona estrechamente con el proceso constante de contaminación y destrucción del planeta por el ser humano.
En ese mundo en estado de deterioro, Nóaj sobresale, porque es una excepción. Nóaj es el único de su generación a quien Dios considera como el posible padre de una nueva sociedad para el mundo. La palabra clave es bedorotav, “de su generación”, porque Nóaj no sigue la corriente avasallante de la corrupción y de la depravación. Nuestros jajamim, consideran que la excepción de Nóaj es muy meritoria; en cambio otros sabios consideran que es una señal de su pobreza espiritual. Sustentan su opinión afirmando que en “su generación” Nóaj era justo y honesto, pero que, de haber sido contemporáneo del patriarca Avraham, no hubiese recibido tan honroso calificativo.
¿Por qué esta mezquindad con Nóaj? Es posible que nuestros jajamim critiquen el hecho de que Nóaj se hubiera salvado junto con su familia inmediata, pero nunca logró que su integridad se viera reflejada en ninguno de sus semejantes. Y si era realmente sincero en su comportamiento personal y firme en sus convicciones, ¿cómo se explica entonces que nadie se hubiese sumado a sus filas? Según el Midrash, Nóaj tardó ciento veinte años en construir la nave que le daría refugio durante el período del diluvio. Sin embargo, ninguno de sus congéneres se identificó con su visión espiritual ni imitó su conducta. Este hecho sugiere la posibilidad que el mismo Nóaj no estuviese muy convencido sobre el devenir de los acontecimientos y procede a construir el arca sólo, por lo que pudiera ocurrir.
Cuando las aguas del diluvio vuelven a su cauce, la en total desolación y destrucción de la tierra es total. ¿Qué sentido puede tener para Nóaj y sus familiares volver a arar y a labrar con el sudor de sus frentes, cuando todo podría serle arrebatado o destruido nuevamente? Pero, el ser humano tiene enormes reservas espirituales y posee talentos sin fin que lo llevan a volver a construir, incluso bajo la amenaza de la derrota.
¿Qué sentido tenía instruir a los niños en los ghettos de Europa durante la era nazi, cuando la muerte y la aniquilación eran inminentes? ¿Será porque por constitución somos optimistas y aun en las situaciones más apremiantes encontramos razones para soñar con un futuro más humano y promisorio? En el caso de Nóaj, Dios le ofrece el arco iris como una señal de un brit, que es un pacto, de Su compromiso de que jamás destruirá el mundo por segunda vez. Este brit requiere, como todo convenio, de dos partes, de dos interlocutores. Dios se compromete a darle sustento al mundo y a no destruirlo, y la humanidad se compromete a cumplir de ciertas reglas elementales y básicas, que según nuestra tradición se denominan las Sheva mitsvot debenei Nóaj, que son las “siete reglas de los descendientes de Noé”.
El mensaje bíblico va tomando cuerpo. Básicamente, lo que se proclama es que el mundo y la humanidad no pueden coexistir sin ciertas reglas elementales de comportamiento. Es interesante notar que una de estas siete leyes básicas estipula el establecimiento de Cortes de Justicia. Se insiste en nuestros días acerca de la superioridad del concepto del amor y se alude a la severidad del judaísmo y de sus exigencias de pureza.
Considero, sin embargo, que está muy claro que la justicia es un principio mucho más importante, fundamental e indispensable para el desenvolvimiento de toda sociedad, que conceptos tales como nobleza y amor, por mucha validez que posean. Pregunte a un ciudadano de Venezuela o Nicaragua, cuál es el concepto básico cuando atropellos y crímenes no pueden ser protestados. Porque no hay oídos que lo escuchen. La justicia no es ciega e imparcial.
Con el tiempo, estos siete principios serán insuficientes para asegurar el futuro desenvolvimiento de la especie humana sobre la tierra. El Eterno decidirá entonces revelarse en el Monte Sinaí y seleccionar al pueblo judío para ser el portavoz de un código mucho más amplio que serviría de ejemplo e inspiración a las restantes sociedades humanas.