Mi muy respetado colega y maestro Meir Simhah Feldblum reflexiona acerca de la doble entrega de los Diez Manda- mientos. Basándose en el versículo: “Y tomaron sus lugares al pie de la montaña”, los jajamim comentaron: “De allí se aprende que el Santo, Bendito sea Él, forzó la montaña sobre ellos como un gran receptáculo, diciendo: ‘Si aceptan la Torá, bien, y si no, aquí encontrarán su sepultura”. Esta enseñanza conduce a pensar que según la visión de los jajamim, el pueblo judío podía subsistir únicamente si se com- portaba de acuerdo a la Torá y sus leyes. Porque la conviven- cia en sociedad exige un comportamiento acorde a un conjunto de normas morales para evitar la ineluctable destrucción mutua.
Por otro lado, la figura de la montaña que caería sobre el pueblo en caso de no aceptar la Torá, implica la coerción, o sea que el pueblo aceptó la Torá, forzosamente en un momento cuando aún tenía insuficiente información acerca de su contenido y desconocía cuál sería la consecuencia de regir su conducta de acuerdo con un código que aún no había aprendido. Se debe tomar en cuenta que los hebreos habían obtenido la libertad apenas unas semanas antes, des- pués de siglos de opresión, y estaban comprometiéndose con la Torá con escasa preparación emocional y espiritual.
No debe extrañar que ante la primera eventualidad incierta, la mera tardanza de Moshé en descender el monte Sinaí, retornaran al ambiente idólatra de Egipto a través de la construcción de un ídolo, el Éguel Hazahav, un becerro de oro que simbolizó una deidad o tal vez se trataba de un reemplazo del ausente Moshé.
La entrega de los Diez Mandamientos fue precedida por truenos y relámpagos que anunciaron el evento histórico: la revelación directa de la voluntad de Dios a la Humanidad. De ese momento en adelante, el hombre tendría un código formal y escrito que señalaría la ruta del bienestar material, emocional y espiritual. Lamentablemente, la extraordinaria escenificación no impidió el fracaso, y por ello, tal vez, la segunda entrega de los Diez Mandamientos se realizó en un escenario modesto.
Se debe agregar, sin embargo, que para las Segundas Tablas de la Ley hubo una preparación educativa y de refle- xión. Moshé pidió a Dios: “Enséñame tu Gloria para que te conozca” y Dios le reveló Sus atributos de justicia y piedad, cualidades que forman parte de la esencia Divina. Los atributos de Dios tenían que servir de modelo para el compor- tamiento humano, porque tal como Él es misericordioso, así también lo debe ser el ser humano. Esta vez, un modelo de comportamiento ético sirvió de preparación para recibir nuevamente los Diez Mandamientos.
El elemento fundamental que acompañó a las Segundas Tablas de la Ley fue la revelación de un conjunto de normas adicional: la Ley Oral. Dios le había encomendado a Moshé: “Escribe…, porque de acuerdo (al pi) con estos mandamientos…”, y los jajamim interpretaron “al pi” como si fuera “al pe”, una referencia a la Torá shebealpé, la Ley Oral. Esta vez, Moshé transmitió al pueblo una serie de normas adicionales que aclararon muchos principios contenidos en la Torá escrita.
Cabe destacar que un milenio después, en la época de Mordejai y la reina Ester, nuestros antepasados se comprometieron nuevamente y de manera irrevocable a cumplir todos los preceptos de la Torá. Transcurridas las etapas de la conquista de la Tierra de Israel, el período de los jueces y monarcas, y la construcción y destrucción del Primer Templo de Jerusalén, el pueblo adquirió la suficiente sofistica- ción y experiencia para aceptar con conocimiento de causa y responsabilidad el cumplimiento de la Torá. Existían enseñanzas adicionales que servirían de marco para la Torá. Fel- blum destaca la importancia de las enseñanzas de los primeros sabios citados en Pirkei Avot que exhortaron tres elementos: “Juzguen con deliberada conciencia, formen muchos discípulos y erijan una cerca alrededor de la Ley”.
La justicia, la transmisión de los valores a las nuevas generaciones y la protección de la Torá de quienes podrían alterar sus principios, conformaron la base que permitió una nueva aceptación consciente de la Torá en la época de Ezrá, el precursor del Segundo Templo de Jerusalén. Especialmente, la reflexión y la enseñanza en las escuelas que cubrieron el mapa de la comunidad judía facilitaron la transmisión “inteligente” de los principios morales y evita- ron que floreciera la superstición y el fanatismo ciego.
En realidad, el compromiso del cumplimiento de los preceptos de la Torá es una tarea que cada generación debe renovar. Cada época produce ideas y retos que exigen una respuesta que sólo se produce a través del continuo estudio y profundización en los ideales de la Torá. La Torá contiene “verdades eternas” que deben ser traducidas y entendidas de acuerdo con la realidad intelectual y social del momento histórico.
Rabi, como esta? Shalom, queria saber, cuantos años pasaron de la primera entrega de las Tablas, a la segunda entrega?
Honorable rabino Pynchas Brener , gracias por compartirnos sabiduría de nuestri judaismo, lecciones quw fortalecen nuestra identidad Judia