Moshé pronunció cinco discursos en un período de dos semanas antes de su muerte. Preocupado por lo que sucedería después de su fallecimiento, exhortó al pueblo a que siguiera el sendero de las Mitsvot, el instructivo de Dios, que había acudido a socorrerlos en los momentos de mayor dificultad. Recordó los numerosos milagros que el Creador hizo para que pudieran sobrevivir en el desierto durante cuarenta años, el alimento y agua que les proporcionó.
Sin embargo, al cruzar el Yardén tendrían que apoyarse en sí mismos, y por ello era indispensable que no se dejaran dominar por sus apetitos y pasiones. ¿Cuál era el indicativo? Una vida gobernada por la Mitsvá, incluso aquella que es considerada de importancia menor, aquella que uno suele pisar con el talón del pie. Así lo explicaron los exégetas, al señalar que la palabra Ékev también quiere decir talón. Dios cuidará al pueblo en consecuencia de su cumplimiento de todas las Mitsvot, incluso aquellas que aparentan tener un efecto tangencial. Porque los detalles suelen ser importantes, incluso cruciales, para la consecución de un objetivo.
Mientras la agricultura se nutría de las aguas del río Nilo en Egipto, la tierra de Israel dependía de la abundancia de la lluvia. Por ello, Moshé exhorta en nombre de Dios: Vehayá im shamóa tishmeú el Mitsvotai, “si van a obedecer mis instructivos con detenimiento”, para señalar que la abundancia o falta de lluvia será una consecuencia del comportamiento del pueblo, de su acatamiento de las Mitsvot. Incluso los cielos y el agua que proporcionan dependen del comportamiento humano. Se podría pensar que Dios se ocupa únicamente de los cielos, las constelaciones y nebulosas que habitan el universo, el ilimitado cosmos que nos cobija. ¿A qué se debe el interés del Creador en el ser humano, que parece insignificante cuando se le compara con la vastedad del universo? Imposible responder con certeza. Tal vez sea debido al libre albedrío, a la posibilidad de escoger que tiene la persona: obedecer o desacatar, cumplir o no hacerlo. Dios se interesa en el ser que, por voluntad propia, escoge el sendero apropiado, el camino que tiene las señalizaciones proporcionadas por el conjunto de Mitsvot.
De cierta manera, el liderazgo de Moshé tenía el objetivo de liberar al hebreo de la dependencia del milagro, de la intervención Divina en el quehacer cotidiano, para que hiciera valer su decisión propia e independiente. La Torá contiene un conjunto de instrucciones para que el ser humano tome las riendas en sus propias manos y obligue a la naturaleza a responder de acuerdo con su conducta ética. Algunos exégetas opinan que, en un principio, el asentamiento del pueblo hebreo en la Tierra Prometida iba a realizarse de manera milagrosa, sin la necesidad de la guerra y la conquista. Aparentemente la idea fue desechada después del episodio de los Meraglim, cuando el pueblo demostró su desconfianza en la promesa Divina. Además, la manifestación de la voluntad de Dios a través de las Mitsvot es una guía para que la persona pueda valerse por sí misma y no tenga que esperar el milagro de Dios. La cura de la enfermedad proviene de Dios, pero se hace efectiva a través de las manos del médico, quien, después de un largo período de estudio y aprendizaje, utiliza el intelecto con el cual fue dotado para enfrentar y aliviar el padecimiento de la persona.
El ser humano valora lo que consigue con el sudor de su frente, el resultado de su empeño y tenacidad. ¿Acaso no se quejaron los hebreos por el sabor del man que caía automáticamente cada mañana desde los cielos? El aprecio por la Tierra Prometida nunca hubiera sobrevivido dos milenios de exilio si ésta hubiera sido otorgada directamente por Dios. Incluso el amor y la tenacidad por construir el moderno Estado de Israel se debe a la lucha, dunam por dunam, de la conquista de la malaria por la constancia y tenacidad de los Jalutsim, no obstante la hostilidad del entorno, tanto natural como humano.
Empero, a fin de cuentas, la historia del pueblo hebreo es incomprensible sin la intervención Divina. Sin la Providencia de Dios, el hebreo no hubiera superado los desafíos y el infame intento de otros pueblos de destruirlo y borrarlo del mapa de la historia.
Ékev enseña que debe haber una simbiosis, una combinación creativa, una sociedad en el cumplimiento de la mitsvá.
Incluso de la Mitsvá cuya significación no es inmediatamente apreciable, y la voluntad propia del pueblo, su empeño e iniciativa para lidiar con los avatares del destino.
Excelente Ekev….
Gracias